Capítulo 36

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Es obvio que no, medito.

—¿Es más importante cómo se siente ella?

—No es eso —contesta dejando la guitarra a un lado—. Claro que no...

Deseo creerle porque he bajado las defensas y temo que me lastime. Nunca debí dejarme llevar de esta forma, pero lo hice y ahora no sé cómo reaccionar estando tan vulnerable frente a él. Quiero que se preocupe por mí como lo hace por ella... ¿Es eso ser demasiado egoísta?

—Iré con los demás...

Intenta sujetarme de la mano, pero la aparto antes. Minerva es quien abre la puerta corrediza y distingo mi mismo sufrimiento en sus ojos tapatíos.

—¿Y cómo quedó la canción? —me pregunta en un tono demasiado amable para lograr odiarla.

Bajo la cabeza y aprieto los puños... ¡No puedo creer que me esté pasando esto!

—Bien —contestó—. Creo que les gustará.

Me aparto de su camino, ya que ha salido en busca de Dimas, y suelto un sonoro bufido al llegar al mini bar con Gabriel y Eric. Es el primero quien me sirve una copa de whisky con algunos cubitos de hielo y sonríe de manera condescendiente al ver la furia que me consume.

¿Furia... contra quién? ¿Dimas? ¿Minerva...? ¿Contra mí? ¿Quién es más culpable?

—Si te hace sentir mejor no eres la única molesta con esto —dice el líder.

Es cierto, Gabriel está enamorado de Minerva...

—Todo por ese concurso... ¿Por qué es tan importante?

—El ganador irá a nivel nacional y en la última etapa se espera un premio sorpresa, además de la grabación de un álbum discográfico con BMusic —responde Eric—. Debo admitir que me produce algo de curiosidad el dichoso premio.

Bebo del whisky sin contener la mueca que siempre hago con esta bebida y mi amigo se burla con una sonrisa socarrona. Estoy ideando alguna frase ingeniosa cuando escucho los tacones de Sofía al bajar por las escaleras... Esta vez soy yo la que tiene que cerrarles las bocas a mis dos compañeros mientras sonrío de forma aprobatoria a la despampanante rubia que se ha detenido frente a nosotros con una sonrisa tímida.

—¿No es demasiado? —pregunta ella.

—No —contestan a coro los dos chicos y luego desvían la mirada avergonzados.

—Estás preciosa —digo—. ¿Nunca pensaste en ser modelo?

Sofía entorna los ojos, porque no es la primera vez que le digo algo así, y se recarga a mi lado en el mini bar. Eric no deja de mirarla hasta que me descubre observándolo y se marcha diciendo algo entre dientes que no alcanzo a escuchar. Sofía está muy nerviosa y ni se ha enterado del efecto que causó en él; apenas regrese de su cita le contaré lo que vi.

—¿Y Cedric?

—Salió rápido, pero debe regresar en cualquier momento y... —me contesta con el rubor subiendo por su rostro en cada palabra.

—Un suertudo —le hago un guiño a Gabriel y éste ríe.

—Sí, la verdad sí.

Sofía nos agradece y se concentra en mirar los bonitos zapatos de tacón blancos. Tiene un vestido color rosa pastel, que le llega casi a la rodilla, y su cabellera rubia va suelta sobre los hombros. Estoy a punto de gritar de alegría porque está usando uno de esos vestidos que suelen envejecer en su guardarropa con la etiqueta del precio y, por el simple hecho de traerlo a la playa, significa que en serio está poniendo todo de su parte.

La Melodía de Aura 1 - PreludioWhere stories live. Discover now