Capítulo 6🌟

10K 813 97
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


— ¿Aún no hay señales de Pan?—Su garfio de metal chocó sonoramente contra la madera del poste del barco pirata. Todos los rufianes le miraron atentos y con un poco de miedo. Es un bribón, una persona sombría y descarada como todos los demás presentes en la tripulación, pero, a diferencia de ellos, el miedo ya no corre por sus venas.

Asesinó a aquella pesadilla que lo visitaba en sus sueños cada noche y en el presente, día con día. A aquella bestia infame que solía torturarlo incluso en las horas donde nadie se atrevía a molestarlo. Aquel maldito cocodrilo.

Salió victorioso de aquel encuentro con semejante animal y después, se encargó de recolectar cada reloj presente en su navío para después destruirlos. Peter Pan tenía una gran colección de relojes escondidos por ahí en Nunca Jamás solo para fastidiarle. A veces, el muchacho se ponía de acuerdo para hacerlos sonar a una misma hora y así, amenazar al Capitán con ellos de manera indirecta. Cada que eso llegaba a suceder, nuestro capitán solo se levantaba y desataba su furia contra cualquier reloj sobreviviente que fuera encontrado.

Moira lo observaba a lo lejos con atención. El miedo tampoco estaba presente en el cuerpo de la menor. Todo lo que sentía era una creciente curiosidad. Sin duda alguna pensaba que James Garfio era una figura temible y de poco fiar, pero también le resultaba algo interesante y con una personalidad digna de analizar. Poco a poco, tomó el coraje para asomarse y poder ver más de cerca a dicho personaje.

—¡Algo a la vista!—Gritó un marinero.—¡He observado algo capitán!

Garfio le arrebató aquel catalejo con su única mano y lo enfocó al punto donde el marinero le señalaba con su dedo tembloroso. Al principio pensó que era imposible lo que veía, pues era nada más y nada menos que una niñita. Talló sus ojos más de dos veces con la manga del otro bazo hasta que un marino gritó en señal de alarma.

Peter Pan estaba ahí y no se encontraba solo.

Los pequeños acompañantes de Peter atacaron a los grandes marineros con valentía tomando a la tripulación por sorpresa; pero el Capitán solo tenía los ojos puestos en una de ellos. La presencia de aquella chiquilla en el país le hacía recordar viejos tiempos. Tiempos que no soportaba revivir. 

Su mayor enemigo estaba ahí, junto a ella, con los ojos puestos en él hasta que un marinero se propuso atacarle por sorpresa.

—¡Peter!—Moira se encontraba sola y justo en frente del gran capitán. Este no tardó en mostrar su afilada espada a los ojos de la niña.

—Las damas primero.—Comentó con ironía. De cualquier manera, si aquella muchacha estaba situada junto a su rival favorito, debía ser por algo. Tal vez su presencia era importante para el rubio y eso, siempre era un punto débil perfecto para atacar.

Moira tembló por unos segundos y tardó bastante en defenderse ante el primer ataque, ni siquiera supo cómo logró esquivar la afilada espada, solo supo que ahora más que nunca tenía que demostrar la valentía que sabía que poseía.

¿Y qué ocurrió con Peter Pan? (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora