♱Capítulo 15 ♱

18.7K 749 41
                                    

Le entrego su agenda a Aiden y salgo del despacho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Le entrego su agenda a Aiden y salgo del despacho. Entro en el ascensor y bajo a la cafetería. Saludo a la mujer que usualmente acostumbra a atendernos y le pedo lo que deseo: café frío, fruta y unas tostadas. Normalmente no como todo eso, pero el embarazo me está haciendo comer. Y el café frío se ha vuelto mi adicción. ¿Lo peor de estar embarazada? Estar embarazada en invierno. Generalmente en invierno prefieres mantas y café bien caliente, ¿no? Pues yo era al contrario: quería quitarme ropa de encima y beber café frío. Agradezco a Alicia, la camarera, me siento en el taburete e hinco el diente a mi delicioso. Gimo cuando lo pruebo. Esto es el cielo.

Una mano en mi vientre hace que mi café esté a punto de caer al suelo.

— El pequeño McQueen está creciendo —Besa mi cabeza, se sienta junto a mí y observa con atención la taza de café que descansa junto a mi tostada casi terminada—. Jade, ¿café de nuevo? ¿No hablamos ya del tema?

Y ahí va de nuevo el Aiden sobreprotector. ¿Por qué simplemente no puede entender que no puedo resistirme a él y que nada malo pasará? ¡Por Dios! Hasta la doctora Monroe confirmó que no pasaba nada porque bebiera café. ¿Qué se creía, que el bebé iba a salir con dos cabezas o qué? Le observo enfadada, con una ceja alzada y con una mirada de atrévete si puedes a contradecirme. El suspiro que suelta me da luz verde para seguir comiendo, pero su mano intenta tomar mi taza y casi salto sobre él.

— No toques mi café, Aiden Drake McQueen.

— Le hace mal al bebé, Jade.

— Para nada. La doctora Monroe dijo que estaba todo perfecto. Lo que le hace mal al bebé eres tú, siendo tan... tú.

— Específica qué significa ser tan yo.

— Pues eso. Eres demasiado sobreprotector. Lo eres hasta tal punto que me siento agobiada. Sé lo que tengo que hacer o no, Aiden. Te agradezco que quieras cuidarme, pero lo tuyo ya es sobrepasarse.

Termino mi desayuno bajo el silencio de él, pago a Alicia con una sonrisa y salto del taburete. Aiden no duda en seguirme. Ambos esperamos juntos al ascensor, las puertas se abren y entramos. El silencio es incómodo. No sé qué le está pasando por la mente, pero puedo escuchar los engranajes de su cerebro en funcionamiento. No tardamos en ir a la planta última, la tercera, y vuelve a salir pegado a mí. Suspiro. Entro en mi oficina, y me sorprendo cuando entra por mi puerta y no por la suya, que está conjunta a la mía.

Se está comportando como un crío, lo sé. Rodea mi escritorio, abre la puerta hacia su despacho y camina hasta su mesa. ¿Para qué ha entrado por mi puerta, entonces? Suspiro, negando con la cabeza. Observo detenidamente cómo se sienta lentamente sobre la silla.

— Que sepas que sigo enfadada, señor McQueen.

— Lo sé. Y déjame decirte que no hay nada que puedas hacer o cambiar. Seré así de por vida. Tiendo a cuidar a lo que amo. Y tú, eres una de esas cosas que protegeré con mi vida.

Aiden © (McQueen Mens I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora