Capítulo 4

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— Si quieres mañana mismo estás firmando tu contrato, de verdad me interesa mucho que trabajes para mi estudio — insistió Diego — Pero antes me gustaría que fueras a mi casa esta noche para explicarte algunas cosas, le pediré a tu madre que me dé tu número de teléfono y te envío mi dirección ¿te parece? — agregó.

— Está muy bien, gracias por todo. — Justin se sentía como en casa.

Esa noche, Justin se quedó helado al ver los lujos que su próximo jefe se gastaba, Diego dio la orden al vigilante para que lo dejara pasar.

Diego vivía en una torre de un lujoso edificio de la ciudad. De corte moderno, sencillo y minimalista, en el apartamento, predominaba el color blanco con contrastes de negro y rojo. Un penthouse de dos pisos, varios metros cuadrados, grandes ventanales que rodeaban todo el lugar, una cocina de mármol inmensa y una sala gigantesca solo en el primer piso.

El apartamento también contaba con una biblioteca convertida en un pequeño estudio fotográfico casero y una terraza.  Una barra, una bodega de vinos, un amplio baño con gran ducha, lavabos para dos personas y un jacuzzi del tamaño de una piscina.

Justin pasó, se sentaron en el sofá y Diego comenzó a explicarle sus dudas antes de firmar el contrato, el fotógrafo se acercaba cada vez más a él y le puso la mano sobre la suya, se miraron a los ojos. Diego puso su mano sobre la pierna de Justin.

— ¿De verdad no recuerdas nada de nuestra infancia? — preguntó Diego.

— No, la verdad no — respondió Justin.

— Mientes — dijo Diego incrédulo.

— Te juro que no, ¿qué hacíamos?

— Lo típico que hacen los niños a esa edad; jugamos... corrimos... saltamos... nos besamos.

— ¿Qué? — Justin creía que lo estaba vacilando.

— ¿No recuerdas nuestro beso? — preguntaba Diego insistentemente.

— ¡No! – exclamó Justin horrorizado – Ahora mientes tú.

— ¿En serio lo olvidaste? Con lo especial que fue — a Diego se le rompía la ilusión.

— ¿Cómo que fue especial? Me acordaría de eso — Justin seguía firme.

— Fue muy romántico, no puedo creer que no lo recuerdes, fue algo mágico. El primero. Nunca habrá otra primera vez, pero sí una segunda.

Justin estaba muy nervioso mientras Diego se acercaba lentamente a sus labios, uniéndolos y besándose suavemente.

Luego de unos segundos, Justin se separó rápidamente, su corazón latía como el de un atleta después de correr un maratón, se paró del sofá y se dirigió a la puerta.

— Me tengo que ir, ábreme la puerta por favor.

— Justin, espera.

— No, por favor, ábreme la puerta, ya.

Justin no le reclamó nada, solo quería irse, desaparecer de allí lo antes posible y que la tierra lo tragara mientras Diego quería morir de la vergüenza por la incomodidad que había causado pero con un profunda satisfacción pues había besado a Justin nuevamente.

Justin estaba molesto pues ya había descartado firmar con el estudio fotográfico tras lo ocurrido con Diego, aunque muy en el fondo, dentro de su subconsciente, estaba relacionando el extraño sueño que lo atormentaba noche tras noche con Diego.

¿Sería Diego el niño misterioso de sus sueños?

El Guardaespaldas IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora