Barrio- Parte 2

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Recuerdo cómo fue que empezó, una reacción en cadena, una cosa siempre acaba llevando a otra. Una amistad a más amistades, amistades a confianza, tiempo juntos,burlas, apodos, desprecio, superación.  

En los días siguientes a mi encuentro con Cami, Martín y su hermano, Raúl, descubrí que en el barrio habían más chicos de nuestras edades: Lucrecia, Valentina, su hermana Anahí, Josefa, y dos hermanos de Martín, llamados Candela y Leandro. Creo necesario describirlos, uno por uno como se portaron conmigo y con el resto del grupo.

Camila

Como he mencionado ya su aspecto físico me saltearé esa parte. 

En su trato conmigo y el resto del grupo es una persona excepcional. Creo que ella es de las primeras personas que llamé amiga. Recuerdo que la mayoría de los días libres en los que podíamos vernos, nuestro horario comenzaba a las 10 hs.. nos separábamos para almorzar junto a nuestras familias a las 12:30 hs , y nos reencontrábamos a las 17 hs. al finalizar el horario de la siesta, hasta las 21 hs. Fue como una hermana para mí por años y sigue siendo una persona muy importante con la que ocasionalmente compartimos novedades. 

Raúl 

Era ya adolescente, o comenzaba a transitar la etapa. Recuerdo haberlo visto con acné, su cabello era morocho, largo y despeinado. No era muy alto, no muy delgado, tampoco inter actuaba mucho en el grupo, ya que decía que se estaba poniendo grande para jugar. Era algo que en ese momento yo no podía entender muy ben. De todas maneras también llegué a verlo como un hermano mayor. Me sorprendió haberle visto un poco atractivo la última vez, hace pocos años, definitivamente no era parte de ningún plan.

Martín

Él era algunos pocos años mayor que yo. Tenía al cabello rubio, ojos color miel, y era delgado. Aficionado a las competencias. No recuerdo nada que le produzca más satisfacción que ganar o ver perder a otro y hacer comentarios al respecto. Los juegos en computadora, canicas, o carreras a pie o en bicicleta alimentaban un espíritu competitivo que no necesitaba ser alimentado en absoluto. Debo darle el crédito de mi primer apodo despectivo y de mis primeros rechazos públicos. 

"Desde que te vi andar en bici sabía que te iba a ganar siempre, tortuga."

Tal vez ese pensamiento fue mi motivación a participar en los 1200 m. de carrera en los torneos entre colegios de mi ciudad actual. Por supuesto, no gané, pero me ayudó a creer que si podía terminar la competencia, podía mejorar hasta quedar entre los primeros puestos. Sólo pensaba en lo que él diría si yo pudiese ganar algo así. 

Le gustaba pasar por al lado mío, ver mi cara de esfuerzo, imitarme y sacarme ventaja en los últimos pasos a una velocidad que yo no podía igualar, mientras reía y gritaba "Tortuga, tortuga, otra vez le gané a la tortuga". 

Confieso que odio esos animales todavía.

Lucrecia

Se dejaba llevar por los complots organizados por Josefa contra mí y de vez en cuando aprovechaba para armar alguno. Como esa vez que corrieron todos a su casa, mientras yo contaba para jugar al escondite, y cerraron el portón con llave. Mi abuela la adoraba y me pedía que la invite a jugar más seguido. En mi casa, ella se comportaba como un asqueroso ángel. De modo que no tenía hechos para demostrarle a mi abuela que no me gustaba jugar con ella, y mucho menos, compartir mi lugar de juegos, mi abuela, mis muñecos, y el mismo aire básicamente.

Valentina

Creo que nunca le caí muy bien. Siempre me miraba, recelosa, no me dirigía la palabra, ni participaba en las actividades que yo proponía para pasar la tarde. No tengo muchos recuerdos con ella, excepto mis primeros intercambios groseros de palabras. Le gustaba llamarme "Tortuga podrida".  

Yo tampoco la quería.

Anahí

Ella sólo la recuerdo como adolescente. Creo que estaba estudiando en otra ciudad, por que nunca estaba en casa. Tenía un cuerpo muy prominente y voluptuoso, sus curvas me llamaban la atención, naturalmente y también su falta de tacto para decir las cosas, especialmente cuando le pidió a Raúl "Por favor reventame el grano que tengo en la cola" Así es, lo recuerdo.

Es decir, le estaba pidiendo que le quite el barrito. Dependiendo el país de donde estés leyendo.

Josefa

Una de las personas más desagradables que tuve la desgracia de conocer. Tenía el cabello rizado, color castaño oscuro, corto de a temporadas. Afortunadamente sólo vivimos un año en la misma ciudad. Ella era la jefa en cuanto a burlarse de mí se trataba.  Todos los días hacía rondas de secretos en las que me dejaban fuera, sentada a casi media cuadra de distancia, de donde la escuchaba reír y burlarse. También instauró el quiosco invisible, donde todos veían las cosas y podían comprar, pero por supuesto, yo no veía nada. También disfrutaba morderme, pegarme o arañarme cada vez que organizaba sus equipos de peleas en casa de su horrible padre, que también se reía de mí y no hacía nada para educar mejor a su hija desagradable como él mismo.

Ella no sólo era mala, sino terriblemente celosa. Recuerdo una tarde, que estábamos todos en su casa. Cuando se fueron todos, y quedamos nosotras, noté que Camila se había dejado olvidada una muñeca nueva, que había llevado para mostrarnos. Sugerí llevarla a su casa, y que también me acompañe ella a la mía, ya que vivía a una cuadra del núcleo del grupo. Pero ella encontró más apropiado quitarle la ropa a la muñeca, guardarla en su bolsillo, y desmembrarla frente mío para arrojar los pedazos del cuerpo dentro de un contenedor de basura, ubicado en la vía pública, y guardar la cabeza, para reemplazarla con alguna de las suyas.

Candela

Para mía era una  chica muy bonita. Por la misma razón que Raúl, no pasaba mucho tiempo con nosotros, pero me gustaba verla pasar, a veces para ir a comprar, y soñar con ser bonita como ella algún día. Tenía el cabello rubio, muy claro, cortado recto hasta un poco debajo de la cintura, su piel era blanca y lisa, sus ojos eran grises con tonos verdes, y siempre llevaba ropa linda y nueva, con bolsos a juego.

Leandro

Era alto, delgado, rubio, sus ojos eran verdes y recuerdo que adoraba el sonido de su voz. Era muchos años mayor a nosotros, pero cada tanto nos dirigía un poco de su atención. No le gustaba que su hermano me llame tortuga. El prefería decirnos "queso" a Camila y a mí, recuerdo específicamente un día que compró uno y al escuchar a Martín llamarme "Tortuga" apoyarlo en mi cabeza y decir "Ella es un queso". Según él, eso significaba que eramos aburridas. Aún así, disfruto rememorando la embriagante sensación de su cercanía. No recuerdo otro chico que me provocase deseos de ser mayor antes de mis 13 años. Sencillamente, lo adoraba. Esperaba que sean las fiestas para poder verlo a la hora de los fuegos artificiales. No recuerdo muy bien su rostro, ni su voz, pero recuerdo cómo me hacía sentir, desearía volver a verle.


Algunas de estas personas me marcaron, ya sea fortaleciéndome en algún momento o dejando heridas en las que hurgar para redactar mi historia, sin meterse demasiado dentro. No queremos que vuelvan a abrirse.



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Cómo creer - Wattys 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora