Capítulo 29 - Casual e imprevisible idea

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—Qué hombre tan apuesto —comentó Sung Jong cuando los cuatro se acomodaron a la mesa, y enseguida sintió el puño de su hermano mayor clavarse en uno de sus delgados brazos—. ¡Auch!

—Más te vale que no estés pensando en tonterías.

—Sólo fue un simple comentario, Sung Yeol. ¿Por qué eres tan arisco?

—¡No soy arisco!

—¡Claro que sí! Siempre eres así de insoportable cuando alguien me gusta.

—¡¿Ese hombre te gusta?!

—¡Sí! Te acabo de decir que es muy apuesto. ¿Acaso estás ciego o sordo?

—¡¿Cómo puedes fijarte en alguien mayor que tú?! Además, ¡lo acabas de conocer!

—¿Y qué tiene de malo?

—Qué sólo eres un mocoso inmaduro.

—¡Pronto cumpliré dieciocho!

—¡Eres un mocoso, dije!

—¡Cállense los dos! —ordenó Woo Hyun con una fría mirada—. ¿Que no ven que están molestando a los clientes?

Y los chicos se avergonzaron de inmediato, guardando silencio y agachando la cabeza, aunque en realidad su singular conversación no había sido escuchada más que por Woo Hyun y Sung Kyu. Sin embargo, el tenso ambiente no duró demasiado, porque a los oídos de los tres de pronto llegó la suave risa de Kim y eso hizo que el dueño del restaurante olvidara por completo su molestia.

—Tus prim-mos son... t-tan lindos —mencionó, sonriendo, y Woo Hyun no pudo evitar ser más feliz ante su tierno gesto.

—¿De verdad lo crees, amor? Porque yo pienso que son molestos, maleducados y muy tontos, pero sí, a veces pueden ser un poco, no mucho, pero un poco lindos.

Sung Kyu volvió a reír y Woo Hyun acercó su silla un poco más a él para tomarlo de la barbilla y darle un beso en los labios. Sung Jong los miró un tanto apenado, pero realmente contento, aunque Sung Yeol sólo se limitó a rodar los ojos ante las "crueles" palabras de su primo.

Woo Hyun miró a Sung Kyu a los ojos y todo lo demás dejó de existir para él. Era como si la sonrisa de su esposo hiciera que todo fuera color de rosa. Un mundo donde sólo existían ellos dos; un universo donde el amor que le tenía era lo único que necesitaba para hacer su corazón latir; una dimensión donde Sung Kyu era el oxígeno que necesitaba para vivir.

Y creía ver lo mismo en los ojos de su joven consorte, porque en todos esos años que tenía de amarlo, Sung Kyu lo miraba con el mismo anhelo; con el mismo deseo; con la misma necesidad desde que se habían enamorado. Y era lo único que Woo Hyun quería en su vida para ser completamente feliz.

Tal parecía que ya no era relevante que su pareja recuperara todos sus recuerdos, porque los sentimientos de Sung Kyu hacia él, no habían cambiado en lo absoluto. Aun así, Woo Hyun quería que avanzara el tiempo y que su esposo se recobrara por completo. No ambicionaba nada con tanta fuerza como el hecho de ver a su marido totalmente curado.

—Señor Nam —Escuchó de repente, y la mano extendida frente a él, de quien sería su próximo colaborador, lo hizo salir de su ensoñación.

Woo Hyun se puso de pie y le correspondió el saludo, invitándolo a tomar asiento en una de las sillas vacías. Sung Kyu lo saludó con una leve reverencia y los otros dos chicos lo imitaron, comenzando a comer una vez que los platos fueron llevados hasta la mesa.

La cena no se prolongó mucho. Myung Soo ya tenía parte del trabajo realizado, y Woo Hyun no hizo otra cosa más que darle el visto bueno y cerrar el trato, obteniendo más beneficios de los que hubiera esperado en un principio. Y eso le dio puntos extras a su gerente, pues estaba demostrando ser mucho más eficiente que cualquier otra persona a su cargo, y eso lo llenó de satisfacción.

—Ahora q-que... rec-cuerdo, en t-todo este t-tiempo... n-no he ido a... m-mi casa —apuntó Sung Kyu antes de llevarse otro trozo de carne a la boca. La reunión con el nuevo proveedor había terminado y los cuatro estaban acabando de comer.

—Tienes razón ¿Quieres ir ahora? Aún es temprano —sugirió el mayor, dejando sus cubiertos sobre su plato. Sung Kyu asintió con una sonrisa—. Amor, ¿y si la pones en venta? Myung Soo sabe algo de bienes raíces, así que me parece buena idea pedirle que haga el trabajo.

De camino a la casa de Sung Kyu, Myung Soo se sintió algo incómodo. Y es que el viajar entre dos adolescentes nunca le había pasado antes. Y no porque fuera la primera vez que subía a un auto con tantas personas, o porque no le gustaba relacionarse con los demás, sino porque era la primera ocasión en que sentía que lo querían desnudar y asesinar con un par de miradas al mismo tiempo, y aquello le provocó un molesto nudo en el estómago, impidiéndole pensar correctamente.

En ese mismo instante se dio cuenta de lo peculiares que eran los primos de su jefe, porque mientras Sung Jong lo observaba con algo parecido al anhelo, Sung Yeol quería apuñalarlo con los ojos. Así que Myung Soo se limitó a guardar silencio durante el trayecto. Uno que sin duda sintió como el más largo de su vida, pero suspiró de alivio no mucho tiempo después, cuando una de las portezuelas traseras se abrió y Sung Jong bajó, dejándole el espacio libre para salir del vehículo y dirigirse directo a la puerta principal de la casa, donde ya lo esperaban el dueño de la vivienda y su jefe.

El gerente observó como Sung Kyu sacaba unas llaves y abría la entrada, antes de escucharlo suspirar con nostalgia.

—¿Aquí vivías, Sung Kyu? —preguntó Sung Yeol, interesado, aunque en su rostro se dibujó también una mueca de incredulidad.

—Sí. A-aquí pasé... c-casi toda mi v-vida.

Los cinco entraron despacio. Woo Hyun tomó de la mano a su marido y después la llevó hasta su boca para darle un beso en el dorso.

—¿Qué te parece, Myung Soo? ¿Crees que puedas venderla? —cuestionó el dueño del restaurante mientras observaba a su gerente escudriñar todo el interior. Y el aludido asintió un par de veces, sacando su teléfono móvil para empezar a tomar algunas fotografías.

—Les puedo asegurar que sí. La casa está en una buena ubicación y está muy bien cuidada. No será difícil encontrar a alguien que se interese en ella —respondió con mucha confianza, y continuó tomando imágenes y anotando algunas cosas.

Sung Kyu sonrió con tranquilidad y después se acercó a Myung Soo cuando notó que se había quedado observando la fotografía de su familia en la pared de la sala. Era un hermoso retrato de sus padres y él.

—Esa fot-to la tomaron... c-cuand-do yo tenía... d-diez a-años.

—Ellos... —Myung Soo carraspeó—. ¿Son sus padres, joven Sung Kyu?

—Así e-es.

—Y se parece tanto a su madre —intervino Woo Hyun, abrazando a su esposo por la espalda.

—¿Cómo se llaman? —preguntó el gerente, aún con los ojos puestos en la fotografía.

—Se llamaban. Los padres de Sung Kyu fallecieron hace tiempo.

—¿De verdad? —Myung Soo tragó saliva—. Lo lamento mucho.

—N-no se preoc-cupe —comentó Sung Kyu, y Woo Hyun lo besó en la mejilla con ternura.

—Su madre se llamaba Kim Sung Hee —dijo Nam, adelantándose a su esposo—, y su padre... Kim Dong Soo.

El Contrato | WooGyuOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz