—¡Es verdad! —exclamo— Y me alegra saber que es dueño de un café donde puedo venir a gorronearme todo porque mi mejor amiga será su novia.

Sofía entorna los ojos con una amplia sonrisa en sus labios.

—El café lo ganó en una apuesta —comenta—. Él es de Cancún y su familia todavía vive ahí. Parece que era un caso perdido y al ganar el café sintió que era una señal del destino... Y aquí está.

—¡Vaya! ¡Yo quiero una señal de destino como esa!

La rubia ríe cubriéndose con delicadeza la boca y asiente.

—Conoció aquí a Federico y lo demás es historia.

Todos llegamos al mismo punto, medito.

—¿Entonces dejamos a Eric fuera de la ecuación? —pregunto, pues recuerdo que ella me llamó desde su celular.

—Sí, es demasiado intimidante.

—¿Eric? —río—. Ni al caso, pero sí un mujeriego.

—Definitivamente está fuera de la ecuación.

Intercambiamos una mirada cómplice y reímos. Es agradable pasar tiempo con ella como si, por un momento, no existieran problemas o situaciones complicadas. Al menos, aparto a Dimas por un rato mientras hablamos sobre la oficina o la chica que está ocupando mi antiguo empleo.

Recibo un mensaje que leo sin interrumpir nuestra plática y no puedo evitar sonreír al verlo.

Dimas: Te extraño.

Aura: Yo también... ¿Cómo van?

Dimas: Bien, pero no puedo concentrarme...

Aura: ¿Por qué?

Dimas: Por ti, quiero verte.

Aura: En un rato nos veremos en el bar.

Dimas: Y como si fueran años... Te dejo. Gabriel me esclaviza.

Aura: Eso te pasa por ser bueno. Suerte.

—Si sonríes un poco más podrías interpretar al Guasón de Batman...

Sofía está asomándose a un costado y leyendo la conversación. Doy un respingo y cubro la pantalla contra mi pecho.

—¡Chismosa!

—Tengo que cuidarte —sonríe—. Tal vez no pueda ir a golpearlo si te lastima, pero puedo enviar a alguien a hacerlo —me hace un guiño—. Pero, la verdad... creo que esta vez van en serio...

—Pero...

—¿Minerva? ¡Aura! Tú misma hiciste las paces con León y admites preocuparte por él... ¿Dejarías a Dimas por él?

—No —respondo con rapidez.

—Es lo mismo.

Quiero creer en sus palabras, pero algo dentro de mí se agita con rebeldía al intentarlo. No deseo sufrir lo mismo al confiar a ciegas y temo salir herida otra vez. No puedo enamorarme sin reparos de Dimas, tengo que afianzarme a mi sentido común o puedo salir más herida que nunca.

☆★☆

Estoy algo decepcionada porque no encontré a Dimas en el departamento y tampoco ha llegado al bar. No obstante, Mjölnir está aquí. Federico me los ha presentado, aunque ya los conocía y no parecen muy motivados a socializar. Sólo Henrik pareció alegre de verme y convenció a Federico de que me dejara tomar una cerveza a pesar de estar en mis horas de trabajo.

La Melodía de Aura 1 - PreludioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora