Capítulo nueve: Adiós.

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(Nota: Si quieres escucharla para ambientación hazlo)

La noche era pesada. Una madrugada fría y solitaria para Peridot que dormía con lagrimas secas en su rostro después de romper en un llanto extremo apagado por las notas del reproductor que acallaban el dolor en su alma, porque ahora la única persona que estaba ahí como un ángel caído, lastimado, pero poderoso que ante toda adversidad podía ponerse de pie con firmeza. Siempre dependía de esa fuerza ajena para seguir por los golpes de la vida, sin embargo en la mañana cuando el sol cubra con sus tonos naranjados la ciudad así como llegó, dejará toda una vida atrás, La vida de ambas.

El sonido del celular rompió la presión aplastante, tan solo un poco. Los ánimos por el piso, sumado un sentimiento de impotencia causaban difícil el moverse para ella, pero aún así como pudo tomó el teléfono contestando con un tono forzado que desgarraba su ser.

-Ella va para allá, No te dejará hasta despedirse...- Abrió los ojos confusa por la voz desconocida. Reviso el contacto notando una S. como el nombre del numero, pero no recordaba registrarlo.

-¿Quien..-

-Calla, Llámame S. Ella ira por ti, no se irá sin aclararlo todo...- Finalmente la llamada terminó dejando una incógnita.  Levantó la mirada para salir rápidamente del cuarto apenas tomando una bata para cubrirse e ir afuera con una respiración agitada y el corazón en la boca, mientras en su mente pedía que fuera aquello que pensaba.

La puerta quedó abierta dejando ver una escena dónde una chica sudando permanecía firme fuera de la casa mirando fijamente unos ojos verdes que desbordaban lagrimas, sin embargo no se inmuto abriendo el cerco para caminar hacia la pequeña dama cubriendo su rostro destrozada. De frente enfrentando el final, pero no lloraba porque empeoraría todo y ambas sabían que todo sería finalmente concluido.

-¿Porque?...- Dejó salir entre sollozos Peridot.- ¿Porque has venido?¿Porque haces esto?¿Acaso quieres lastimarme?...- Lapis permanecía observando a quién tanto cuido romperse en su presencia de una manera cruel, solo guardaba silencio.- Pudiste irte, sin decir nada evitando este dolor que crece más, más y más...- Cada palabra era forzada por el llanto mientras la causante miraba como Peridot caía cada vez más, por su culpa.

-No podía irme, Tenia que aclarar todo contigo...- Dejó salir rompiendo su silencio. La otra calló porque las palabras ya no eran necesarias de ella, puesto que quien tenia todas las respuesta es aquél demonio de ojos azules como el cielo.- Cuando llegué a esta ciudad, pensé que todo sería igual que en las otras, pero un pequeño detalle cambio mi mundo entero. Tu llegaste después de una ruptura y yo te sane en ese momento me sentí diferente porque tu, a pesar de saber lo que me hicieron aceptaste seguirme hasta cualquier lugar sin juzgarme...- Embozó una sonrisa leve sintiendo sus ojos humedecer.

-Yo no te entendía. Fingir por personas basura acomplejadas, pero aún con todos mis cuestionamientos sobre ti, tu intentaste hacerme entender y yo agradezco eso. Se que no suelo expresar mis emociones de forma libre y ambas sabemos que esa noche de pasión, esos besos, esos abrazos, todo era un consuelo...- El azul chocó con el verde brillando por las lagrimas con sus emociones a flor de piel.- Sin embargo, En un puntó dejo de ser consuelo cuando necesitábamos desesperamente a la otra...- Sonrieron en plenitud.

-Ahora, Esta es una despedida. No sabemos si nos encontraremos nuevamente en un futuro, pero...- Tendió la mano para ser aceptada. La interpretación era libre de esos movimientos entrelazados dónde ambas encontraban finalmente la respuesta danzando de un lado a otro debajo de las estrellas mientras las lagrimas se deslizan. El testigo de todo brillaba en el cielo con cada suceso en su relación, cada abrazo, cada lagrima, cada consuelo, cada dolor, cada muestra del amor mutuo. 

Imperfectas - LapidotWhere stories live. Discover now