Capítulo 5

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Taylor Swift - Safe and Sound

Taylor Swift - Safe and Sound

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01 de Octubre 2014

Skyler

A veces pequeños detalles pueden cambiar el rumbo de nuestros caminos, tal vez una llamada, una sonrisa, una disculpa o una simple mirada, pero estamos tan cegados que no somos capaces de ver las oportunidades que la vida nos da, quizás si fuésemos un poco más tolerantes, más comprensivos... quizás nuestros destinos fuesen diferentes.

La voz de Bridgit Mendler adormece mi mente, los fuertes golpes de la batería junto a las notas del bajo y la guitarra en perfecta sincronía me hacen querer bailar, saltar y cantar, si tan sólo mis pulmones lograran retener suficiente oxígeno lo haría, pero no puedo, así que sólo sigo el compás con mis manos. Es raro como todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, como algo tan simple puede convertirse en un obstáculo.

El sonido del timbre resuena sobre los acordes de la guitarra, sin detenerme a pensar corro escaleras abajo con el bolso en mi espalda ―que ahora es mi mejor amigo― al llegar al último escalón mi vista se nubla y mi pecho arde ante la falta de aire, antes de impactar contra el suelo logro sostenerme de la barandilla, me dejo caer en el escalón mientras mis pulmones imploran por un poco de aire, escucho la voz de mi nana alarmada acercándose, escondo mi cabeza entre mis rodillas y trato de tomar largas bocanadas de aire, sin embargo mi garganta arde y termino tosiendo, siento como mi cuerpo se debilita y la voz de mi nana se va alejando más.

―¡Mi niña! ¡Sky! ¡Dios mío...! ―Como puedo llevo una de mis manos hasta sus labios haciéndola callar, el silencio se ve opacado por un zumbido ensordecedor en mis oídos, levanto mi cabeza y la dejo reposar en su hombro, siento sus manos temblar mientras acaricia mi cabello, el aire poco a poco comienza a llenar mis pulmones, abro mis ojos y me regaño mentalmente por ser tan distraída.

―Es... estoy... bien ―Tan sólo hablar se me dificulta, vuelvo a tomar aire y me quedo unos segundos apoyada en su hombro, cuando me siento un poco mejor me pongo de pie, los ojos castaños de mi nana me observan preocupados y con cierto atisbo de miedo―, tranquila, es...toy bien, a veces olvido que mis pulmones no funcionan normal y... que ya no puedo correr. ―Beso su frente y me dirijo a la puerta a paso lento, abro y un señor regordete de ojos oscuros me entrega una caja, firmo el recibo y me encamino hacia las escaleras, mi adorada nana me mira con curiosidad desde su lugar.

―¿Qué te traes entre manos? ―Sonrío y le guiño un ojo.

―Que nadie me moleste, nana, Sebas no vendrá hoy así que no estoy para nadie, te amo, mi panda. ―Miranda suelta una fuerte carcajada ante el apodo que le doy, siempre la he llamado así por sus ojeras, que ya son parte de ella, y por ese delantal blanco y negro que siempre usa.

―Yo también, mi niña traviesa. ―Besa mi frente y se encamina a su lugar favorito, la cocina.

Luego de la larga tarea de subir las escaleras por fin estoy en mi habitación, tomo el exacto de mi peinadora y con la emoción burbujeando como lava hirviendo en mi pecho rompo la cinta que sella la caja, varias pinturas y pinceles aparecen ante mis ojos, una paleta sin usar y un lienzo en blanco se notan en el fondo de la caja, camino hacia mi armario y tomo el papel donde está una foto de mis quince años, lo llevo con cuidado hasta donde está la caja y coloco el lienzo sobre éste, tomo la paleta en mis manos y comienzo a llenar de colores, antes de comenzar a pintar cierro la puerta con llave y pongo la música a todo volumen, tomo un pincel del estuche y con la voz de Avril Lavigne haciendo vibrar mi alma, trazo la primera línea.

Rojo Carmesí © COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora