—¿Hace mucho que eres maestra aquí?

—Sólo estoy supliendo —contesta con expresión rígida— ¿Y tú? ¿Vienes a intentar aprender algo?

Apenas un intercambio de palabras y ya me ha atacado, suspiro.

—Creo que deberíamos hablar.

—Ya has dicho todo lo que tenías qué decir y yo también, no hay nada de qué hablar.

Una chica abre la puerta y le dice a mi madre que debería entrar ya, pues ella presentará el libro.

—Como puedes ver, estoy ocupada.

Asiento y la detengo con el nombre que ha causado todo esto.

—Es sobre Aura.

Mi madre se congela en su sitio y me mira sobre el hombro. La chica permanece en la puerta y cuando nota que es una conversación privada es que desaparece dentro del salón.

—LibroFilia me llamó para una entrevista y...

—¿Aceptaste? —parece controlar la ira en sus palabras.

—No, ni sabía por qué era. Fue un amigo el que encontró el reportaje y...

—Silencio —masculla.

Me quedo con la boca abierta y miro alrededor al creer que alguien nos escuchó, pero no hay nadie. La noto debatirse sobre algo que no tengo idea y se quita los lentes para frotarse el entrecejo.

—Hablaremos después de la presentación.

—De acuerdo...

Me encantan las presentaciones de libros porque imagino la gran satisfacción que se debe sentir al ver tu trabajo de meses, o incluso años, materializado y a punto de volverse propiedad de diversos lectores. Sin embargo, no la sigo hasta el salón y me quedo en mi sitio esperando a que finalice el evento.

Enciendo un cigarro y leo un poco en mi lector electrónico recargada en la barandilla metálica. Un par de chicas salen del salón y parece que me reconocen, pero yo no a ellas. Van al baño y al regresar vuelvo a ser objeto de sus miradas curiosas. Antes de Dimas habría pensado que era porque saben que soy hija de Rosario o José Antonio, pero ahora puede ser por el ridículo video del beso entre Minerva y Dimas o las fotos que han subido de mí. En mi defensa, mi dichoso Instagram no se ha vuelto a actualizar y pretendo que así siga.

Como si compartiera una conexión mental con mi red social, recibo una notificación sobre un video en el que me han etiquetado... ¿Etiquetado? Siempre he odiado todo lo relacionado a esa palabra y ahora me obligan a usarla por una red social ¡Genial!

El desagrado me pasa rapidísimo al reconocer a Dimas; es un video de quince segundos cantando 12:51 de The Strokes una canción que les han pedido bastante. Se puede ver a toda la banda, menos a Minerva y creo que es ella quien lo ha grabado. Son esos segundos los que me hacen sonreír y sobrellevar la incómoda situación en la que me encuentro. El video recibe varios comentarios y, por suerte, nada relacionado a la vida personal de ninguno de la banda.

Tarareo la canción mientras sigo leyendo y estoy tan sumergida en mi lectura que doy un respingo cuando la puerta se abre al finalizar la presentación del libro. Aguardo hasta que mi madre se desocupa y se acerca hasta mí.

—¿Quieres ir por un café? —pregunto.

—No —contesta con clara incomodidad—. Vamos a uno de los salones.

La sigo con los brazos cruzados hasta el salón más apartado y, cuando voy pasando al lado de un grupo de chicos, escucho la canción del video que subieran los de la banda. Al girarme descubro a las dos chicas de antes observándome y me siento expuesta ante desconocidos.

La Melodía de Aura 1 - PreludioWhere stories live. Discover now