XII. Buscando consejo...

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-Granny's-

Todos habían acordado la mejor manera de seguir en contacto sin poner en riesgo la situación con la Reina y Zelena había propuesto comunicarse mediante el espejo pero Emma reaccionó en que la Reina podría darse cuenta; entonces decidieron que ellos verían ciertos momentos por el espejo pero no se comunicarían con Robin a menos que fuese muy necesario.

–Bien, creo que hemos llegado a un buen acuerdo que nos permita vivir tranquilos a todos –Dijo Nieves, mirando con una clara indirecta a Emma.

–No pueden culparme por preocuparme por todos, ustedes fueron los culpables de eso. –Se defendió sonriendo.

–Bueno, creo que mejor me iré a dar una vuelta por ahí, no es conveniente que Roland me vea en estos momentos y necesito pensar mucho.

–¿Estarás bien? –Cuestionó Emma.

–Lo estaré cuando las cosas con Regina se solucionen, mientras tanto, trataré de estarlo. –Tomó sus cosas. –Los veré después, muchas gracias por todo. –Miró a Gold. –Espero que tengas razón y que Regina no esté furiosa conmigo.

–Suerte, ladrón. –Espetó Gold con una media sonrisa totalmente sincera.

Robin salió del restaurante y dirigió sus pasos al campamento, necesitaba de un amigo de verdad, alguien que lo comprendiera en su totalidad y que no lo juzgara, simplemente que lo escuchara y lo apoyara; además, que supiera cómo aconsejarlo según su forma de ser.

-Campamento Hombres Felices-

Al llegar, se encontró al pequeño John –quien seguía recuperándose de las heridas causadas por el vórtice de oscuridad que absorbiera a Regina, un par de días atrás– recostado, descansando.

–Hola, pequeño John. –Dijo sonriente.

–Hola, Robin. –Contestó alegre. –¡Qué milagro verte por aquí!, ¿a qué debemos la sorpresa? Me habían dicho que estabas haciendo la locura de servirle a la nueva Oscura... la Reina Malvada.

–No le digas así, John. –Muy serio. –Ella no es "malvada", simplemente tiene mucho odio acumulado por malos entendidos pero estoy seguro de que no le hará daño a nadie.

–Vamos, Robin, no me digas que la crees una santa, ¡ella mató a tu esposa!

–¡Basta, John!, la mujer que cometió ese crimen no es la mujer que tengo enfrente.

–¡Claro que lo es!, vamos Robin, no seas ingenuo, hombre. Esa mujer que fue absorbida por el vórtice, es la mujer que quitó tantas vidas en nuestro mundo, sólo tú puedes intentar convencerte de lo contrario pero...

–¡Suficiente, John! –Dijo exaltado. –No voy a permitir por ningún motivo que sigas insultando a la Reina, pase lo que pase y digan lo que digan, no pienso desconfiar de ella y voy a luchar con todas mis fuerzas por demostrarles que están equivocados, ¿quedó claro?

John lo miró muy sorprendido, Robin estaba enojado, realmente estaba molesto, pocas veces en su vida lo había observado en ese estado. El hombre iba a replicarle cuando Will apareció en el lugar.

–¡Hey, Robin! –Se acercó a abrazarlo. –¿Cómo estás?, ¿todo bien? –Notando la tensión en el ambiente.

–Sí, todo bien. –Ignorando lo ocurrido con John. –¿Tú, cómo estás?

–Bien. Preocupado por ti pero dentro de todo bien. –Sonrió cálidamente. –¿Qué te trajo hasta aquí?

–Vine a verte, tengo ganas de platicar con un amigo. –Suspiró. Al mismo tiempo, el pequeño John se sentía culpable por la forma en que lo trató pero prefirió ya no decir más.

Entre las Sombras de la ReinaWhere stories live. Discover now