Los ojos del hijo de Hades brillaron de una manera que los había visto hacer miles de veces anteriormente, cada viernes desde hace unos meses, mayormente.

—¿Acaso es la nueva de la que estaban hablando los hijos de Ares?

—Mmm, no lo sé, tal vez...

—Ah, vamos, Will. ¡Dame aunque sea una pista!

—Nop.

—Por favor... —Nico alargó la última vocal y sus ojos me miraron rogándome, pero no iba a sucumbir a sus tierno encantos. Sabía que no le gustaban las sorpresas, pero es que era tan divertido desesperarlo.

—Que no. ¿No puedes esperar hasta esta noche?

—¡No!

—Ah —solté un suspiro y me di por vencido—, está bien. Solo te daré una pista, ¿entendido? —Nico asintió con sus cabeza y sus ojos seguían brillando, expectantes por lo que estaba a punto de decir—. Técnicamente está basada en un libro y es un refrito.

Sus ojos oscuros miraron hacia un punto en la lejanía, pensando. Unos segundos después, soltó un suspiro exasperado. Se levantó de la silla y empezó a caminar de un lado a otro, cruzado de brazos. Unos momentos después, soltó un jadeo y corrió de vuelta a la mesa, recargándose sobre la superficie hasta que su cara estaba casi del otro lado, cerca de la mía.

—No me digas que es la nueva de "El Libro de la Selva".

Una sonrisa de derrota tomó posesión de los labios y Nico gritó una exclamación de triunfo y luego otra en voz más baja de emoción.

Aún seguía sin creer que Nico di Angelo estuviera obsesionado con las películas de Disney. Bueno, en realidad estaba obsesionado con todas las películas animadas, pero las de esa franquicia eran sus favoritas. «Espero que no se ponga tan sentimental como cuando vimos "El Rey León"».

Cuando por fin dieron las siete y media, me metí a bañar rápidamente y me cambie en mis pijamas diarias. La mayoría de los viernes que pasaba en la cabaña trece terminaban en yo quedándome dormido en el sillón y Nico a mi lado, o él en la litera de abajo mientras que yo ocupaba la de arriba, así que desde hace un tiempo decidimos que sería mejor si ya estábamos vestidos en nuestras pijamas, para evitar el tiempo de cambiarnos y dormir.

Toqué la puerta negra de madera a las ocho menos cinco, cargando una pequeña mochila sobre mi espalda, que solamente guardaba un cambio limpio de prendas para mañana junto con algunos sodas que había guardado en los grandes bolsillos de mi abrigo antes de que la cena acabara junto con un paquete de palomitas de maíz. También traía algunos dulces y chocolates de menta,los favoritos de Nico, de contrabando.

El dueño de la cabaña abrió la puerta, vistiendo unos pantalones de algodón de color negro y una camisa de manga corta, negra también con pequeñas calaveras blancas como estampado. Su cara parecía medió adormilada debido a sus ojos acuosos y los continuos bostezos que soltaba mientras que entraba a la cabaña y Nico se sentaba en su lado del sofá frente a la pequeña televisión, que habían metido de contrabando los hijos de Hermes y Hefesto, en una de las esquinas de la cabaña (Ahora todas tenían una pequeña televisión con reproductor de DVD, y algunos de VHS).

Afortunadamente, Nico había incorporado una chimenea dentro de su cabaña, ya que esta siempre estaba helada, para que no muriera congelado en el invierno, y se lo agradecía enormemente desde que había empezado a venir todos los viernes por la noche, cuando la temperatura empezaba a bajar drásticamente.

Durante Un "Captura La Bandera" | SolangeloWhere stories live. Discover now