25 | Relevo.

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Estaba humedeciendo de pintura el pincel por vigésima vez. Las cerdas se consumieron en la pintura y luego las desplacé hasta que chocaron contra la pared y repasaban la línea a lápiz que había hecho previamente. La pared que antes era blanca, se tiñó de negro.

Sombras se proyectaron en la pared en la que estaba trabajando y se movían de un lado a otro. Podía escuchar el murmurar de voces detrás de mí, aún se oían por encima de la música que expulsaban mis auriculares.

Me giré sobre la silla, con una espátula en la mano y vi a Rafael caminando de un lado a otro del comedor. Sus labios se movían cuando hablaba pero yo no lograba escuchar. Alrededor de unos seis sujetos con gambox, lo estaban escuchándolo.

Terminé el trazo y con mi antebrazo limpié el sudor de mi frente. Sabía que mi camisa estaba manchada con pintura, así que subí las escaleras para darme un baño y alistarme para ir a la pista de Motocross. Cuando entré a mi cuarto, uno de los tipos puso un pie en el lumbral, impidiendo que se cerrara la puerta. Llevaba un fusil sin ningún tipo de reparo. Lucía como un guerrillero.

—No puedo dejarla sola. —Murmuró. Puse los ojos en blanco y entré, tomando algo de ropa y entrando al baño.

Eché el cerrojo y me quité el auricular para arrojarlo sobre el lavamanos. Me deshice de la ropa y la tiré al piso. Me negaba a ducharme en el sitio donde Carolina había muerto, pero no tenía de otra. Mis dedos rozaron el interruptor de luz, pero me contuve, cuando vi la sobra del tipo debajo de la puerta. 

Una vez salí, todo estaba terriblemente oscuro. Me enrollé en la toalla e iluminé el baño, subiendo el interruptor. Me comencé a vestir y cuando terminé, apliqué crema sobre mi cuerpo. Abrí el pequeño armario y dejé la botella en su sitio, pero debajo de un pote vi una tarjeta. La analicé.

Primer partida: Asiento D2. 

Era letra mecanografiada. Hice memoria y no recordé haber escrito eso.

La persona que lo había dejado allí, esperaba que yo tomara asiento en la posición D2, pero ¿De qué lugar? ¿La pista de motocross? Rápidamente consideré que Carolina lo pudo haber dejado allí. Le di la vuelta al papel y leí:

 VJ.

Vanesa Jaramillo.

No había dudas. El mensaje era para mí.

Hice la tarjeta añicos y arrojé todo al inodoro, jalé la cadena y cerré la tapa. Me senté sobre ella y respiré hondo. Alguien quería ayudarme y me estaba dando pistas. Pero, ¿A qué me ayudaba? Y ¿Por qué?

***

Rafael accedió a dejarme ir a la final. Subí a una nueva camioneta pero de color rojo con asientos de cuero. Saqué mi teléfono celular y un moreno me lo rapó.

—Sin teléfonos. —Espetó. Abrí la boca para protestar, pero la cerré de nuevo cuando dirigió La mirada hacia mí.

—Ellos son César, Pablo y Andrés. —Comenzó Rafael, señalándolos mientras los nombraba. Mi mirada viajó al que él había identificado como César quien sonrió. Tenía quizá treinta años. Su rostro me era vagamente familiar. —No vaya a llamarlos por sus alias en público.

—No conozco sus alias. —Musité.

—Mejor aún.—Aseguró y siguió con sus indicaciones—César es mi relevo, es su nuevo escolta personal, no se apartará de usted ni un segundo, no importa si usted le pide que se vaya, él no lo hará ¿Entiende?—Asentí con la cabeza y suspiré.

—Eso depende ¿Tu novio es celoso?—Dijo César. Atravesé su cuerpo con una daga unas dos millones de veces, en mi mente. 

Si me encontraba con Raúl ¿Qué se suponía que iba a decirle? Por suerte, Raúl no sabía la situación precaria por la que pasaba, desconocía el peligro que corría estando conmigo.

SANGRE Y PÓLVORA │COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora