Capítulo 34

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Enfermeros, doctores, pacientes y todas las personas del pasillo quedaron atónitos ante la escena.

El modelo pasó delicadamente los dedos por su labio y luego los retiró manchados de sangre.

— Justin... yo... — reaccionó Maluma agachándose hacia él al ver que le había roto el labio, pero el canadiense respondió dando un empujón.

— Yo ya te había superado, estaba mejor y ahora me haces esto... — lamentó Justin mientras una lágrima se deslizaba por su rostro. — Estoy cansado, harto, de que te burles de mí, de que nos hagamos daño. No sé a ti, pero tú a mí me estás destruyendo la vida poco a poco. Ahora te vas a casar, ¿y yo?, a sufrir, otra vez. Si querías una puta para tener donde meterla porque Melissa no te satisface, creo que te esquivaste conmigo. A ti te parecerá divertido, pero yo no voy a aguantar esto, vete a la mierda, hijo de puta — estalló Justin colocándose de pie como pudo y desapareciendo de su vista.

Las lágrimas corrieron por la mejilla de Maluma quien pegó su espalda a la pared, deslizándose por ella hasta llegar al suelo. Esas palabras de Justin le habían dolido mucho.

— Justin — susurró con la voz quebrada.

Justin regresó a casa tratando de esconder el golpe.

— Hijo, ¿dónde est... eso es un golpe? estás sangrando

— Sí mamá, pero no es nada, solo fue una pelea.

— ¿Una pelea? pero si tú nunca te has peleado con nadie, no me digas que fue tu padre.

— Fue Maluma.

— ¿Cómo pasó, quieres hablar? Sabes que puedes contarme lo que quieras. No quiero que nadie abuse de ti, ni que vuelvas a llegar sangrando, o te pase algo peor. Quiero defenderte.

— No mamá. No quiero que Maluma piense que soy un cobarde.

— Entonces déjame ayudarte, dime qué te está pasando.

— Mira mamá, no me pasa nada, quédate tranquila. ¿Quieres ayudarme? pues llévame a un lugar.

— Gracias doctor — dijo Maluma saliendo de su consultorio para posteriormente dirigirse a la habitación de su prometida.

— Malu, los médicos me dijeron que el bebé y yo estamos bien. Pronto nos podremos ir a casa. ¿Qué susto, no? Perdóname por lo de antes, Justin vino a atacarme y yo solo quise defenderme...

— Ya sé que ese bebé no es mío — interrumpió Maluma.

Melissa abrió los ojos totalmente sorprendida.

— Por supuesto que es tuyo... — mintió.

DEJA DE MENTIR YA — interrumpió el rapado.

— Seguro Justin te dijo eso, su intensión es separarnos no le creas...

— Tus exámenes dicen que tienes tres meses, pero eso es imposible porque yo te conocí después de eso.

— Maluma, yo solo quería... — intentaba explicar la reina de belleza.

CÁLLATE, CÁLLATE — estalló en llanto el colombiano mientas la sujetaba fuertemente del brazo.

— Déjame explicarte...

— No te quiero volver a ver — dijo soltándola.

OJALÁ NO TE HUBIERA CONOCIDO NUNCA — gritó la pelirroja cuando Maluma salía de la habitación.

El rapado giró.

No, ojalá no te hubiera conocido yo a ti... Me das asco.

La zona montañosa era el sitio preferido de Justin, su parte favorita era un extremo del lugar que ofrecía una espectacular vista de la ciudad que se perdía en el horizonte.

De los pocos momentos familiares que había tenido en su vida debido al trabajo de sus padres, allí pasó los mejores.

Sí, por más difícil de creer que pareciera, los Bieber habían vivido momentos felices entre acampadas y fogatas.

De hecho, varias veces Maluma los acompañó bajo sus funciones de guardaespaldas, pero él y Justin aprovecharon esas ocasiones para vivir momentos románticos, como compartir risas y darse besos a escondidas.

Pensando en el pasado con la mirada perdida, Justin recordó cuando una tarde se apartaron de sus padres y fueron más allá de los besos, hicieron el amor bajo uno de los tantos árboles que rodean el lugar, luego, para recordar ese momento, tallaron sus nombres en el tronco. De primer momento al rubio le pareció algo cursi, pero ahora extrañaba eso y quería volver a vivirlo.

Hasta ese momento se mantuvo la felicidad y la fantasía, luego vio todo blanco y negro, no habían más colores.

El rubio nunca estuvo conforme con su vida, tenía todo para ser feliz pero nunca lo supo, hasta ahora, que perdió todo, a su familia, esa familia conflictiva que siempre criticó y a Maluma por un cúmulo de engaños, chantajes y mentiras.

Justin se encontraba parado en el borde del acantilado. Era un día nublado y gris, idéntico al día que te imaginas cuando el amor de tu vida te golpea luego de enterarte de que se va a casar con otra persona.

El viento soplaba levemente moviendo su cabello, su mirada sin vida se asomaba hacia abajo, admirando el paisaje. Él no pensaba en nada.

— Haa... — soltó un pequeño suspiro mientras acomodaba sus pies.

— Justin, ¿qué haces? — preguntó su madre extrañada.

— Ya no puedo seguir. Lo he intentado, de verdad, pero ya no me siento capaz de continuar con esto — rompió en llanto. — Nunca mostré interés por nada, no me gustó el colegio, ni estudiar, ni la rutina. Odio la rutina. Y últimamente, mi vida no ha sido algo más que una interminable rutina llena de decepciones que se repiten día tras día.

— La rutina es parte de nuestra vida, hijo por favor, aléjate de ahí.

— Pero es mucho más que eso — explicó. — Siento que mi vida ya no tiene sentido, durante los últimos meses algo maravilloso me sucedió, algo que cambió mi vida pero ahora se ha ido deteriorando tanto hasta hacerme querer terminar con mi vida.

Pattie estaba aterrada.

— Quizás sea la decisión más dura y difícil, pero juro que es la solución más obvia, lógica y fácil a todo. No te sientas culpable mamá, la culpa no es tuya, es mía... Ya no puedo más.

— Claro que puedes hijo, dame la mano — pidió Pattie con la voz temblorosa.

El Guardaespaldas IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora