♱ Capítulo 2 ♱

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Me levanto temprano

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Me levanto temprano. Mi cuerpo pide a gritos volver a la cama, al calor de ella, a descansar, pero eso no es posible. Hoy es un día con muchos quehaceres, es imposible quedarse en la cama sin hacer nada. Niego con la cabeza y, con pesadez, termino yendo a la ducha. Dejo que la helada temperatura del agua caiga hasta convertirse en caliente, dejando restos de vapor por toda la habitación. Meto un pie, probando lentamente la temperatura, una vez segura, meto el resto del cuerpo. Después de poco más de veinte minutos, ya relajada y lista para comenzar mi día, salgo de la ducha y me instalo en la habitación de nuevo. Seco mi cabello con el secador, alisándolo después y me maquillo suavemente. Nada muy llamativo. Un poco de sombras marrones en mi párpados, bien difumadas dándole un toque ahumado, máscara de pestañas y mis labios de su color natural con un poco de brillo.

El bautizo es a las doce y media de la mañana, y mi reloj marca las once y media de la mañana cuando Ana entra como un torbellino a mi habitación diciendo cosas sin sentido. Al final, me deja a la niña para que yo la vista. Vanesa no me ayuda en absoluto, mueve las piernas sin cesar y, con esfuerzo, consigo ponerle la ropa sobre su suave piel. Una vez lista, le echo un poco de colonia para bebés y salgo de la habitación. Bajo las escaleras con cuidado, sujetando a la niña con una mano sobre su trasero lleno de pañal, y otra en su espalda, controlando que su cabeza no se moviera hacia atrás. Cuando llego al final, todos están listos. Chan me quita a la niña de mis brazos y empieza a hablar con voz de pez y preguntarle quién es la niña más guapa del mundo. Como si fuera a contestar con dos meses...

— Vale. Así están las cosas —Dice Ana entrando, como siempre, con su energía sobrante que nos pone a todos la piel de gallina—: en una hora, ni un minuto más, ni uno menos; debemos de estar en la iglesia para que el Padre comience con su sermón. Cuando antes lleguemos, antes podremos irnos. Yo me voy ya con Chan, aquí presente—Lo señala, con una mirada que declara la guerra—, ha decidido hacerle una sesión de fotos a la niña antes de que se celebre nada. Por lo tanto, Aiden se encarga de llevarte, De. Nos vemos allí.

Apenas puedo respirar cuando cierran la puerta de la casa detrás de ellos. Un silencio incómodo nos rodea a Aiden y a mí, me giro y le sonrío incómoda. No puedo mentir. Siento un maldito zoológico dentro de mí en esos momentos. Por muchos años que pasen, Aiden siempre será mi debilidad. ¿Qué hago una hora a solas con este hombre? ¿Es un buen momento para hablar de lo que pasó? ¿Es un buen momento para meter el dedo en la herida? Me siento en el taburete a su lado, intentando calmar un poco la tensión que hay en el ambiente. Sé que después de todo lo que pasamos, la situación sería incómoda. Pero podríamos quedar como amigos, ¿no?

— Estás muy guapa —Su voz, ronca por el alcohol, me hace centrar toda mi atención en él. Deja el vaso de whisky en la barra, sus largos y fuertes dedos se cierran alrededor del filo del taburete donde estoy sentada y me arrastra hasta él, hasta tenerme frente a sus dos enormes fosas azules. Rodea mi cintura con sus fuertes brazos, cerrándome en su espacio personal—. Muy guapa. —Entierra su nariz en mi pelo—. Y hueles malditamente bien. No sabes cómo te he echado de menos...

Aiden © (McQueen Mens I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora