Extra II

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1 de Septiembre 2015.

Violeta

Dejo mi cabello suelto hasta mi cintura y corro hacia la sala, mis manos y parte de mi rostro están manchados con pintura, pero es algo que poco me interesa en este momento, tomo mis zapatillas negras y me las coloco con rapidez, ya llevo cuarenta y cinco minutos de retraso, seguro el señor Adams pensará que soy una irresponsable, es la primera entrega de mi cuadro y ya voy tarde porque mi querida amiga ―la inspiración― decidió aparecer dos horas antes de mi entrega, y como ella es la que manda no me pude contener y terminé pintando algunos detalles ―muchos― al cuadro abstracto que se me ocurrió hace unos días.

Tomo el cuadro con mis manos temblorosas y salgo corriendo del departamento, bajo las escaleras sin optar ni siquiera por el ascensor, salto los escalones de dos en dos y saludo con una sonrisa al don de la recepción, cuando estoy en la calle detengo el primer taxi que veo, le digo la dirección del museo y dejo caer mi cabeza en el asiento.

Observo el cuadro a mi lado con melancolía, los colores a pesar de ser sombríos expresan demasiado el cómo me he sentido los últimos días: en los bordes del lado derecho se ven gotas de lluvia que poco a poco van tomando la apariencia de un mar agitado, en la parte izquierda la silueta de una mujer ―yo― con cabello negro de lado y que llora, le dediqué mucho tiempo a profundizar la mirada violeta llena de lágrimas, el cabello poco a poco se difumina y se pierde en lo que yo llamo «Mar destrozado.»

La pérdida de mi hermano ha causado tantos sentimientos que no encontré mejor manera para expresarlo que pintando, lo llame «Mar destrozado» porque así me siento, destrozada y perdida en un mar infinito, sintiendo que en cualquier momento me hundiré y no habrá nada a lo que pueda aferrarme. Sin embargo no me rindo, sigo adelante luchando por ser una artista reconocida como siempre soñamos, porque sé que él hubiera estado muy orgulloso de mí.

El auto se detiene frente a la hermosa construcción, le pago al taxista y bajo para encaminarme dentro del museo, aunque ya he estado en varias ocasiones aquí, sigue sorprendiéndome lo hermoso y artístico que es este lugar, me gusta la paz y tranquilidad que transmite.

Me dirijo hacia el centro del lugar para apreciar de nuevo aquella pintura tan sencilla que vi la última vez que vine, observo el techo pintado y justo donde los cielos colisionan ―en el centro del arco iris― justo ahí se encuentra la pintura que tanto me encanta por su sencillez y sus trazos torpes llenos de sentimiento. Siempre que puedo la aprecio tratando de encontrar su significado: las notas musicales, las siluetas, el arco iris, la cascada que se refleja en la silueta del hombre y los labios rojos de la chica. Transmite tanto y a la vez nada. Sólo los ojos soñadores son capaces de ver lo especial en cosas tan insignificantes, su firma es lo que más que gusta «Rojo Carmesí», es muy original.

Muchos rumoran que esa pintura es muy especial para el señor Adams, algunos dicen que se la regaló su novia, otros dicen que él lo pintó, pero prefiere el anonimato; nunca me ha gustado eso del chisme, no obstante, sí tengo cierta curiosidad por saber quién pintó el cuadro que me ha llegado a inspirar en muchas ocasiones.

Rojo Carmesí © COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora