Capítulo 11 - Hiriente e indiferente comportamiento

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Era tan extraño que Woo Hyun no estuviera totalmente concentrado en el trabajo, eso nunca le había sucedido. Pero todo era tan diferente desde que Sung Kyu llegó a su vida.
     Porque el muchacho tenía una facilidad enorme para hacerle perder la paciencia. Con su sola presencia, era capaz de irritarlo; de fastidiarlo. Woo Hyun no entendía cómo era que el muchacho tenía ese poder sobre él. Por lo general, él era un sujeto amable, cortés, simpático. Casi siempre estaba de buen humor y no se enfadaba con facilidad, pero, para ese entonces, parecía que nada lo podía mantener tranquilo.
     El joven empresario ya se estaba cansando de tener que fingir que Sung Kyu era su prometido. En esos tres meses, no había podido salir a fiestas, a clubs nocturnos, emborracharse hasta la madrugada y, lo más importante: no había podido tener sexo con alguna chica, o chico lindo. Su frustración sexual estaba llegando a su límite, y tampoco podía intentar desahogarse a la mitad de la noche en su cuarto, ya que tenía que compartirlo con Sung Kyu.
     Y mientras se mantenía pensativo en su despacho, con las manos entrelazadas sobre su escritorio y la frente recargada en ellas, Woo Hyun llegó a imaginarse su preciada libre vida de regreso, una vez que terminara el falso compromiso.
     Suspiró, incorporándose un poco y llevando su espalda al respaldo de la silla. Echó su cabeza hacia atrás y, cuando se decidió por levantarse para ver cómo iban las cosas en el restaurante, su teléfono comenzó a sonar.
     —Mamá, ¿qué sucede?
     —Hola, cielo. Me preguntaba si podrías llevarnos a tu padre y a mí al centro comercial cuando salgas del trabajo.
     —Claro, no hay problema...
     —Pero, quiero que vayamos antes por Sung Kyu a la universidad.
     Woo Hyun rodó los ojos ante la petición de su progenitora, sin embargo, era obvio que no podía decirle que no, aunque en el fondo no quisiera hacerlo.
     —Como tú digas.
     Cortó la llamada y suspiró hondo. Pasar más tiempo con Sung Kyu era lo que menos quería. No obstante, una vez más pensó en que no faltaba mucho tiempo para ponerle fin a esa situación. Así que buscó el número del muchacho en su móvil, y le escribió un mensaje de texto diciéndole que lo esperaba en la entrada de la escuela.

     —Tenía muchas ganas de ir de compras —dijo la señora Nam, emocionada, y su esposo la tomó de la mano mientras le sonreía.
     Woo Hyun los miró por el espejo retrovisor y en seguida se estacionó frente a la universidad, apagando el motor del auto y levantando la vista para buscar a Sung Kyu, quien apareció segundos después por la enorme puerta del edificio.
     Logró cruzar sus ojos con los del muchacho por un momento, y después frunció el ceño cuando notó cómo el caminar de Kim era interrumpido por otro joven que lo había tomado del brazo. Woo Hyun achicó los ojos y estuvo a punto de desviar la mirada, pero su curiosidad no lo dejó hacerlo y observó con más detalle cómo aquel muchacho que había detenido a su novio falso le sonreía con mucha confianza. Sung Kyu le correspondió de la misma manera, y luego sacó un cuaderno de su mochila, extendiéndoselo al desconocido antes de recibir un fuerte abrazo de su parte.
     El dueño del restaurante no pudo evitar apretar con algo de molestia el volante. Pero de inmediato pensó que lo que hiciera su 'prometido', no le debía importar.
     Sung Kyu caminó hacia el auto de nueva cuenta, y abrió la portezuela para sentarse en el lado del copiloto. Se giró para saludar a sus futuros suegros, y se acomodó el cinturón de seguridad mientras Woo Hyun lo miraba de reojo.
     —¿Cómo te fue, cielo? —le preguntó la amorosa mujer a Sung Kyu, y éste sonrió antes de contestar.
     —Muy bien mamá, gracias.


     —Quiero comprarte muchas cosas.
     —No, mamá. No hace falta. Por favor, no se moleste —insistió Sung Kyu, algo apenado, ante la propuesta de la madre de su jefe. Pero la mujer sólo sonrió de lado y lo tomó del brazo para llevarlo hasta un enorme local de ropa.
     —Cielo, no seas tímido. Ya verás que a Woo Hyun le encantarán tus nuevos atuendos.
     Sung Kyu abrió un poco más los ojos y sus mejillas se tornaron rojas, pero enseguida su semblante se volvió melancólico por las palabras que recordó de pronto: "Jamás me podría fijar en ti"
     Su jefe fue muy cruel. Y su corazón comenzó a doler.
     No obstante, el muchacho levantó ambas cejas y tomó de la mano a su futura suegra, sonriendo de lado a lado.
     —Tienes razón, mamá —le dijo, y ambos caminaron hasta el local sonriéndose entre sí, con Woo Hyun y su padre siguiéndolos de cerca.
     Kim comenzó a pensar que nunca le iba a gustar a su jefe, sin importar si vestía diferente. Tal vez era porque Woo Hyun ya tenía a alguien en su corazón. O tal vez no le gustaban los chicos como él, porque simplemente no era su tipo y nunca le atraería nada de él. El muchacho no sabía la razón, pero eso no le impidió aceptar la propuesta de la señora Nam.
     Después de todo, él no estaba en condiciones de ir a ese tipo de tiendas. Jamás podría comprar atuendos tan caros, y mientras durara la mentira que Woo Hyun había planeado, sin duda se dejaría consentir por la madre de ese huraño hombre cuanto pudiera. No iba a despreciar nada de eso si todo era gratis.
     Y, tal vez después, cuando toda esa farsa se termine, pueda ser capaz de encontrar a alguien que lo valore y lo ame por lo que es.
     —Sal, cariño. Queremos ver cómo te queda —le pidió la mujer con voz amable. Sung Kyu se mordió el labio inferior y se miró de nuevo en el enorme espejo que tenía enfrente. Suspiró profundo, y se armó de valor para salir y mostrarle a sus acompañantes la ropa que le había escogido la dulce madre de su jefe.
     Ella se acercó al joven en cuanto salió del probador y le dio un beso en la mejilla. Sung Kyu le sonrió y se sonrojó, desviando su mirada hacia Woo Hyun, quien permanecía con los labios entreabiertos mientras lo observaba de pies a cabeza.
     —Te ves tan lindo. Definitivamente ese es tu estilo.
     —¿En serio lo crees? Pensé que este tipo de ropa no me sentaba bien.
     —Tonterías. Te ves tan apuesto —le aseguró, rodeándolo con sus brazos. Sung Kyu volvió a sonreír y sus ojos se clavaron de nuevo en su jefe, quien de pronto se levantó de la silla para observar la demás ropa que había en el local.
     —Escoge todo lo que te guste.
     —Gracias, mamá.
     Los cuatro salieron de la tienda y Sung Kyu casi no podía con todas las bolsas que llevaba. Se detuvo un momento para acomodarlas, e inesperadamente Woo Hyun se le acercó y le quitó la mayoría de la manos. El muchacho parpadeó y su futura suegra lo tomó de la mano para llevarlo hasta un salón de belleza.
     —Nunca he teñido mi cabello —mencionó Sung Kyu, y la chica que lo había sentado frente al espejo le sonrió, poniendo las manos en sus hombros.
     —Te verás muy bien. Te lo aseguro.
     El muchacho también le sonrió, y observó a través del espejo a los padres de Woo Hyun, charlando animadamente, mientras su jefe mantenía la vista en una de las tantas revistas que había en la mesita a un costado del sofá que ocupaban. Sung Kyu dejó ir un suave suspiró, y observó cómo la chica comenzaba a peinarle el cabello.

Sung Kyu volvió a sonreír para sí mismo al ver el nuevo color caramelo de su cabello reflejado en la ventana del auto. Ya era de noche, y los cuatro viajaron de regreso a la casa después de un largo y agitado día.
     —Muchas gracias, mamá —le dijo el muchacho a la madre de su jefe mientras la abrazaba con cariño una vez que bajaron del auto. Ella le correspondió de inmediato y le dio un beso en la mejilla.
     —No fue nada, cielo. Me hace muy feliz verte contento. ¿Y sabes algo? A Woo Hyun también le encantó tu cambio de imagen.
     Sung Kyu abrió un poco más los ojos por el comentario de la mujer, y su vista se centró en su jefe, quien había tomado todas las bolsas con su ropa nueva para entrar a la casa, seguido de su padre.
     —Nunca lo había visto tan sorprendido por algo —le confesó ella, y Sung Kyu sintió que su corazón daba un vuelco.
     ¿Cómo podría estar sorprendido Woo Hyun a causa suya, si le había dejado muy claro días atrás que nunca se fijaría en él.
     El muchacho suspiró profundo, y tomó de la mano a su futura suegra para entrar a la casa. Le dio las buenas noches, y subió las escaleras para dirigirse a la habitación.
     Las bolsas de ropa estaban en el sillón y Sung Kyu se acercó para sacar todo y meterlo al guardarropa. Escuchó que Woo Hyun estaba en el baño, tomando una ducha, y el joven se sentó frente al escritorio para tomar su laptop y comenzar con sus deberes.

Mientras se duchaba, Woo Hyun no pudo apartar de su mente la nueva apariencia de Sung Kyu. Su madre tuvo razón al decirle que el joven era muy apuesto, aunque se dijo a sí mismo que no le interesaba, y que no importaba lo que hiciera, Sung Kyu nunca iba a ser más que un simple empleado para él. El joven no podía importarle menos. Estaba ahí porque le pagaba, y ya pensaba en el día en que por fin pudiera terminar con la mentira de que era su prometido.
     Exhaló profundo, cerrando la llave y tomando una toalla para secarse. Salió del baño, vistiendo su pantalón holgado del pijama y una camiseta de tirantes. Miró a Sung Kyu de reojo mientras éste se mantenía escribiendo en la portátil, y no pudo evitar desviar su mirada hacia el cabello del joven.
     Ese color caramelo le sentaba muy bien.
     Woo Hyun rodó los ojos para sí mismo ante el ridículo pensamiento que había tenido y se tumbó en la cama, tomando el libro que descansaba sobre su mesita de noche. Hacía días que estaba leyendo una novela romántica. Algo que jamás creyó que haría. Pero, en su momento, pensó que la historia podría ser entretenida.
     Bueno, no tanto en ese preciso instante, como para tenerlo concentrado en la lectura, porque, de un momento a otro, Woo Hyun se encontraba estudiando los movimientos de Sung Kyu mientras permanecía recostado en la cama: cada gesto que hacía. Cómo se movían sus dedos. Y no se había percatado antes de que sus manos fueran de verdad bonitas. El joven empresario miró con detenimiento su perfil, y pudo apreciar su sonrisa; sus blancos dientes. La forma tanta singular con la que abría más los ojos. Y las casi imperceptibles arruguitas que se formaban en su recta nariz.
     Woo Hyun cerró los ojos por un momento y se golpeó internamente por lo que había estado haciendo, hasta que una leve carcajada lo hizo abrirlos de nuevo, centrando su vista en Sung Kyu otra vez, frunciendo el ceño y sintiendo que la molestia se instalaba en su pecho.
     No pensó ni por un instante el levantarse de la cama para caminar hasta donde estaba el joven. Lo miró sonreír de nueva cuenta y logró ver que estaba platicando en línea con otro muchacho. Sung Kyu se giró para mirarlo y Woo Hyun vio como entreabría los labios para decir algo, pero lo interrumpió, cruzándose de brazos.
     —¿Quién es Dong Woo? —preguntó, enfadado. Kim cerró la máquina, enarcó una ceja y suspiró antes de responder.
     —Un amigo de la universidad —le dijo, y Woo Hyun volvió a fruncir el ceño.
     Sung Kyu abrió la portátil de nuevo y respondió otro mensaje que le había llegado, sonriendo cuando presionó el botón de enviar. Woo Hyun descruzó sus brazos, y no supo en qué momento le arrebató la computadora a Sung Kyu antes de que éste lo mirara con enfadado e incredulidad.
     —¡Vete a dormir! Ya es muy tarde para que estés platicando con tus amigos —objetó, y el otro empuñó las manos a cada lado de su cuerpo. Woo Hyun lo observó ponerse de pie con lentitud.
     —Está bien. Sólo déjame despedirme de mi amigo.
     —No —respondió secamente.
     Sung Kyu bufó para sí mismo, intentando tomar su computadora de las manos de su jefe, pero Woo Hyun la puso a su espalda, y el joven no quiso intentarlo más por miedo a que se callera.
     —¿Qué te pasa? ¿Por qué te portas así conmigo? ¡He hecho todo lo que me dices!
     —¡No es verdad!
     —¡Es cierto!
     —¡Entonces deja de platicar son ese tipo y vete a dormir!
     Desconcertado, Sung Kyu frunció el ceño, y Woo Hyun desvió la mirada para poner la máquina de nuevo en el escritorio.
     —Y otra cosa —sentenció Woo Hyun, con voz áspera—: no quiero que nadie se te acerque, ni en la escuela, ni en ningún otro lugar.

El Contrato | WooGyuWhere stories live. Discover now