Primero empieza Minerva y la piel se me eriza con la suave melodía que desprende su violín, que además brilla con una luz azul celeste desde el interior del acrílico transparente.

Muy conveniente el color...

¡Es mágico escucharla! Me duela o no, es demasiado talentosa para dejarme influenciar por nuestros problemas personales y no apreciar lo que hace. Al poco rato se une Dimas y la intensidad de la melodía comienza a subir, a mi lado Nicolás parece marcar el ritmo con palmaditas en la rodilla.

Dimas toca la guitarra desde niño, mucho antes de conocerme, y siempre me ha cautivado el mirarlo con ese instrumento. Es un momento en el que parece escapar de la compleja realidad y sumergirse en algo especial, su música. Sus dedos se mueven despacio sobre las cuerdas y cierra los ojos en algunas partes; espero no parecer una bobalicona mirándolo.

—Me adelanto —se queja ella, rompiendo el encanto.

Dimas deja de tocar y se pasa una mano por el cabello.

—¿Segura?

—A mí no me pareció —opina Eric.

Minerva pide que empiecen de nuevo y repiten. Parece que aquel dueto es a media canción y me recuerda mucho al rock alternativo que tanto nos gusta. Dimas conserva esa autoridad que proyecta al tocar la guitarra y sus dedos se deslizan sin esfuerzo sobre las cuerdas haciéndolo parecer algo casi sexual... O yo estoy imaginando cosas, que también es muy probable.

Pasan la tarde ensayando por partes la canción hasta que, luego de un rato, deciden hacerlo desde el principio. Estoy emocionada por escucharlos por primera vez con una canción propia. Dimas y Eric tienen las guitarras, Gabriel está en el teclado, Minerva con su violín, Nicolás en el bajo y Cedric en la batería. Intercambian algunas indicaciones antes de empezar y Cedric da el conteo regresivo con las baquetas.

Me siento como una de esas admiradoras a punto de dar saltitos de emoción y gritar incoherencias, pero los admiro a todos y cada uno de ellos. No obstante, apenas comienza a cantar Dimas y sé que mi corazón no puede latir así por nadie más. Todo sería maravilloso si no fuera porque la letra, creo, habla sobre nuestra separación. Trago saliva e intento prestar más atención y descubro que es así... La canción, en pocas palabras, pregunta por qué lo abandoné y finaliza diciendo que encontró alguien más.

¡¿Qué demonios?!

Eric deja la guitarra recargada contra la pared y se sienta a mi lado.

—¿Ya quieres una cerveza?

—Sí, por favor.

Se dirige a la cocina con una de sus petulantes risitas. Dimas y yo intercambiamos una mirada incómoda, sabe que entendí la indirecta.

—¡Eric, muévete! —le apresura Minerva.

—¿Qué te pareció? —me pregunta Nicolás.

Hago un gesto afirmativo y luego me percato de que sigue esperando mi respuesta.

—Creo que es genial —murmuro, si elimino el significado de la canción es así—. ¿Es la última que compusieron?

—No, es una de las que ya teníamos y ellos sólo la aprendieron —contesta Gabriel.

Eric regresa con dos cervezas, él ya va bebiendo la suya y me entrega la otra.

—Todavía no escuchas las otras —me susurra al oído y disfruto la mirada recelosa de Dimas al observarnos—. Necesitarás whisky.

—Tequila —sonrío.

Eric sigue mi mirada y vuelve a reírse.

—Sólo tienes que decir la hora y el lugar.

La Melodía de Aura 1 - PreludioWhere stories live. Discover now