Capítulo 7🌟

8.7K 785 82
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Peter, ven conmigo.—Pidió Moira.

Peter Pan se estremeció ante tal petición. Su mente siempre le decía que no y simplemente no, que aquello definitivamente no era una opción, pero Moira mostraba esa sonrisa y esos ojos tan bellos y potentes que parecían poder controlar a todo el universo si la chiquilla quisiese.

—No.—Contestó intentando no mirarla. Si lo hacía, sabía que perdería la batalla.

—Vamos Peter...—La niña rogó tomándolo del brazo.—Por favor. Conociste a mi madre, a mi abuela, a Wendy. Si lo piensas, tú en realidad deberías de estar...

—Muerto, ¿No es así?—Moira había evitado mencionar aquella espantosa palabra, pero Peter no tardó en pronunciarla, como si la palabra no le causara nada en lo absoluto.

—Pero aquello no es malo, en realidad, debe ser muy aburrido tener que vivir eternamente, ¿No lo crees?—Murmuró cerca de su oído para que solo él la pudiera escuchar, pues no quería que los niños perdidos oyeran aquella conversación. Sentía que la conversación era cosa de mayores  y ellos, irónicamente, eran los mayores  del lugar. —¿Qué dices?

El muchacho solo se limitó a observar el suelo sumergiéndose nuevamente sus pensamientos. Los niños perdidos no querían que se fuera; pues él era la única figura a seguir que tenían en aquel lugar y además su conciencia le pedía a gritos no partir.

—Será una mayor aventura, mayor a cualquiera que jamás hayas vivido. Te lo prometo. Te divertirás mucho ¡Y juntos podremos visitar a Wendy! Sé que estaría encantada de volver a verte. ¡Te lo prometo!—Moira no podía dejar de insistir ante tal descabellada idea logrando que él soltara una pequeña risita para después volver a su estado de seriedad y autoridad.

—Solo por una noche.—Contestó. Moira sonrió inconscientemente pues ni siquiera se imaginaba que Peter Pan aceptara su propuesta. Muy por dentro, imaginaba que Peter  la desterraría por tal osada petición de su parte. Ni siquiera el mismo Peter Pan se imaginaba que contestaría algo tan absurdo como aquello. Y aun así, y por raro que le pareciera, la respuesta no le incomodaba en lo absoluto.

Al caer la noche, Moira se acomodó en uno de los amplios huecos del imponente tronco de la casa del árbol para poder dormir, o al menos eso era lo que intentaba. A decir verdad, sentía algo extraño dentro de ella, algo que crecía y crecía apoderándose de su pecho y su mente poco a poco hasta que ya la dominaba en absoluto.

Aquello, era la duda.

La castaña observó fijamente las estrellas a través de la copa del árbol y escuchó el típico gritillo de Dientes anunciar "Buenas noches, Nunca Jamás" para concederle el paso a la oscuridad.

Moira suspiró y observó a su alrededor. No podía negar que se encontraba muy feliz, más feliz de lo que había estado en todos aquellos últimos meses junto a su madre y su bisabuela en Londres.

¿Y qué ocurrió con Peter Pan? (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora