—No quiero nada que tenga que ver con usted, si eso es lo que pretende.—Moira se apresuró a desviar el tema.

—Ahora puedo notarlo. Estas en aprietos. ¿No es así Moira?—Ella aguantó la respiración al escuchar su nombre, pero no alzó la mirada.—No te preocupes, todos alguna vez solemos estarlo. No te gusta este lugar. Llegar a casa solo te traería problemas con tu madre y no te sientes con la confianza suficiente para enfrentarlos.—La menor cerró los ojos y apretó sus párpados añorando que las palabras del capitán Garfio se detuvieran. No quería escucharlo.—Bueno, ¿Y has pensado en escapar?

—¿Escapar?—Moira alzó la mirada. Parecía que el capitán era capaz de leer sus pensamientos y aquello sí que le asombraba.

—Si, toda persona tiene que escapar a un refugio en un momento como este.—El capitán comentó.—Ah ya, claro que lo tienes. ¿No es así?

—¿Lo tengo?—Murmuró la castaña.

—¡El escondite de Peter Pan!—El nombre del muchacho provocó que algunas lágrimas traviesas escaparan de los ojos inocentes de la menor captando la atención del capitán.—¿Qué pasa? ¿Y ahora por qué lloras?

—No tengo ningún plan de escape, capitán.—Admitió la menor.—No tengo a dónde ir.

—Es una pena que no tengas un refugio. Toda persona necesita uno a donde ir cuando no tiene la suficiente confianza para enfrentar los problemas.

Moira depositó toda su atención en el Capitán quien parecía hablar en serio.

—¿U-usted...–Se animó a tomar la palabra.—¿Usted tiene uno?

—Claro que sí.—Afirmó.Mi refugio es el mar, la proa, la popa.—Sonrió.—Mis marineros y yo encontramos nuestro refugio navegando sobre las olas y realizando diversas batallas.

Moira no pudo evitar imaginar el olor de la brisa del mar y el sonido de las espadas chocar, transportándola a aquella vez en que los niños perdidos obligaron a los piratas a nadar y a abandonar el navío. Sin duda alguna una gran batalla digna de recordar.

—¿Tú quieres tener un refugio?

Moira se estremeció ante la pregunta de James Garfio.

—Y-yo...

¿Qué más le quedaba? No tenía a dónde ir. No tenía un hogar. Ni siquiera sabía con certeza en quién podía confiar.  ¿Qué de malo tenía el querer pertenecer a un refugio, a un lugar?

—Los piratas nos tenemos los unos a los otros.  Siempre. Es la primera ley de convivencia sobre el mar.

Moira no podía negar que la idea de proponerle al capitán unirse al refugio le parecía realmente tentadora en aquellos momentos.

—Capitán...—Llamó.

—Tú deseas volver a Nunca Jamás, ¿No es cierto?—La castaña asintió de manera pausada.—Es verdad que la vida parece nunca acabar ahí. Es totalmente ajena a los verdaderos problemas. Es un gran refugio, tal vez los indios...

—No quiero pertenecer a los indios.Moira interrumpió la idea mirando al capitán con seguridad.—Capitán, me gustaría se parte de su refugio.



—¿Moira?—Wendy llamó a la sombra que se reflejaba a través de la cortina. —Moira, ¿Eres tú querida?

Peter Pan  apretó los parpados de sus ojos al escuchar la débil y ronca voz de su portadora, intentando convencerse de que esto podía tratarse de un error aunque su corazón le negaba aquella opción pues dicha voz, aunque sonaba algo cansada, también poseía un toque alegre, melodioso y vivaz que solo Peter era capaz de reconocer.

¿Y qué ocurrió con Peter Pan? (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now