No espero que diga algo y no deseo mirarlo luego de contarle eso.

—Intenté hablar contigo por mucho tiempo y siempre me evadiste, después de un tiempo perdí las esperanzas. Él llegó cuando estaba vulnerable y yo no tenía a nadie más... ¡Tú sabes cómo es mi familia! León se convirtió en mi familia, mi amigo y mi todo... No necesitaba nada más mientras estuviera conmigo y creí que era mutuo, pero no fue así.

Él era muy celoso, poco a poco terminé apartándome de todos mis amigos y sólo mantuve la amistad de Sofía. Contradecirlo conducía a... bueno... esos empujones y jaloneos...

—¿Por qué no lo dejaste antes?

—Lo intenté —murmuro—, pero siempre supo cómo convencerme de regresar...

Dimas suelta un bufido y aprieta los puños con determinación.

—Lo siento, no sabía nada de eso... Dejé de entrar al correo electrónico donde me enviabas los mensajes y luego yo...

—¿Qué...?

Pasa una mano sobre sus rizos en señal de frustración pura.

—Intenté buscar algo de ti poco antes de regresar a la ciudad y descubrí que habías eliminado tus redes sociales.

—Eso fue cuando él se comprometió con Marina porque continuaba buscándome —suspiro—. Era tan fácil de convencer...

—¿Tú y él...?

—¡Ya lo sabías!

—Pero no que él estaba comprometido en ese tiempo...

—Pues sí...

El único sonido que se escucha son las voces de los actores hablando en inglés y la música ambiental. No sé cuánto tiempo pasamos así, pero es bastante hasta que él vuelve a hablar.

—¿Y fue por mí? ¿Estabas con él porque te recordaba a mí?

Es obvio que preguntaría aquello, pero tengo mucho miedo de responder.

—Mira... no tenemos que hablar de eso. Tú estás con Minerva y...

—No estoy con ella.

Me giro, quiero mirarlo a la cara, descubro que estamos separados por unos escasos centímetros.

—Hemos quedado como amigos porque no puedo continuar lastimándola. Ella no merece eso, es una gran chica.

—Lo sé —musito.

—Entonces... ¿Él te recodaba a mí?

Entorno los ojos y asiento.

—Pero si fuiste tú la que terminó conmigo.

—Todavía no lo entiendes —digo—. ¿No te das cuenta? ¡Lo que más quería era irme contigo! ¡Teníamos meses haciendo planes! ¿Crees que te dejé porque ya no te amaba?

—¿Y por qué lo hiciste?

—No puedo decirlo. No importa cuántas veces lo preguntes, nunca lo diré.

Dimas baja la vista hasta mis manos y susurra.

—¿Te pagaron mis padres?

—¡¿Qué?! —exclamo y me cubro la boca, espero no despertar a Sofía—. ¿Cómo puedes pensar eso?

—Pensé muchas cosas, Aura —responde volviendo a mirarme, empiezo a hundirme en sus ojos celestes—. Fue repentino... Sólo llegaste y me dijiste que no podías marcharte... Estabas muy extraña.

—¡Claro que lo estaba!

—¿Por qué?

Dejo caer mi cabeza entre mis manos y revuelvo mi cabello, es una discusión sin salida.

—Entiéndeme —me susurra al oído provocando que toda mi piel se erice, lo miro a los ojos y muerdo mis labios—, me lastimaste como nadie lo ha hecho y aun así...

—¿Aun así qué...?

—Me importas más que nadie... —confiesa, mi cuerpo entero está ansioso por volver a sus brazos—. Pero temo que puedas volver a marcharte sin revelarme el motivo...

Deslizo mis manos sobre las suyas y deja un beso en mi frente. Nos quedamos así un instante hasta que sus labios descienden sobre mi piel y acarician mi boca. Nos miramos con la poca luz que llega desde la televisión y soy yo la que acorta la casi inexistente distancia hasta él. Se estremece mientras me responde y sus labios se mueven con un ritmo lento, dura apenas unos segundos en los que mi memoria desencadena los recuerdos de nuestro amor.

—No puedo ser tu amigo —susurra aún sobre mi boca, sus palabras hieren—, sólo tu amigo.

—¿Qué...?

Capturo su mirada esperando por su respuesta.

—Pero tengo que intentarlo...

—Está bien...

Él se deja caer en el sofá y me atrae con cuidado hasta recostarme contra su pecho. Suelta un quejido, yo lanzo un quejido y nos reímos para luego volver a quejarnos. Estamos algo maltrechos.

Escucho su respiración y por ratos deja un beso en mi cabello. Nos hemos perdido casi un capítulo completo, ninguno intenta repetirlo. Continuamos con el siguiente episodio y hablamos sólo para referirnos a algo de la serie de televisión.

—En verdad deberíamos comprar el Xbox —comenta.

Sus brazos rodean mi cintura y deja un beso en el lunar de mi cuello a través del cabello. Muerdo mis labios, conteniendo un suspiro, y siento ese agradable hormigueo en el vientre.

—Me parece bien.

Afuera los primeros rayos del sol comienzan a salir y por primera vez, en mucho tiempo, deseo que la noche sea eterna con Dimas a mi lado. 

La Melodía de Aura 1 - PreludioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora