Extras

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Desde chica disfruté mucho haciendo actividades extras en mi tiempo libre. 

La primera de ellas, fue un pequeño curso de dibujo y técnicas plásticas a los 5 años, que no funcionó ni un poco. La profesora que lo dictaba era una mujer adulta, de pelo blanco y voz amenazadora. En mi primer clase, tenía que completar todo lo que habían hecho mis compañeros desde principio de año, lástima que no recuerdo en qué momento empecé el curso, pero creo que fue en mayo o junio. Eran seis deferentes técnicas de dibujo y de coloreado, recuerdo uno en particular, sobre cómo pintar las hojas de los árboles en las diferentes estaciones, quedé maravillada con el trabajo de mi compañero de al lado, y me desmotivé bastante con mi trabajo. Esos fueron unos meses en los que noté que no era muy hábil para el arte plástico en papel y me rendí para siempre.

Mientras vivíamos en la casa de mis abuelos, desde muy chica me gustó inventar historias. A veces las escribía en papel y dibujaba junto a la perezosa escritura, lo que intentaba decir, otras sólo las recitaba de forma improvisada mientras mi tía decía objetos o sucesos y yo los introducía súbitamente intentando justificar los hechos. También a mi abuela paterna le había pedido que me prepare pequeños libros doblando y cortando hojas sin escribir, para completar con mis historias. Supongo que gracias a eso ahora estoy escribiendo para que puedas leerme luego.

Cuando nos mudamos, comencé a tener más tiempo libre, pero estaba sola porque no tenía aun con quién jugar. Por lo que, cuando Camila me invitó a practicar artes marciales, por más que no me llamaban la atención acepté de inmediato con la ilusión de verla y conversar más seguido. Lamentablemente no se trataba de hacer saltos atemporales de esos que parece que el aire sostiene al cuerpo, sino técnicas y posiciones de defensas sumado a una serie de ejercicios que debían ser perfectos con nombres raros que ya no recuerdo, al tiempo de gritabas HII-HOOO para sentir la energía fluir, escuchando música tranquila con sahumerios por todas partes. Tampoco dí muchos frutos en la disciplina, por que prefería jugar a la "mancha" y correr entre mis compañeros o hacerles cosquillas mientras aprendían posiciones más avanzadas.

Ese mismo año, mi curiosidad me ayudó a descubrir algo que se transformaría en más que un hobby. Mi abuela materna estaba planeando hacer un viaje a Italia junto a mi abuelo, para conocer la ciudad natal de él y parientes que abandonó en su juventud buscando huir de la crisis del país en los años 60. Como ella no era oriunda, estaba haciendo un curso de italiano para turistas, dictado por la sobrina de mi abuelo. Yo estaba quedándome en su casa por unos días cuando ella tuvo que ir a sus clases y no tenía con quién dejarme. Finalmente me ofreció llevar un libro para pintar o un cuaderno para escribir o dibujar, como yo quisiese. Una vez allá, presté atención a la clase en lugar de enfocarme a cualquier otra cosa, tanto que la profesora se ofreció a enseñarme algunas cosas mientras podía. Gustosa, salí pronunciando precariamente el nombre de algunos animales, los números hasta el 10, frutas más comunes y saludos. La facilidad para comprender el idioma fascinó a mi abuela, que cuando me llevó a casa decidió que lo mejor era ofrecerle a mi mamá llevarme dos veces por semana a clases. Asistí casi por tres años, y fue una base muy importante para mí, por que me alentó a estudiar muchos idiomas más.

Siempre llamó mi atención la disciplina artística, como patín o gimnasia. Por eso cuando supe que una amiga del jardín asistía a clases de gimnasia cerca de mi casa, no dudé de proponerlo a mi familia.  La viga de equilibrio se convirtió en mi especialidad, disfrutaba haciendo las mismas cosas que sobre la cama elástica y dejar a mis profesores locos, con miedo y los pelos parados para terminar con una figura y postura casi perfecta. Tenía muchas expectativas sobre mí y lo que quería lograr. Mi meta en la disciplina siempre fueron los Juegos Olímpicos de Gimnasia Artística y los mundiales. Lamentablemente por mi corta edad no llegué a participar en torneos importantes y por una falta de confianza de último momento que me causó faltar al día de entrenamiento decisivo y no volví a clases a partir de ese día. Me sentía demasiado mal conmigo misma y también que le había fallado a mi entrenador. Es el amor de mi infancia y siento bastante añoranza al ver a estrellas como la norteamericana Simone Biles o al ucraniano Oleg Verniaiev, los admiro mucho a ambos, que además de buenos gimnastas parecen personas dulces y gentiles.

Ya en tercer año de primaria, tuvimos una discusión con una remera que estaba sucia y yo no quería lavar, enojada le grité al conyuge de mi mamá que no lo haría por que no éramos de la misma religión. Sin tener idea, pensaba que en la biblia decía como tenías que lavar la ropa, algunas personas dicen que ahí está todo lo que se necesita, así que yo esperaba que sea algo así como un manual de cómo vivir Tomo I. Lamentablemente sí era de la misma religión, como toda mi familia, era católico. Y como no podía ser de otro modo, esa semana se decidió que yo ya estaba lista para cumplir el segundo sacramento según esta religión, la comunión. Resultó que la biblia se asemejaba más a un libro de cuentos que una guía clara de cómo lavar la ropa sucia. Quién dictaba el curso era una mujer bajita, regordeta, de pelo rizado morocho y anteojos gruesos que apenas dejaban ver sus ojos como una fina línea detrás de éstos. Fueron los dos años más largos de mi vida. Faltaba a clases demasiado seguido, tenía incontables hojas en blanco en mi cuaderno y no lograba concentrarme ni comprender mucho, pero me gustaba participar en la misa llevando las ofrendas o acompañando al padre en las misas. Lo recuerdo con cariño, pero agradezco mucho que ya terminó.

Y ya para seguir avanzando un año más en mi vida, debo comentar que no me rendí totalmente en las artes plásticas. También tomé clases por un año de arte Cerámico. Tengo una caja con algunos de mis trabajos, los mejores que hice..? Me gustó mucho la disciplina, pero  como también era arte plástico, no fui hábil para eso. La mayoría de mis obras fueron ofrendadas a la basura.



Cómo creer - Wattys 2016Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt