—Deberíamos comprar un xBox —dice de pronto.

Sonrío, es otra cosa que tenemos en común.

—Iba a comprar uno, pero no quise excederme con mis gastos.

—Lo podríamos comprar entre los dos.

—Sí, estaría bien.

No puedo borrar la sonrisa tonta de mis labios por el simple hecho de saber que él continuará viviendo aquí... ¡Eso es terrible! No soportaré verlo con Minerva o que ella se quede a dormir con él... ¡Ugh! Suficiente, he dejado de sonreír y trituro una palomita con crueldad intentando calmar esos sentimientos complejos que se agitan en mi pecho.

—Sobre lo que dije antes —murmuro, abochornada e intentando actuar con madurez— de no traer chicas a la casa y eso... No hay problema ¿Sabes? También vives aquí y Minerva puede quedarse a dormir las veces que quiera.

Y yo compraré unos tapones para los oídos... ¡Así ni me enteraré de lo que hacen!

—No voy a traer a Minerva o a ninguna otra chica.

—¿No?

—No...

—Bueno... como quieras.

Bebo un largo trago a mi refresco y subo las piernas al sofá, abrazándolas. No puedo recargarme en el respaldo porque me sigue doliendo el brazo y dejo el cuerpo hacia delante.

El tacto cálido de su mano sobre la zona herida me sobresalta.

—Es un imbécil —espeta acariciándome—. ¿Te duele mucho?

—Un poco —admito—, pero no importa. Siempre duran poco.

Él se congela, observándome, y comprendo lo que dije.

—¿Duran poco? ¿Te ha golpeado antes?

—No...

—Aura, no me mientas —masculla—. ¿Te ha golpeado?

Dimas aparta el bol de palomitas y lo deja sobre la mesa. Se acerca hasta mí, sosteniéndome la mirada con furia.

—Nunca me golpeó...

—¿Entonces?

Suspiro y bajo las piernas del sofá. Dimas está demasiado cerca y lo único que deseo es abrazarlo; deslizar la mano sobre su abdomen arriba de la horrible marca que tiene.

—Éramos un poco violentos —murmuro, asombrándome de lograr decirle eso a alguien que no sea mi psicóloga—, pero nunca llegamos a los golpes.

—¿Éramos? No te estoy entendiendo...

—Sí, bueno... León es un poco celoso. —Me paso una mano sobre el cabello— Mejor dicho, muy celoso. Y siempre peleábamos por cosas así... ¡Eran cosas pequeñas, nada grave! Un empujón o algo por el estilo.

—¿Por qué lo permitías?

Estrujo las manos sobre mi regazo y tomo aire. Detesto cómo de noche las cosas pueden parecer más fáciles de lo que en realidad son.

—Estaba enamorada, creo —contesto—. No lo sé, ahora no sé si alguna vez estuve enamorada o sólo...

Callo, no puedo admitir todo eso frente a él ahora que ha regresado con Minerva.

—¿Sólo...?

—Yo... —Tomo aire y concentro la vista en la pantalla sin comprender nada de lo que sucede ahí—. Sofía siempre ha dicho que comencé a salir con León porque me recordaba a ti.

La Melodía de Aura 1 - PreludioWhere stories live. Discover now