–Te exijo que me diga ¡qué demonios hiciste! –Alterado. –Regina no estaba así, era cierta la oscuridad de su alma pero no había hecho daño antes de tu aparición. ¡Qué hiciste Cora!

–Nada –soltándose de su agarre –no sé qué le ha pasado, esto no me lo esperaba.

–¡Por favor!, ¿piensas que voy a creer que no planeaste todo? –Irónico. –Que no se te olvide quién te enseñó.

–Te estoy diciendo la verdad, imbécil –lo miró molesta –intento adivinar qué cruza por la mente de mi hija, ¡esto no debía suceder!

–¿Qué fue lo que hiciste?

–¿De verdad me crees tan estúpida como para decirte? –Lo retó.

–¡Entonces sabes qué pudo ocasionar el cambio en Regina! –Lo gritó, atrayendo la atención del resto y haciéndolos acercarse.

–Entonces, estábamos en lo cierto, ¡tú tienes la culpa! –Le espetó Azul.

–Maldita seas, Cora –le dijo Killian –¡Maldita seas! Te juro que si le pasa algo a Emma, la primera en morir será Regina y luego la seguirás tú.

–Bueno, ¡ya fue suficiente!, ¿no? –Se escuchó una voz desde el pasillo.

Era Robin.

–Otra vez tú, ¡no empieces, Locksley! –Lo amenazó Killian.

–De esta forma no van a llegar a nada y te lo advierto Killian, no pienso dejar que nadie le haga daño a Regina –su actitud era determinante –ya perdí a dos de mis hijos, ¡no pienso perderla también a ella! Así que díganme de una buena vez si tendré que cambiar de bando para que no siga perdiendo mi tiempo aquí con ustedes –sentenció.

Cora lo miraba muy sorprendida. Así que él era el ladrón del que Regina se había enamorado. Los demás observaban sin poder dar crédito a las palabras de Robin.

–Robin, necesitas calmarte –le dijo David –no seas impulsivo.

–No es un impulso, David. Amo a Regina y no voy a permitir que le hagan daño de ningún tipo.

–¡Por Dios!, Robin –intervino Zelena –es que acaso se te ha olvidado que ella mató a Roland y también a Henry, ¿qué esperas para darte cuenta de la clase de persona que es?

–Tú debes ser el ladrón Robin Hood, ¿no es así? –Lo interrogó Cora.

–Así es, Cora –le contestó con brusquedad –pero tampoco creo que sea de su incumbencia porque usted también forma parte de todos ellos, usted también quiere dañar a Regina.

–Eso no es así, ¡maldita sea! –Respiró profundo. –Cuando yo llegué, sólo buscaba ayudar a Regina y sabía que había perdido la memoria pero todo tenía una explicación –la miraban atentos –busqué la cura pero al parecer, algo hice mal porque empeoró en vez de mejorar.

–¿Cuál era la cura? –Cuestionó Robin.

Cora dudó por un instante pero terminó confesándoles lo que hizo. –Colocarle su corazón de vuelta en el pecho.

–¡Pero es que acaso te volviste loca, Cora! –Le recriminó Gold. –Eso no podía ayudarla, sino todo lo contrario, ¡por Dios!, esa mujer odió al mundo teniendo el corazón latiendo en el pecho y tú le diste un arma más poderosa para aumentar su odio contra todos.

Robin no dijo nada. Se quedó pensativo en todo lo que había ocurrido. ¿Por qué Regina no mató a Rayza? ¿Por qué sólo mató a Henry y después desapareció con él? Había algo más en todo eso.

Killian y Gold le comenzaron a recriminar a Cora y se sumieron en una discusión bastante intensa mientras Robin se escabullía de todos sin decir una palabra más.

Entre las Sombras de la ReinaМесто, где живут истории. Откройте их для себя