Capítulo 22

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Precisamente era su fantasía.

En teoría, Justin venía preparado psicológicamente para contarle al colombiano que no iba a ser padre, pero toda su planificación se fue a la mierda cuando se encontró a un excitado, mojado y erecto Maluma.

— Contrólate Justin, por lo que más quieras, contrólate — Se decía a sí mismo.

El problema es que lo que más quería era lanzarse encima de Maluma.

Maluma tragó saliva al ver al rubio.

¿Sería demasiado maleducado desvestirlo y besarlo sin ni siquiera saludarlo? Se preguntó el tatuado. Sí, sí lo era.

— Eh, hola — dijo Justin agachando la cabeza.

— ¿Qué tal Jus? — sonrió avergonzado Maluma con un gesto que volvía loco a Justin.

— Yo... Yo... Yo... — balbuceaba Justin. — Reacciona idiota, te está hablando — se dijo. — Venía a hablar contigo — agregó.

— ¿A hablar? — preguntó sorprendido Maluma — ¿O a tener sexo? — agregó mentalmente.

— Sí.

— Bien — Maluma dio paso al rubio mirándole el trasero mientras este caminaba.

La "visita" se sentó en el sillón y miraba fijamente los ojos de Maluma para evitar que su vista bajara hacia la notable erección que se encontraba en la entrepierna del rapado.

— Iré a vestirme y vengo — rascó su nuca el colombiano.

— NO, NO — negó Justin enérgicamente, Maluma sonrió. — No es necesario, no tardaré mucho — explicó el canadiense.

— Oh, sexo rápido — pensó Maluma.

— Necesito que hablemos — continuó el rubio.

— ¿Sobre qué?

— Sobre nosotros... nosotros tres — aclaró Justin.

—  Yo pensé que te habías olvidado de todo desde que decidiste ignorarme — dijo el rapado en tono dramático.

— Por eso necesitamos hablar — explicaba Justin.

— Y hacer otras cosas... — reveló Maluma mordiéndose el labio.

Justin se puso más nervioso.

— Espera, espera, déjame hablar. Yo no vine a hacer "otras cosas" — tomó aire.

— Tranquilo, no pienso hacerte el amor, al menos no por ahora — explicó Maluma.

— Otra vez con lo mismo, veo que por tu falta de seriedad vamos a tardar, mejor ve a vestirte — reprochó Justin mientras veía el suelo.

— No. Además interrumpiste mi baño y mi orgasmo — confesó Maluma dejándose de rodeos.

Eso había calentado a Justin por completo.

— ¿Es...tabas... mastur...bándote? — preguntó con voz entrecortada el rubio.

— Sí, ¿y sabes que era lo mejor? — preguntó el rapado mientras se acercaba lentamente al rubio para oír su acelerado corazón. — Estaba pensando en ti, imaginaba que eras tú quien me besaba y acariciaba mi cuerpo hasta llegar a mi pene — susurró.

Justin no pudo más y delicadamente logró quitarle la toalla que llevaba puesta con sus manos, exhibiendo su hermoso bulto.

Quedar desnudo frente al rubio hizo subir su temperatura, fue allí cuando Justin se arrodilló en el suelo para besar cada parte de su abdomen, haciendo énfasis en cada nuevo tatuaje para disfrutar al máximo de su cuerpo, dirigiéndose hacia su pene, tal y como el colombiano había fantaseado, para seguidamente introducirlo en su boca.

Volvió a sacarlo e introducirlo varias veces alcanzando un placer extremo al dejar su saliva en él.

Podía notar cómo su cuerpo se tensaba.

Su miembro duro y caliente le avisaba que estaba a punto de vaciarse. Su respiración comenzó aumentar y un gemido salió de su boca al haberse corrido. Maluma lo miró con una sonrisa y lo levantó del suelo.

— Vamos a tu cuarto — pidió Justin.

Se dirigieron a la habitación sin dejar de besarse en todo el trayecto, al mismo tiempo que Maluma aprovechó para quitarle la ropa a Justin, cada prenda quedaba en el suelo formando un camino.

Maluma acorraló a Justin contra la pared al entrar en el cuarto para ofrecerle dulces besos en el cuello y el rubio comenzó a deleitarse apoyando su cabeza en la fría pared gracias a esa deliciosa sensación que por más que quiso los últimos días, no pudo olvidar.

El rapado siguió siguió dándole besos y chupetones por todo el cuello, entre suspiros, el canadiense logró observar algo que lo sorprendió.

— ¿Esa... es... nuestra... cama? — balbuceó en medio del inmenso placer que sentía.

Efectivamente, esa sí era la cama tan especial, incluso sagrada, donde tuvieron su primera vez y Maluma lo había follado tan fuerte que incluso dejó una marca en una ocasión sobre la madera. Una marca que le sirvió a Justin para identificarla.

— La saqué de tu casa antes de que la vendieran, traté de explicártelo esa noche pero me dolió que no te dieras cuenta.

Justin se sentía como un completo idiota, los celos que le provocaban imaginarse a Maluma y Melissa juntos no le dejaron ver esa noche que aquella cama no era la de ellos.

— Será mejor que te recuerde por qué esa cama nos pertenece a nosotros y nadie más — expresó el colombiano.

Se tumbaron en ella quedando frente a frente, Maluma comenzó a mecerse, sus miembros se frotaban uno contra otro, aún sin contacto totalmente, formando una situación bastante placentera.

Justin gemía con cada movimiento mientras Maluma besaba desenfrenadamente sus labios.

Solo pensaba en hacerlo suyo entretanto devoraba su boca con suaves movimientos.

Sentían sus tibias y húmedas lenguas sin despegarse ni un segundo, ni siquiera para respirar.

Justin dejó de besarlo un momento.

— Maluma, hazlo ya — rogó con la respiración entrecortada de tanto placer.

Maluma dio un masaje a su miembro con una sola mano, preparándolo para introducirlo en él mientras que con la otra sostuvo de la cadera a Justin.

Posteriormente Maluma alzó sus piernas poniéndolas en sus hombros y empezó a penetrarlo desesperadamente haciéndole sentir el mayor de los placeres.

– No pares Maluma, no pares... – gimió.

No contestó, solo se dispuso a aumentar el ritmo y sus movimientos, haciéndoles gemir aún más en cada embestida.

Justin movía sus caderas al compás de la embestidas de aquel fantástico ritmo que los llevaría al mayor placer.

Maluma abrazaba a Justin mientras que él arañaba la madera dejando otra de las tantas marcas con una mano y la otra se encontraba en la espalda del rapado, cada embestida era más fuerte y Bieber gemía sonoramente.

En la habitación solo podían escucharse jadeos y gemidos.

Maluma jadeaba cansado, pero seguía penetrándolo cada vez más rápido y sentía que moriría del placer.

Los movimientos de cadera de Justin eran desenfrenados mientras el ex guardaespaldas se hundía en él hasta llevarlo al clímax.

El Guardaespaldas IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora