—Gracias —suspiro—. ¿Y tú cómo vas con Marina?

—Pues, vamos... —dice no muy convencido—. No sé qué regalarle por el embarazo.

—¿Qué le puedes regalar a alguien que lo tiene todo? —pregunto en voz alta, es lo mismo que me sucedía cuando Dimas dependía de sus millonarios padres.

—Exacto...

Medito un rato, la casa de Marina es enorme y tiene un Buick como automóvil. Siempre usa los celulares más novedosos y viste con ropa carísima.

—Podrías hacerle una cena romántica.

—¿A qué te refieres?

—Después del embarazo necesitas reposo y esas cosas —le explico por lo que vi que sucediera con Úrsula—. A lo mejor un detalle romántico sería mejor que algo material... En especial luego de tener un hijo ¿No crees?

—¿Y si no está de humor?

—Cómprale un anillo por si las dudas —bromeo—. Las joyas siempre pueden salvar la situación.

Unos minutos después conecto mi celular al tomacorriente y me siento en el suelo para seguir platicando. A León le está yendo mucho mejor con su esposa que a mí con Dimas... Ni necesito preguntarle si la quiere porque puedo notarlo. Me alegra saber que uno de los dos no tiene problemas con el amor y es muy agradable lograr platicar sin sentir deseos de asesinarnos. En algunas ocasiones escuché de personas que podían ser amigos después de terminar una relación y me parecieron historias con más ficción que El Señor De Los Anillos... Resulta que es verdad.

—Tengo que colgar —dice—. Estamos en el club y creo que ya han notado mi ausencia.

—No quiero causarte pro...

Escucho la puerta abrirse, pero no me atrevo a mirar. Dimas calla apenas entra a la sala, pero Minerva sigue riéndose por lo que fuera que conversaban.

—¿Estás ahí?

—Sí...

—¿Llegaron?

—Sí.

—Aura, necesitas una limpia en Catemaco*.

—En definitiva...

Escucho a Minerva en la cocina moviendo los vasos y miro sobre el hombro, Dimas está observándome.

—Hablamos luego —le digo a León—. Suerte, futuro papá.

—Gracias, suerte a ti también.

Permanezco sentada en el suelo y finjo revisar algo en el celular. Sabía que Dimas llegaría en cualquier momento, pero no con Minerva y menos que fuera obvio que pasaron la noche juntos. Estrujo el celular, como si fuera el culpable de mis equivocaciones, arranco el cable de la pared y me incorporo.

—Aura —me llama Minerva—. ¿Y eso que no fuiste a la fiesta?

Parece que después de todo sí terminaré en prisión por asesinato...

Tomo una larga inhalación y compongo una amable sonrisa mientras camino hasta la cocina donde están ambos.

—Estaba en casa de Sofía —contesto—. Fueron Eric, Nico y su novia.

Parecen sorprenderse y deduzco que no tenían idea de aquello.

—Un festejo más privado —añado—. Sólo entre amigos, ya sabes.

Touché.

—¿Sabías de las canciones que hizo Eric para Mjölnir? —me pregunta Dimas al recuperarse de la sorpresa.

La Melodía de Aura 1 - PreludioWhere stories live. Discover now