⑧ Prueba

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Educación- Física.

Odiaba tener que salir a la cancha y trotar alrededor cinco veces para luego sudar por todas las partes de mi cuerpo. Luego de las clases siempre me sentía asquerosa, aparte que nunca tenía tiempo de bañarme porque me hacía tarde para el siguiente curso. Por esa razón siempre trataba de hacerme la enferma o solo ponerme detrás de todos; no me importaba si reprobaba.

— Así que... ¿hoy son las pruebas? — el día que regresé con Angélica, le comenté que este año iban a haber las pruebas para ingresar al equipo de atletismo, y desde la semana pasada ha estado recordándomelo cada vez que se le pasaba por la cabeza.

— Ajá, son a las 10 de la mañana, justo a nuestra hora de educación física. — respondí y tomé mi libreta para leerle todo lo que me había pedido que averiguara antes de la prueba —. Participantes de las mujeres; Kim, Zea, Thais, Carola, Ticiana y Fidelia. Hombres; Cameron, Nathan, Eloy, Walter, Giovanny y Andrew.

Pareció analizar los nombres en su cabeza—: No se ve tan reñido entre las mujeres, así que tengo oportunidad.

— Muy bien... en esta prueba, los corredores deberán correr, ps, eso es obvio ¿no? ¡Ni modo que troten! — traté de hacerme la graciosa, pero no sirvió—. Ok... darán una vuelta a la cancha y los ganadores de ambos sexos competirán.

— Y... ¿si le gano al chico? ¿Entro al equipo de atletismo?

Volví a chequear mi libreta y asentí.

— El equipo de atletismo siempre está lleno, por eso solo entrarán uno por grado, no importa si eres mujer u hombre. Si ganas, participarás en las competencias estatales que se dan cada año en Carolina Del Norte con diferentes ciudades en el mes de enero. — comenté.

Aplaudió entusiasmada—: Angélica Vásquez pasará esa prueba, entrará en el equipo de atletismo y viajará por todo Estados Unidos.

Borré mi sonrisa.

—No viajarás, ellos vendrán.

Sus brazos, que estaban extendidos hacia el aire, se encogieron lentamente hasta guardarse en los bolsillos de su chaqueta.

—No importa, igual entrare.

—¡Esa es mi amiga! — alcé la mano para chocar los cinco.





Esperaesperaesperaesperaespera — me tiré al césped y oí como el resto de la clase continuaba corriendo.

Al parecer era la única que se cansó. Si, no nací para el deporte. Llevábamos más de cinco minutos trotando alrededor de la cancha fútbol y todos habían dado más de tres vueltas, a excepción de mí. Solo llegué a completar las dos primeras vueltas, luego terminé aquí, en la grama. Si quería el cuerpo perfecto, algo que no tenía, debía de empezar a ir al gimnasio o empezar a practicar un maldito deporte.

Gimnasio, urgente.

El entrenador tocó su silbato transmitiendo el mensaje de acercarnos hacia él. Con pereza, levanté mi asqueroso trasero sudado y me acerqué hasta donde estaban todos reunidos. Me acomodé al costado de Angelica.

—¿Tan rápido se han cansado? Necesitan unas diez vueltas más.

De seguro pensaran que es el típico entrenador viejo con canas que solo tocaba el silbato y nos mandaba a todos lados mientras que, por el hecho de estar viejo, tenía que quedarse sentado examinándonos nuestro rendimiento físico y seleccionándonos para diferentes equipos. Déjame decirte, que no es él.

Cuando Ella LlegóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora