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Como cada día, la alarma comenzó a chillar estruendosa muy temprano en la mañana, sin importarle mucho que Min Yoongi hubiera pasado la mayor parte de la noche sin dormir. Claro que el aparato no tenía la culpa de los trastornos de sueño que tuviera su dueño, era obvio que sonaría igual que siempre a las 6:30 am. Al chico no le quedó más remedio que levantarse e iniciar la misma rutina que venía repitiendo hacía meses: bostezar y frotarse los ojos con las manos antes de incorporarse, sentarse al borde de la cama para contemplar al vacío por largos minutos en los que se replanteaba todas las decisiones que había tomado durante sus casi 23 años de vida, levantarse con un bufido en lo que se dirigía al baño en donde se lavaría los dientes y se ducharía y finalmente terminar en la cocina con una taza del café más fuerte y amargo del mundo, ese que lo mantendría despierto durante toda la mañana. En su trayecto de la cama al baño en aquel único ambiente que era su casa encontró los restos de su anterior noche de borrachera, el sábado, porque el domingo no había querido salir de la cama a causa de la resaca y se prometió preocuparse por ello más tarde, y bufó una vez más al ver el desastre que había dejado. Mientras se bañaba decidió que aplazaría la preocupación por ello hasta la tarde, cuando volviera de su clase, y ya no volvió a pensar en el tema sino que se enfocó en enjuagar el acondicionador con aroma a vainilla de su cabello verde menta (color que, por cierto, odiaba por motivos personales bastante tontos). Nota mental: nunca más dejar que Byulyi y Seokjin jueguen a la peluquería con mi maldito pelo

Por supuesto que al terminar de ducharse salió del baño con el cabello mojado y ni siquiera se molestó en secarlo a pesar de que fuera invierno y salir con el cabello húmedo mientras que nevaba sería algo estúpido. Tampoco intentó ponerse un gorro cuando cubrió la camiseta blanca y el pantalón de jean oscuro con un abrigo enorme, aunque sí tuvo la decencia de ponerse una bufanda negra alrededor del cuello que le tapaba también la boca porque en realidad no quería volver a enfermarse ahora que apenas salía de una gripe que lo dejó agonizando durante casi una semana entera. La hora en su celular indicaba 7:40 cuando consideró que estaba listo para salir de su casa y dirigirse a la universidad, 7:44 cuando subió al autobús que lo dejaría a pocos metros de la entrada y 7:58 cuando entró al salón y tomó asiento atrás de todo, donde podría dormir sin ser descubierto en caso de no aguantar más el sueño.

Dicho y hecho, incluso si intentó prestar atención a la clase que se estaba desarrollando en la parte delantera del aula, no tardó mucho en sentir los síntomas del sueño apoderándose de su cuerpo. Los párpados pesados, los bostezos cada vez más seguidos, unos cuantos cabeceos, dificultad para entender lo que el profesor Kang decía, un leve mareo y Yoongi finalmente fue historia, se quedó dormido sobre los pocos apuntes que había llegado a anotar en el cuaderno. Afortunadamente el salón siempre se llenaba y los profesores no les prestaban la más mínima atención a los alumnos excepto por casos muy puntuales, y un chico quedándose dormido al fondo del pasillo no era uno de esos casos porque era algo bastante usual en realidad, por lo que la falta de respeto de Yoongi hacia el profesor de Inglés pasó desapercibida. De alguna manera el cuerpo de Yoongi tenía cierta alarma automática que lo despertaba unos pocos minutos antes de que terminase la clase, y así fue como se salvó de ser descubierto al abrir los ojos justo cuando el profesor Kang anunciaba las lecturas que debían completar para la siguiente clase.  

Hogar, dulce hogar. Todavía no era el mediodía cuando Yoongi finalmente llegó a casa, cansado tanto física como mentalmente después de tres horas de una clase que no comprendió en absoluto por haberse dormido sobre el pupitre. Le dolían la espalda y el cuello por la mala postura que había tomado al dormir, pero no podía evitarlo si consideraba el hecho de que volvía de una noche de insomnio luego de un día de resaca, esta última causada por una borrachera demasiado fuerte (y reciente) para el cuerpo delgado y debilucho de Yoongi. Aceptar festejar el cumpleaños de Seokjin en un bar no había sido una buena idea, eso le quedó claro en cuanto se despertó el domingo por la mañana con el cabello de otro color y un dolor de cabeza espeluznante. Y eso no era todo, claro que no, porque cuando Min Yoongi hacía algo, lo hacía en grande. Por  eso mismo, al entrar de nuevo a casa se encontró con las botellas de soju que había tomado por su cuenta al regresar del cumpleaños de Seokjin, todas vacías tiradas en el suelo junto a su láptop y a una pila de papeles. Oh, diablos. Incluso sin acercarse a revisar de qué se trataban dichos papeles, Yoongi sabía exactamente qué eran esas hojas que se burlaban de él desde su lugar en el suelo, arrugadas y algo rotas por el paso del tiempo pero todavía intactas más allá de eso, y no pudo contener un suspiro tanto de frustración como de cansancio mientras se agachaba a recoger el desorden que había hecho la madrugada del domingo. 

편지 (YoonSeok)Where stories live. Discover now