23: Tortura

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R, Señor R, padre de Hermes, hombre depravado, como quieran llamarlo, está allí, en el living, entrando sin permiso y yo sostengo mi pistola, nerviosa, en la planta alta.

―Chiquita ―me llama. ¿Me ha puesto un mote? ¿Qué? ¿Qué? ¿Por qué? Eso me causa repulsión y suena perverso―. Chiquita, ven aquí. Sé que estás arriba y sé que estás armada. ―Se ríe―. Vamos a jugar. ―Viendo que no respondo continúa hablando―. Si no bajas, subiré, elegiré alguna de las habitaciones y te violaré ahí mismo ―amenaza y el miedo que tengo aumenta aún más.

Comienzo a bajar los escalones y no suelto mi Glock en ningún momento. Llego abajo y tanto él como yo, nos estamos apuntando con un arma.

Sonríe.

―Me pregunto, ¿quién va a disparar primero? ―se burla.

―¿Qué quieres? ―me atrevo a preguntar y mi mano tiembla.

―Es increíble, ¿cómo es que una puta tiene un arma? ¿O es acaso un juego sexual que tienen? ―Se muerde el labio inferior y me vuelve a mirar lascivamente como la otra vez―. Cuando termine contigo, Hermes cambiará de opinión sobre ti, vas a estar tan sucia que no te va a querer ni tocar. Te voy a enseñar tu lugar, zorra. ―Me dispara en la mano y mi Glock cae al suelo.

―¡Ah! ―Me la agarro fuerte por el dolor―. Desgraciado. ―Mis lágrimas caen.

Camina hasta mí y me golpea.

―¿A quién insultas? ―Me tira del cabello―. Aprende tu lugar, Chiquita ―habla en mi oído y vuelve a llamarme por el apodo, el cual empieza a molestarme―. Antes de que termines por arruinar todos mis negocios, te voy a enseñar lo que eres. ―Me obliga a caminar―. Una puta, una mercancía, y las zorras como tú, tienen que entenderlo y ya.

Me arrastra hasta afuera, metiéndome dentro de su auto. Los guardias de su hijo no hacen nada, solo se quedan mirando la escena, aunque se notan nerviosos.

Eso quiere decir, que estarán en problemas cuando se entere Hermes.

Ata mis manos, entonces arranca el automóvil a toda velocidad. Miro a un lado y otro, asustada.

―¿A...? ¿A dónde vamos? ―digo llorando.

Sonríe.

―No te preocupes, Chiquita, pronto lo vas a descubrir.

~~~

Llegamos a una fábrica abandonada, no hay gente, no hay nada. Visualizo solo a uno o dos de sus empleados, cuando entramos, y me empuja a caminar.

―¿Qué es este lugar? ―pregunto nerviosa.

―El lugar donde te voy a torturar ―se burla y mi piel se eriza por la respuesta que me causa un tremendo estremecimiento.

Tengo miedo.

Llegamos a un cuarto, hay una ventana sucia a un costado, una chimenea vieja y destruida en la otra pared. Lo único nuevo que veo en esta horrible habitación, son las cadenas que salen del techo.

Creo que pronto voy a saber, qué va a hacer con estas.

Saca un cuchillo y me rompe la remera, quitándomela del todo.

―¡¡No!! ―grito.

―Aguántate, esto no es nada, Chiquita. ―Agarra la soga que ata mis manos y la une a las ataduras del techo. Quedo con los brazos extendidos hacia arriba―. Buena pose ―acota mientras continúo llorando.

Perversa Oscuridad: Imperio [#2]Where stories live. Discover now