XXI. El regreso...

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–¡Qué buscas aquí, Rayza! –Espetó Cora.

–Tú sabes muy bien a qué vine y no me pienso ir con las manos vacías, querida.

–Pues yo creo que sí. –Intervino Zelena.

Zelena le lanzó una ráfaga de magia y las hizo desaparecer. Dejándolas a media calle en frente de Granny's.

–¿Qué hiciste? –Le recriminó Emma.

–Salvar tu trasero, Swan. –Replicó molesta.

–¡No tenemos tiempo para estas discusiones, por amor de Dios! Tenemos que buscar una manera de proteger la ciudad.

–No hay forma Azul, lo único que nos queda es tratar de ponernos todos a salvo. –Aseveró Cora.

–No nos podemos dar por vencidas, Cora, ¡tenemos que hacer algo! –Dijo Azul con algo de desespero.

En ese momento todos los demás los alcanzaron.

–Mamá, ¿qué pasa? –Dijo Henry.

Cora volteó a mirarlo y todos se quedaron impactados de verla frente a ellos.

–¿Cora? –Muy sorprendido. –¿Qué... qué haces aquí?

Sonrió al verlo. –Garfio –caminó hacia él –me da mucho gusto verte. Estoy aquí por un motivo especial.

–Usted no debería estar aquí –reclamó Henry –¿a qué vino?, ¿acaso quiere hacer más daño? Porque de una buena vez le advierto que no dejaré que le haga daño a mi madre ni a nadie en este pueblo. –Sentenció Henry.

Cora se quedó sorprendida con la actitud del muchacho. Le quedaba claro que Regina le había dicho demasiado pero tal vez él fuese el encargado de ayudarla.

–Demuéstramelo. –Lo retó. –Defiende a este pueblo y a tu madre de la verdadera amenaza que te aseguro, no soy yo.

–¡Está loca! –Intervino Emma. –Mi hijo no hará nada...

Ignorando a Emma. –Si no es usted, ¿entonces quién es? –Irónico. –No quiera engañarme señora, usted sólo busca hacer daño pero no lo va a conseguir.

–Dejen de pelear en este momento, ¡tenemos que buscar un resguardo y después continuamos con la conversación! –Intervino Zelena. –Entremos a Granny's.

Justo cuando se daban la vuelta para ingresar al restaurante una ráfaga de magia los impacto, aventándolos a todos.

–¿A dónde van todos? –Dijo Rayza con ironía –la fiesta todavía no comienza.

–¿Quién es usted? –Preguntó Henry con altivez mientras se ponía en pie.

Rayza lo miró con detenimiento y descubrió algo especial en ese chico. –Me llamo Rayza y soy la Reina de este lugar.

Henry rio sardónico. –¿Usted, la Reina? No se equivoque señora, aquí sólo existe una Reina y no es usted. –Sentenció con coraje.

–Henry, basta –lo intentó detener Emma.

–¿Henry? –Sonriendo a sus adentros. –Así que tú eres el famoso "creyente verdadero" –acercándose peligrosamente a él –justo a ti te estaba buscando, chico.

–¿A mí?, ¿para qué? –La miraba altivo y retador. No le tenía miedo.

–Para esto –de un movimiento la mujer introdujo su mano en el pecho del muchacho e intentó extraer el corazón, sin éxito. –Así que lo tienes protegido ¿no?, me será difícil mas no imposible.

Entre las Sombras de la ReinaWhere stories live. Discover now