La vida es como un arcoíris, puede brillar con intensidad haciendo que los colores hagan vibrar tu alma, llenen un pequeño rincón monocromático de vida y amor; pero también puede desaparecer en medio de las ennegrecidas nubes, creando una tempestad...
―Este es uno de los retos que deben cumplir sí o sí antes de morir, ¡Es fantabuloso! ―Solté una carcajada ante esa palabra tan loca que me enseñó una amiga venezolana, desde entonces la he usado con mis fans, jamás me ha gustado llamarlos así, pues no existe nada que me haga diferente a ellos, todos somos iguales sin importar el estatus social, la ropa que usamos ni lo que pensemos de la gente... todos sentimos, todos amamos y sin esa ropa ni ese estatus todos somos humanos―, es como si volaras por ese pequeño instante y bueno... llegamos al final de éste reto y como siempre les digo: no dejen para mañana lo que pueden hacer hoy, la vida es un instante y nosotros nos encargamos de hacer esos instantes únicos y especiales, ¡Hasta otro nuevo reto! ―Soné un beso hacia la cámara y la apagué.
Dejé caer mi cabeza hacia atrás e involuntariamente comencé a reírme a carcajadas, seguro los que estaban en la lancha creyeron que estaba loca ―en realidad había algo de verdad en eso― la felicidad era uno de los sentimientos que embargaban cada pequeña parte de mi alma luego de una experiencia tan maravillosa como esa, así ha sido mi vida desde hace tres años, amo la adrenalina, el riesgo y romper las reglas.
Aún recuerdo la primera vez que rompí las reglas, me costó un año sin licencia para conducir, en ese momento coloqué mi pie sobre el acelerador y sentí como la adrenalina aumentó en mi interior en sincronía con la aguja del kilometraje, fue allí cuando mi respiración se detuvo unos segundos y mis manos temblaron ante el sinfín de sensaciones. Desde ese día supe que hacer retos sería mi destino, porque las reglas se hicieron para romperse, no para limitar tus sueños ni ponerle fin a tu camino.
Luego de aquello siempre ansiaba sentir la adrenalina, anhelaba experimentar nuevas sensaciones, deseaba sentir como mi cuerpo enloquecía por la mezcla del miedo y la excitación.
Junto a mis amigos, José y Cara, creamos un blog en internet donde todos los meses subíamos un video cumpliendo un nuevo reto, un reto que proponían los chicos. Ellos fueron los únicos que apoyaron mis locuras ―a parte de mi mamá― y aunque muchas veces me reprendió, sé que lo hizo porque se preocupaba y me quería. Poco a poco fui siendo conocida en todo Nueva York, todos me reconocían por mis saltos, mis carreras y toda clase de locura que se formaba en mi cabeza.
La lancha se detuvo sacándome de mis pensamientos, agradecí a los amigables hombres y empecé a correr entre el denso follaje de los arbustos y árboles hasta que llegué hasta donde mis amigos me esperaban.
―Eso fue sin duda uno de tus mejores saltos, Sky. Esto te hará más conocida. ―Sentí los delgados brazos de mi amiga rodearme para luego darme un beso en la mejilla.
―Sabes que hago esto porque lo amo, no por el número de visitas en el blog.
―Amiga mía, serás famosa. ―Las manos de José jugaron con mi cabello rubio convirtiéndome en una maraña de cabello andante, volteé a verlo y le dediqué una mirada de esas que matan, pero en él no tiene ningún efecto, sólo logré que besara mi mejilla y sonriera.
José es un chico realmente hermoso, tanto por fuera como por dentro, es uno de esos chicos que te atontan con sus palabras y te hacen sentir especial por la forma en que te mira con esos ojos miel; tienen una pizca salvaje y una pizca encantadora capaz de derretirte, su piel trigueña hace un perfecto contraste con éstos, es alto, tan alto que yo parezco un duende a su lado.
«Si no fuera mi mejor amigo lo tendría bajo mi cuerpo en una cama.»
Mis mejillas se calentaron por mis perversos pensamientos, le di una mirada que él captó de inmediato y me lanzó una sonrisa socarrona, negué con la cabeza y traté de ocultar con mi cabello el tono rosado de mis mejillas. Volteé hacia mi amiga pelinegra que iba a mi lado escribiendo algo en su teléfono, sus ojos azules chocaron con los míos y me brindaron una de esas cálidas sonrisas que siempre me han reconfortado, sabía cuánto odiaba que la molestara por lo que mojé mis manos con mi cabello y las pasé por su rostro, ella gritó molesta y yo me largué a reír.
―¡Skyler Valentina! ―Me miró totalmente enfurruñada y temí por mi vida.
―Es agua, cariño, tampoco es para tanto. ―Me fulminó con la mirada y pasó por mi lado hecha una fiera, sus pasos fueron firmes y seguros, ahogué una carcajada al notar el movimiento exagerado de sus caderas, si yo tuviese ese cuerpo de modelo también hubiese caminado así. Corrí hasta estar lo suficiente cerca de ella y de un brinco me subí a su espalda, Cara se tambaleó y antes de que comenzara a usar su libro de insultos conmigo comencé a darle repetidos besos en la mejilla.
―A veces eres insufrible, Sky. ―Trató de hacerse la molesta, pero su rostro risueño la delató.
―Sabes que así me amas. ―Se encogió de hombros y soltó una pequeña risa.
Cuando estábamos en la carretera vi el convertible negro de José al otro lado de la calle, me bajé de la espalda de Cara y corrí hasta el asiento del copiloto.
―No es justo, yo iba ahí. ―Cara se subió en el asiento trasero y se cruzó de brazos como una pequeña, le pasé un chocolate y sus ojos brillaron, a veces pensaba que ella jamás dejaría de ser una niña. ―Encendí la radio y le di todo el volumen mientras cantaba a todo pulmón Read yor not, me subí en el espaldar del asiento y levanté mis brazos mientras el viento golpeaba mi cuerpo, Cara se puso de pie entre los dos asientos uniéndose al coro, mire a José que iba conduciendo, se colocó unos lentes negros y cantó con nosotras.
Momentos así son los que atesoro en mi corazón, donde sentí que sí era más feliz, mi alma y mi corazón explotarían. La amistad es uno de los tesoros más preciosos que alguien puede obtener, tener a personas que alegren tu día y pinten un día nublado con los más brillantes colores, más que un honor es una bendición.
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