Capítulo 30

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— ¿Mamá? ... ¿Qué haces aquí?

Gloria, la madre de Maluma y enfermera del hospital había regresado de visitar a su tía.

— Tu papá y yo llegamos esta mañana. Quise reincorporarme al trabajo de una vez, sabes que me aburro de no hacer nada.

— Ah, él es Justin... ¿Recuerdas? Antes trabajaba para él.

— Claro, ¿cómo estás hijo?

— Yo estoy... MIERDA, mi padre — recordó Justin. Ese inesperado beso le hizo olvidarse de todo. — Discúlpenme, me tengo que ir es que a mi padre le dio un infarto y bueno...

— Tranquilo hijo — interrumpió Gloria. — Que se mejore — deseó.

— Mamá, te lo puedo explicar... — mintió Maluma.

— No tienes que darme explicaciones.

Gloria había quedado en total estado de shock.

— ¿Familiares de Jeremy Bieber? — preguntó el doctor en la sala de espera.

— Nosotros, somos nosotros — reaccionó Pattie — ¿Cómo está? — preguntó.

— El paciente sufrió un fuerte ataque al corazón que por poco se convierte en un infarto fulminante — dijo el doctor mientras los ojos de Pattie se aguaron. — Afortunadamente durante estas horas que lleva ingresado en terapia intensiva le hemos administrado al paciente oxígeno, medicamentos y calmantes vía intravenosa para tratar de restablecer el flujo sanguíneo y calmar el dolor. Se encuentra estable dentro de su gravedad — explicó. — Debemos hacerle unos estudios para detectar la causa de este infarto, pero conociendo los síntomas, puedo deducir que se deba al estrés — indicó.

Jeremy permanecía en una habitación blanca, sobre una camilla. Con sus ojos cerrados y el oxigeno puesto. Había sobrevivido.

Entró Pattie y una sonrisa aliviada se dibujó en los labios de la mujer. Aún era su marido, lo amaba y solo quería que saliera bien de esa situación.

Aunque era un mal hombre, rechazar a su hijo había sido el peor error de su vida.

Pattie acarició su mejilla, Jeremy abrió los ojos lentamente, encontrándose con el rostro de su mujer. Después movió sus ojos y se percató de que a su lado estaba Justin. Cuando lo vio, su cuerpo se contrajo.

— No me pienso divorciar de ti así me lo pidas de rodillas — murmuró Jeremy pesadamente.

— Jeremy — susurró Pattie. — Este no es el mejor momento, pero nuestro matrimonio no funciona, está deteriorado, por favor, esto es una farsa — agregó.

— Una "farsa" que me sigue interesando — dijo Jeremy. — Y vamos a seguir casados porque todavía te amo y quiero que estemos juntos de nuevo.

— ¿De verdad? — preguntó Pattie algo ilusionada. — ¿Escuchaste eso Justin? — agregó ingenuamente.

— No — comentó Jeremy impidiendo los pensamientos del rubio. — Tú y yo solamente, hasta hace semanas yo tuve un hijo, pero ahora... está muerto — dijo Jeremy sin ningún remordimiento.

Justin lo miró consternado.

— ¿Qué dijiste? — retó Pattie.

— Yo venía a verte porque me imaginé lo peor y me preocupé por ti, pero veo que es inútil — interrumpió Justin. — Hierba mala nunca muere — sentenció mientras pretendía salir de la habitación.

— Jeremy — murmuró la mujer. — No le hagas esto a Justin por favor, sé por lo que acabas de pasar, pero te suplico que no lo rechaces más.

— Cállate, suficiente tengo con la quiebra de la empresa para que tú vengas con tus estupideces — comentó Jeremy haciéndose el distraído para evitar el tema.

Al escuchar eso, Justin, que tenía la mano en en la manilla, volteó y se acercó un a la camilla poco.

Sabía lo importante que era la compañía para su padre.

— ¿La compañía quebró? — preguntó Pattie sorprendida.

— No finjas que te importa, ahora lo mejor que puedes hacer es regresar conmigo, te beneficiará más a ti que a mí, solo yo puedo darte la vida que te mereces porque tú no puedes valerte por ti misma — arremetió Jeremy.

— No quieras darte el papel de Súper Hombre, bueno, un "Súper Hombre" que es de mentira, que hiere a la gente — interrumpió Justin. — Nadie te quiere porque eres una porquería de ser humano, que por hacer que las cosas te salgan como tú quieres eres capaz de todo. Vas a terminar mal, papá — advirtió.

— No sabes cómo me duele lo que me estás diciendo — dijo Jeremy en el tono más irónico que jamás haya usado — Pero dime una cosa, si yo soy el malo de la película: ¿Por qué el castigo va para los demás? — preguntó Jeremy retóricamente.

— ¿Los demás?, ¿estás seguro?, porque lo que yo veo es que a ti te va cada vez peor... — respondió Justin. — Toda la gente que te rodea está contigo por tu dinero. Tu esposa, tus amigos, tus empleados, ninguno te respeta papá. Simplemente intentan tolerarte y créeme, nadie ha podido lograrlo. Solo te importa el dinero, el poder y destruir todo lo que tengas por delante con tal de escuchar el sonido de las monedas — reprochó.

— Pretendías jugar jugar a la familia feliz con nuestro hijo. ¿Y ahora tratas de mortificarlo con la oferta de Kevin Klein? — preguntó Pattie.

— Quisiste convertir a mi mamá, la mujer que "tanto amaste", en un cubo de hielo — le recordó Justin. — Intentaste colocarla en mi contra y aunque ella lo niegue, sé que al principio dudó, porque a veces, por estar cerca de las personas que amamos, no nos damos cuenta de quienes son verdaderamente, nos ciega el amor. Pero no lo lograste, porque el amor que una madre siente por un hijo no se compara con nada — dijo.

— Acostúmbrate a la derrota, al asco, la miseria, la lástima y la soledad — agregó Pattie. — Porque has hecho tanto daño que eso es lo único que te mereces. Quiero el divorcio Jeremy y no te preocupes, te dejo todo tu dinero junto a la miserable vida de "magnate", esa vida tan falsa que siempre has fingido... PÚDRETE — sentenció. — Vámonos Justin, no tenemos nada que hacer aquí.

— Ustedes van a volver a escuchar de mí. Esto no se va a quedar así — amenazó el empresario.

— La vida es injusta, uno se equivoca y después no sabe cómo arreglar los errores — dijo Maluma entrando en la otra habitación.

— Dímelo a mí, pero créeme, siempre se pueden arreglar los errores... — alentó Melissa.

— No, la traición no se perdona, porque el amor no se traiciona y cuando eso pasa ya no hay vuelta atrás — se resignó el rapado.

El beso que le acababa de dar Justin lo dejó débil. Estaba despechado, se sentía culpable consigo mismo.

— ¿Sabes Maluma? Eres un gran hombre, perdóname por no haberte valorado cuando pude — pidió Melissa. — Desde que mi mamá murió en ese terrible accidente yo me siento en el borde de un abismo apunto de caer — dijo con lágrimas corriendo por su rostro.

— ¿Quieres un poco de agua? — dijo Maluma sosteniendo la jarra con sus manos.

— Lo que yo tengo no se cura con un vaso de agua fría, se cura olvidando, por eso quería casarme contigo, para olvidar, tú eras la única persona que me quedaba para poder seguir adelante en esta vida, pero lo arruiné, con mis celos y mis inseguridades, como siempre.

— Melissa, tranquilízate, por favor, esto no le hace bien al bebé.

— Tienes razón, disculpa.

— No, perdóname tú — pidió Maluma — Estoy cansado de cometer errores y contigo también he cometido muchos, no fui sincero contigo desde el principio, pero tú eres la madre de mi hijo... y quiero que te cases conmigo.

El Guardaespaldas IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora