Soluciones

4.1K 318 177
                                    

Me sentía demasiado tensa: Félix estaba en la mansión. Sentí las manos de Thomas en mis brazos y me giré a verlo.

- ¿Dónde están? - Mi voz salió con nerviosismo puro y latente.

- Escondidos en el sótano. Felicia pudo verlo venir y Ricardo nos hizo escondernos acá. Cami, no sé cuánto tiempo podremos estar aquí; sólo ruego y pido que a ustedes les vaya mejor. - Quise decir algo pero escuché que se cortó la llamada.

- ¡Mamá! - Mi voz se quebró y las lágrimas hicieron camino a través de mis ojos.

No, pendeja, ¿por dónde más creías que iban a salir? ¿Por las orejas? Me aferré al pecho de mi esposo y sus brazos me rodearon con protección.

- Estarán bien, Cami. Iremos a ver a los poderosos en una hora. - Asentí sin dejar de llorar y sin separarme de él.

Lo que más me preocupaba era mi pequeño: tan indefenso, tan tierno, tan él.

Un leve sollozo escapó de mis labios, sintiendo cómo Thomas apretaba su abrazo. Tengo que ser fuerte, valiente y positiva; encontraré la forma de salvarlos a todos.

Me separé de Thomas, secando mis lágrimas con rapidez y algo de brusquedad; él me miraba con cierta tristeza.

- Estoy bien, amor. Iremos a verlos y no me importa cómo o a quién tenga que matar pero hablaré con ellos hoy mismo. - Él sonrió, acariciando mi mejilla.

- Esa es mi chica. - Sonreí, dejando un beso en sus labios.

- Necesito darme un baño para relajarme. - Su sonrisa torcida hizo presencia.

- Yo te acompaño. - Reí y asentí, tomando su mano, llevándolo conmigo al baño.

Al entrar, nos deshicimos de nuestra ropa y estaba lista para entrar a la ducha, cuando sus labios hicieron conexión con mi piel; ambos estábamos necesitados y la necesidad hizo presencia de manera eficaz.

Sus labios dejaban besos húmedos por mis hombros y sus manos acariciaban con suavidad mi cuerpo, provocando espasmos de placer en mi ser. Mis manos se aferraban a su cabello, incitándolo a toda lujuria.

En un movimiento rápido, me hizo quedar frente a él, dejándome ver sus ojos dorados que me hacían querer gritar que me hiciera suya de una buena vez; entendiendo mi mensaje subliminal, se apoderó de mis labios como si no hubiese un mañana, mordiéndolos con sensualidad.

Hizo una pequeña herida en mi labio inferior al morderlo, dejándome sentir el leve rastro de sangre brotar, haciendo que ambos gimiéramos de placer. En un salto rápido, me acomodé en su cintura, envolviendo mis piernas en ella, pegándolo más a mí. Sus manos apretaban mi trasero con fuerza, causando un deseo irreversible por él dentro de mí.

- Te necesito, amor. - Mis palabras se escabulleron en un susurro demasiado lujurioso. Thomas se estremeció, pero sentí su sonrisa en mi hombro.

Sentí que se separaba un poco de mí, observándolo con deseo; su sonrisa pícara y su mirada deseosa me contemplaban con determinación. Lo miré algo confundida y enojada, pero su embestida fue tan sorpresiva, que mi gemido de placer escapó de mis labios con desmedida fuerza.

Ambos nos movíamos al mismo ritmo lento, aumentando las embestidas en el proceso. Ya no podía lastimarme, ya no me dolería, ya no sufriría.

Mis gemidos inundaban la habitación, con mis uñas aferrándose a su esplendorosa espalda. Sus gruñidos eran fuertes y roncos, llenando mis oídos de júbilo y placer desmesurado. Cuando sentí que explotaría, él clavó sus colmillos en mi piel desnuda, haciéndome llegar a la gloria. Sentí cómo el color de mis ojos cambiaba con rapidez pero no podría decir qué colores tomaban.

En La Oscuridad (Completa Y Corregida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora