VI. La Reina y el Ladrón

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-Orilla del lago-

–Debería tener más cuidado milady. –Expresó Robin mientras se quitaba algunas prendas de ropa mojadas, quedando en pantalón y camiseta. –Pudo haberse hecho daño.

–No recuerdo haber pedido tu ayuda. –Dijo altanera sin mirarlo.

–Es cierto, no me la pidió pero no podía dejar que una mujer tan hermosa muriera ahogada. –Le sonrió seductor. –¿Se hizo daño?

–No. No me hice daño. –Mintió e intentó levantarse pero tenía una cortada en la pierna.

–Eso veo. –Sonrió irónico y divertido. –Vamos, Su Majestad, no pasa nada, nadie sabrá que la he ayudado, tiene mi palabra. –Acercándose a ella.

–Así que sabes quién soy. –Sorprendida.

–Por supuesto, su reputación en el Bosque Encantado, la precede. –Le sonrió. –Y no he conocido a otra mujer tan bella como usted que merezca el título de Reina. –Adulador. –Entonces, ¿me permite? –Refiriéndose a curar su herida. Ella sólo asintió.

La Reina se sorprendió con los comentarios pero intentó relajarse un poco mientras él la empezaba a curar; entonces observó detenidamente al hombre que tenía enfrente, por primera vez se percató de que sólo tenía puesta una camiseta que enmarcaba un torso fornido, unos brazos marcados y fuertes, acompañado de unos pantalones que denotaban unas piernas bastante masculinas.

Observó su cara y encontró facciones bastante masculinas y atractivas... de momento se sintió perdida en sus pensamientos hasta que él roció algo en la herida que la hizo saltar y quejarse.

–Podría ser más cuidadoso, ¿no cree? –A la defensiva.

–Discúlpeme milady, eso no es mi culpa, es el líquido que arde a causa de la herida pero intentaré ser más cuidadoso. –Muy amable mientras sonreía por dentro.

La Reina no entendía la actitud de este hombre, ¿por qué se disculpaba?, él no estaba haciendo nada mal, ¿por qué no le llevaba la contraria? Siguió preguntándose todo eso mientras él concluía su trabajo.

–Listo, creo que ha quedado bien. –Terminando de vendarle con un trapo que llevaba en su mochila. –El único problema es que no podrá apoyar el pie en unos días. –Le sonrió.

–Bien. –Dijo seca. Suspiró y con dificultad pronunció un leve "gracias".

–No me agradezca nada milady, usted es mi Reina y es lo mínimo que puedo hacer. –Le hizo una reverencia. –Ahora, si me disculpa, debo retirarme.

–¿Y piensa dejarme aquí? –Dijo desconcertada.

–No quise sonar atrevido en ofrecerme a llevarla a su casa, milady. Pero si usted no tiene inconveniente, con gusto la llevo hasta ella.

–¿Caminando?

–Por supuesto que no. –Soltó una risa. –Permítame. –Entonces la levantó en sus brazos con gran facilidad. –Bien, ahora ¿podría indicarme a dónde la llevo Su Majestad?

–¿Me llevarás cargando hasta allá? –Dijo sorprendida. Él asintió. –De acuerdo.

La Reina le indicó el camino y Robin se encaminó hasta allá, ambos en completo silencio. Mientras en sus mentes se cruzaban miles de pensamientos.

-Granny's-

Emma corrió a abrazar a Henry en cuanto lo vio, seguida de Mary Margaret.

–Chico, perdóname, no quería que pensaras mal de mí. –Le acarició el rostro. –Simplemente estoy muy asustada por la situación.

Entre las Sombras de la ReinaDär berättelser lever. Upptäck nu