Anécdotas de limpieza

39 2 0
                                    

La vida en casa era algo así como armoniosa. 

Pocos años después, cuando obtuvo su título, mi tía volvió a vivir con todos nosotros y fuimos 5 en casa, 6 contando a una gata adulta y celosa, que mi abuelo había dejado de lado por mí. Lo que hacía que el animal busque excusas todo el tiempo para rasguñarme o morderme. 

Hay algunos recuerdos anotados en un cuaderno azul, que datan del 2002 aproximadamente, cuentan que tomaba mis propias precauciones con la limpieza...

Mientras me cepillo los dientes pienso que hay muchas propagandas que dicen que los virus y bacterias están en el ambiente y en algunas superficies que usamos a diario. Debemos mantener las cosas limpias, como los dientes. Tengo mi pasta para niños y mi cepillo. Pero.. en la propaganda eso está sucio, ¿cómo dicen que se llama? Bidet? Así le dice mi abuela, eso que sirve para limpiarse después de ir al baño. Parece estar sucio. Si la pasta y el cepillo sirven para mis dientes, seguro dejará eso brillante como el de la propaganda. 

Termino de cepillarme y enjuago todo, uso la tacita para sacarme la espuma de la boca y la dejo en su lugar. Vuelvo a tomar el cepillo y la pasta, unto un poco sobre las cerdas y me agacho. Cuando estoy a la altura, que es casi la mía parada, pero como estoy haciendo cosas de grandes, tengo que hacerlo así.  Acerco el cepillo a la base del grifo y cepillo fuerte, hay algo blanco, es sarro. Y algo color marrón , pero sale fácil. Me esfuerzo un poco más para terminar de limpiar en toda la vuelta del aparato. En eso escucho pasos acercarse y siento que alguien me golpea la puerta:

-Lu, estas bien?

La voz de mi abuela llega a través de la puerta. Yo me quedo quieta, y algo asustada sin saber qué contestar, por lo que ella abre la puerta, y al verme lavando un elemento del baño, con mi cepillo de dientes, su expresión da varios giros. Primero, una oleada de tranquilidad, luego sorpresa,  también ternura y al último preocupación.

-Qué estás haciendo?

No identifico si está enojada o no, pero oculta una sonrisa en sus labios. Sonrío.

-Estaba limpiando.

Susurro, sé que no está enojada.

-A ver, dame eso. Ya no lo podés usar para limpiarte. Está sucio.

Se lo doy con una mano nerviosa, la Barbie dibujada en el mango me mira, me culpa de que estemos por separarnos.

-Mañana compramos otro, si?

Me quedo callada, dejo que me guíe a mi cama y que me tape.

-Hasta mañana.

+Otra anécdota+

Yo no miraba televisión todo el día, mi horario era por la mañana, después del programa de yoga de mi abuela, y luego al mediodía, aún así veía muchas propagandas que alentaban mi consumo y mis ganas de pedir cosas. Una de ellas fue un pianito con muchos colores, que sonaba diferente a los demás, me gustó mucho desde ese momento. Y era raro, yo generalmente prefería peluches o ropa, pero en vísperas del día del niño, me parecía genial.

Logré que me lo regalen, junto con un bebote de mi tamaño, que llamé Patricio.

El piano era genial, semanas después sonaba igual al primer día, sin melodías metálicas, las luces de colores prendían y los dinosaurios de colores bailaban al compás de la música de los botones. Decidieron dejarle las baterías puestas, muchas veces cuando yo molestaba se las sacaban por que era un poquito cansador, pero me cuidaba de no hacerlo funcionar en la hora de la siesta ni muy temprano, y casi siempre en el living o en el patio trasero, donde casi nunca había gente y no me retaban.

Un día estaba jugando, quería ver si bajo la tierra las luces también se veían, así que empecé a cubrirlo con pequeños puñados de tierra del jardín de atrás. Parecía una buena idea hasta que noté que cuando lo vean, y vean mi ropa sucia, iban a castigarme, y capaz ¡hasta quiten las baterías! No podía permitirlo. 

Tenía que limpiarlo. Lo desenterré y corrí dentro para buscar una solución. El agua de la cocina era demasiado alto para mí, corrí al lugar donde está el lava ropa, pero también era muy alto, luego fui al baño, la ducha tiraba agua por arriba en ese momento y todavía no sabía cambiarla para que salga por abajo. Giré sobre mis pies y ahí estaba. El inodoro, no me gustaba pero parecía una solución rápida. Tuve que subirme a la tapa para pulsar el agua, antes de meterlo, solo por precaución, ya podía ponerlo. Bajé y lo metí dentro. Cerré la tapa, me volví a parar sobre ella y pulsé el botón que hacía correr el agua. Sólo fueron unos segundos, escuché hasta que dejó de correr, me bajé y lo saqué. Estaba perfecto, brillaban los dinosaurios de colores. Feliz lo puse a secar al sol, donde a veces lo dejaba después de jugar.

Intentando disimular, me distraje jugando con otras cosas, con mis bebés Después de la siesta fui a jugar con mi piano limpio y seco, o intenté. No funcionó. Creí que sería por las baterías así que fui con mi abuela a pedirle ayuda, ella buscó a mi abuelo, quién nos dio baterías nuevas. Pero éstas tampoco funcionaron. Un poco desesperada, le pedí que pruebe con otras, que obviamente tampoco fueron suficiente para ponerlo en marcha. 

Me preguntaron si se me había caído o golpeado, si lo había pisado o pateado. Todas las respuestas fueron absolutamente ¡No! No sabíamos que era lo que estaba funcionando mal. Hasta que me preguntaron si lo había mojado...  me golpeó la culpa. Callada miré mis manos, mis dedos se volvieron interesantes de repente. La pregunta seguía resonando en el aire.. lo había roto yo? Por qué no debía mojarlo?

-Si.. 

-Por qué?

Conté la historia, cada palabra era un nudo en mi garganta. La expresión de todos tampoco ayudaba, primero una mirada acusadora y luego..

-Esperemos a tu mamá a ver que hacemos.

Por supuesto que no había mucho para hacer. El piano no sonaría y sería toda mi culpa. Tomé a mi bebé de plástico de la mano, en busca de apoyo. Me sentía mal, pero eso no ayudaba. No podía estar tranquila hasta que ella llegó.

Por suerte no fue nada trágico, ella me comprendió así que sólo me pidió que prometa preguntar antes de limpiar algo, y no lo haga por que algunas cosas se rompían y no iban a funcionar después, pero como yo me preocupaba por mis juguetes, me abrazó y me dio un beso en la frente, sin decir más.

+Otra anécdota+

El momento de la ducha era, para mí algo divertido, me gustaba parar mucho rato debajo del agua, jugando con imaginación. A veces era  una modelo, otras cantante,otras veces una presentadora de televisión, pero siempre había público mirándome. Otras veces solo jugaba a que era un monstruo. Esos eran los más divertidos. 

Cuando fui creciendo ya me bañaba sola, o al menos una parte, yo me ponía el jabón y tenía que llamar a mi mamá para que me quite el acondicionador. Yo disfrutaba enjabonarme toda y llamar la en eso momento y gritar ¡Soy el monstruo de la espuma! Mientras ella se quejaba que le interrumpía el momento de estudio para una tontera infantil. Daba igual, lo hice por mucho tiempo y  yo lo disfrutaba.




++++++++

Quiero agradecer a todos por leer y votar, es una motivación enorme lo que hacen para mí.


Cómo creer - Wattys 2016Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu