Capítulo 36

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— Cantinero, un whisky, por favor — insistió Jeremy.

El cantinero estaba tan ocupado que lo ignoraba.

— JULIÁN, UN WHISKY, ANDA — alzó la voz Maluma. — A estas horas tienes que gritar, es lo que tienen los bares nocturnos — sonrió Maluma.

El cantinero entregó la bebida a Jeremy.

— ¿Por qué no estás sirviendo al otro lado de la barra?

— Porque es mi día libre.

— ¿Y aún así vienes?

— Créame que no tengo nada mejor que hacer.

— Yo comprendo que estés disgustado, pero la bebida no es la solución — comentó el empresario tímidamente.

— Entonces usted tampoco debería estar aquí, le recuerdo que hace poco le dio un infarto.

— ¿Sabes que es de cobardes ahogar las penas en el alcohol?

— Más cobarde fui cuando no le creí a su hijo, quiero beber hasta no pensar más, hasta que esta impotencia y este dolor que siento por haber perdido a Justin desaparezcan.

— ¿Has intentado hablar con él? — preguntó disimuladamente Jeremy.

— Sí... — admitió. — Pero no ha servido de nada.

— Por lo menos contigo habla, a mí ni eso... — lamentó Jeremy.

— Y tiene toda la razón, somos las personas que él más quiere, pero también somos quienes más daño le han hecho, bastante contradictorio — suspiró. — No creo que haya algo peor que el rechazo de la gente que quieres.

— En eso tienes razón — admitió el empresario.

— Yo tengo que pedirle perdón y explicarle por qué me voy a casar mañana.

— No creo que te haga mucho caso, él retomó su vida, de hecho lo último que supe de él es que se va a Nueva York mañana.

— Por eso, si no se lo digo hoy, no se lo digo nunca.

Maluma terminó de tomarse lo que quedaba en su vaso, sacó varios billetes de su bolsillo y los colocó en la barra.

Lentamente se levantó de la silla y dio media vuelta, quedando en dirección a la puerta.

— Tú lo quieres mucho, ¿verdad? — preguntó Jeremy inesperadamente.

Maluma giró para mirar sorprendido a Jeremy.

No, no lo quiero — negó. — Lo amo... Supongo que eso es lo único que usted y yo tenemos en común — sonrió el rapado.

— ¿Y tú que le dirías para que me perdone?

Le diría que lo quiero... Es lo único que necesita, necesita saber que su padre no lo juzga. También le diría que siento mucho haberle hecho daño y que si me diera otra oportunidad... Bueno, esa parte se la dejo a usted.

Justin estaba empacando cuando su celular sonó y vio el nombre de quien lo llamaba.

— ¿Maluma? — comentó el rubio — ¿Aló? — contestó.

— Estoy afuera, sal — pidió el rapado.

— ¿Que baje?... ¿TÚ ESTÁS AQUÍ? — sobresaltó Justin.

— Tengo que hablar contigo, ya no vale la pena esconderme, total, ya te perdí — balbuceaba Maluma.

— ¿Maluma, tú estás borracho?

— Baja, no te vas a arrepentir — aclaró.

— No solo estás borracho, perdiste la cabeza — dijo Justin abriendo la puerta y sí, efectivamente Maluma se encontraba al otro lado de la calle.

Maluma se emocionó tanto cuando vio a Justin salir que cruzó sin mirar ocasionando que un auto que transitaba justo en ese momento casi lo atropellara.

Justin quedó con el corazón en la boca.

— VE POR DONDE CAMINAS, INFELIZ — gritó el conductor acelerando y desapareciendo del lugar.

— Me asustaste, imbécil — reprochó Justin acercándose a él.

— Me encanta cuando te molestas — halagó Maluma.

— Aparte de borracho, pesado... No sé ni para qué bajé, dime lo que tengas que decirme que tengo que terminar de armar el equipaje, mañana me voy a Nueva York.

— Uy sí, Nueva York, Nueva York esto, Nueva York lo otro... blah, blah, blah... — se burló Maluma — Jus... dame un beso — pidió.

— ¿A eso viniste? Me voy — dijo Justin girando, pero Maluma lo tomó del brazo y lo atrajo hacia él, quedando muy cerca uno del otro.

— Tú no te vas a ninguna parte... Jus, esto me tomó por sorpresa, yo nunca pensé que iba a sentir tantos celos por alguien... Y es por ti. Siento que me voy a quemar por dentro solo de pensar que puedes estar con otro hombre.

— Lo que te quema es la acidez de la borrachera que tienes — desmintió Justin. — Maluma, basta. No nos hagas más daño.

— Escucha, yo solo quiero que nos despidamos y no quedemos como enemigos...  Si no estamos juntos es porque tú me jodiste con tus cosas y yo te jodí con las mías, ¿por qué somos tan infantiles? — rompió en llanto Maluma. — ¿Es que no lo entiendes? Tú y yo nacimos para estar juntos — lamentó.

— Maluma, por favor, no... Estás borracho, das pena y no es justo. Estás siendo muy egoísta — advirtió Justin.

Maluma tomó el rostro de Justin entre ambas manos para besarlo, Justin abrió los ojos sorprendido por la acción del rapado. Maluma, al notar que Justin no le correspondía el beso, mordió su labio dejando que un poco de sangre brotara por la herida del golpe que le dio en el hospital.

El sabor de cerveza mezclado con sangre era demasiado adictivo para ambos.

Justin abrió un poco más la boca para darle paso a la lengua del colombiano, logrando que ambas lenguas juguetearan entre sí.

Se separaron por falta de aire.

Los labios de Justin estaban rojos e hinchados, con rastros de saliva en ellos debido al beso, una erección de Maluma había crecido en sus ajustados pantalones.

— Déjame hacerte mío esta noche, por favor — suplicó Maluma en la oreja de Justin que inmediatamente lamió y mordió provocando que el modelo volviera a gemir.

— Hazlo — accedió el rubio sin importarle nada.

El Guardaespaldas IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora