Capítulo 14 - Trascendente y confusa solución

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«Nuestro falso compromiso pronto terminará», recordó Sung Kyu, por enésima vez en esa semana. Lo que le dijo su jefe le rompió el corazón.
     Una vez más.
     Y aun así se empeñaba en seguir pensando en Woo Hyun cada vez que cerraba los ojos; cada vez que dejaba ir un suspiro; cada vez que sentía sus latidos.
     Habían sido unos días tan fríos y distantes de ese hombre que, por varios momentos, también deseó no haberlo conocido. Se arrepentía tanto de haberlo dejado entrar en su alma y de haber aceptado fingir ser su prometido.
     Pero ya no había vuelta atrás. Sólo podía esperar y partir a otro continente para olvidarse por completo de Woo Hyun y sacarlo definitivamente de su cabeza. Se desharía de esa imperante necesidad de tenerlo cerca. Borraría todos y cada uno de los recuerdos que había hecho a su lado. Porque, aunque algunos fueran malos, su sola sonrisa hacía que todo valiera la pena.
     ¿Así se sentía el estar enamorado? ¿Así se sentía cuando tenías que dejarlo todo por lo que alguna vez había sido tu más grande sueño?
     A esas alturas, Sung Kyu ya no sabía lo que quería. No estaba seguro si sería capaz de olvidarse del amor que le tenía a su jefe. No tenía idea de si la distancia y el tiempo serían capaces de desvanecer las heridas que seguramente se formarían en su ser al separase de él. Pero, de lo que sí estaba consciente, era que Woo Hyun jamás iba a sentir algo por él.
     Así que, esa mañana también se levantó con muy pocas ganas de hacer algo. Era sábado, y no tenía nada pendiente de la universidad. Su jefe ya no estaba en la recámara, y al muchacho ya no se le hacía extraño tampoco. Suspiró profundo y dobló sus gruesas cobijas para dirigirse al baño y darse una ducha. Debía bajar a desayunar con los padres del joven empresario. En ese par de meses que llevaba viviendo ahí, ya se le había hecho costumbre.
     Después de vestirse, bajó las escaleras con pasos lentos hasta el comedor y se acomodó en una silla. La cocinera le dio los buenos días y le extendió el plato con su desayuno. Sung Kyu miró alrededor, frunció un poco el entrecejo y notó que era el único en la mesa. Se aclaró la garganta y llamó al ama de llaves para obtener respuestas.
     —¿Dónde están los padres de Woo Hyun? —preguntó Sung Kyu, un tanto desconcertado. Era la primera vez que no los veía sentados a la mesa a esa hora.
     —Fueron invitados a desayunar por un socio del señor Nam —mencionó la mujer, sonriendo. Le dedicó una reverencia a Sung Kyu y se retiró.
     El joven se sintió un poco incómodo. Nunca había estado solo en la casa y, de cierta manera, extrañaba la amabilidad y el cariño con los que siempre lo trataba la madre de su jefe.
     Sacó su móvil. Pensó en Dong Woo de pronto, y la idea de invitarlo a almorzar cruzó por su cabeza. Hacía meses que no pasaban tiempo juntos, y Sung Kyu era consciente de que estaba descuidando un poco su amistad. Suspiró y centró su vista en el bonito teléfono que le había regalado Woo Hyun. Y no pudo evitar que el aparato le recordara, de nuevo, lo mucho que le gustaba ese hombre.
     Ya no existía nada que no lo evocara.
     Observó por varios segundos más la pantalla y cuando estuvo dispuesto a llamarle a Dong Woo, recibió un mensaje de la señora Nam:

"Cariño, un amigo de la familia nos invitó a comer en su casa, por favor, ve por Woo Hyun al restaurante. Si le llamo no querrá venir, pero si vas por él, es seguro que vendrá encantado. Te mando la dirección en un rato. Te lo encargo. Besos."

Sung Kyu resopló con suavidad y de un momento a otro su corazón empezó a latir con ansiedad. El pensar en Woo Hyun hacía que su cuerpo entero se estremeciera. Y no pudo impedir que una gran sonrisa se dibujara en su rostro. Iría al restaurante y le pediría con amabilidad que lo acompañara. Estaba seguro que Woo Hyun no se negaría, porque tal vez estaba más serio y distante de lo normal, pero había cumplido con su palabra de tratarlo mejor.
     Sung Kyu se apresuró a terminar su desayuno y después fue a su cuarto. Tomó un abrigo y arregló su cabello, guardó en uno de sus bolsillos su cartera y se encaminó a la salida de la casa. Le pidió al chofer que lo llevara hasta el local de Woo Hyun, bajó del auto y le dio las gracias, diciéndole también que podía regresar a la casa porque ya no lo iba a necesitar más.
     El muchacho observó con fascinación las enormes puertas de cristal del restaurante y con seguridad se adentró al edificio. Repasó por un momento la hermosa ornamenta y saludó con simpatía a la joven mujer de la recepción, quién le correspondió el gesto de la misma manera.
     Todos los empleados ya sabían la posición de Sung Kyu y le era permitido pasar hasta la oficina de su jefe sin comentario alguno. Tomó una gran bocanada de aire y se detuvo frente a la puerta del despacho, pero, justo cuando iba a tocar, el almacenista le dijo que Woo Hyun no estaba adentro.
     —¿Y dónde está? — preguntó, aun manteniendo la enorme sonrisa en su fino rostro.
     —En la bodega. Llegó una nueva cosecha de vino y el señor la está revisando.
     —Muy bien. Gracias —dijo, poniéndose en marcha hacia el lugar donde estaba Woo Hyun, no obstante, de pronto el empleado se cruzó en su camino.
     —Creo que va a tardar. Si lo desea, puede esperarlo en la oficina o, yo le digo que vino a verlo.
     —No gracias. Tenemos un compromiso; no me importa esperarlo —aclaró el muchacho, y de nuevo tomó el rumbo hacia la bodega, dedicándole antes una sincera sonrisa al hombre.
     Sung Kyu sintió su pulso acelerarse con cada paso que daba. No había visto a Woo Hyun desde la noche anterior, cuando ambos se habían ido a dormir, y deseaba tanto apreciar sus hermosos ojos por primera vez en ese día.
     Caminó con aparente tranquilidad mientras se mordía el labio inferior hasta la entrada de la bodega. Suspiró profundo antes de levantar la mano con la intención de tocar para advertir de su presencia, sin embargo, la puerta estaba abierta, y los sonidos del interior podían escucharse a través de la pequeña abertura.
     Sung Kyu abrió un poco más los ojos cuando la varonil voz de Woo Hyun llegó hasta sus oídos, pero, sin esperarlo, la suave voz de una chica hizo que su corazón se acelerara por el desconcierto y el nerviosismo. Kim no pudo evitar acercar un poco más su rostro a la ranura de la entrada, y posar sus curiosos ojos en el interior del cuarto. Miró la espalda de Woo Hyun, y después observó con decepción cómo una mujer lo tomaba del cuello para besarlo.
     Los ojos de Sung Kyu se abrieron con desmesura, antes de apretarlos con fuerza segundos después. No quería que las lágrimas mojaran su rostro; no deseba que su corazón se terminara de pulverizar. Así que hizo puño sus manos y, sin pensarlo, salió corriendo del restaurante.
     Un par de empleados lo llamaron mientras se dirigía a la salida, pero para Sung Kyu no existía otra cosa en su cabeza más que la repentina y humillante imagen que acababa de presenciar. No pudo evitar pensar también en su beca, y en que muy pronto todo eso se terminaría y que era mucho mejor dejarlo todo. Ya no quería sufrir más por Woo Hyun. Deseaba con todas sus fuerzas arrancarlo para siempre de su corazón.

Woo Hyun también se arrepentía. Se sentía tan incómodo con el plan que había formulado, que no encontraba la manera de salir de él, sin lastimar a sus padres, a Sung Kyu, y a él mismo en el proceso.
     Sabía muy bien que ya lo había hecho sufrir. Sabía de sobra que se había portado como un idiota con Sung Kyu y, justo cuando pensaba que comenzarían una buena relación, el muchacho pensaba abandonarlo para perseguir su sueño. Woo Hyun no podía culparlo, y tampoco podía competir con eso, porque, si el muchacho trabajaba para él, era precisamente para eso: para salir de la miseria y ya no pasar carencias. Empezando una vida sin preocupaciones. Una vida sin él.
     Y Woo Hyun lo entendía, pero no sabía por qué no quería asimilarlo.
     No quería aceptar que tenía que decirles sobre el compromiso roto a sus padres. Y tampoco sabía cómo alargar más la partida de Sung Kyu. Él no deseaba que se fuera. Woo Hyun no quería que Sung Kyu abandonara su casa; no quería que se alejara y que viviera a miles de kilómetros de distancia, porque se olvidaría de él.
     La frustración lo ahogaba, y el trabajo no lo hacía pensar en otra cosa. No podía concentrarse, y tampoco podía pedirle ayuda a nadie más. Así que pensó en hablar con Sung Kyu lo menos posible; sin ser descortés o grosero. Y también pensó muchas veces pedirle que no se fuera, pero, ¿con qué excusa? ¿Con qué pretexto haría que Sung Kyu se quedara? ¿Con qué justificación haría que cambiara de opinión? ¿Qué podía hacer para que desistiera de marcharse?
     Woo Hyun ya se había roto la cabeza pensando en ello, y la única solución parecía ser que le dijera que él...
     Su celular comenzó a sonar de pronto. Lo sacó del bolsillo de su saco y miró la pantalla por un momento, frunciendo el ceño al instante de reconocer a la persona que le llamaba, y pensó muy seriamente en cambiar su número telefónico cuanto antes.
     —Ya te dije que dejaras de molestarme, Mi Joo. ¿Acaso eres tonta? ¡No quiero verte, y no quiero hablar contigo! —exclamó, enfadado, colgando en seguida. Guardó su aparato y suspiró profundo. Se levantó de la silla tras su escritorio y caminó hasta la puerta para salir y dirigirse a la bodega. Le dijo a un empleado que estaría ocupado y que él se encargaría de la inspección del embarque de vino que había llegado.
     Se entretuvo cerca de una hora dentro del cuarto y después escuchó cómo abrían la puerta. Frunció el ceño, y rodó los ojos con fastidió cuando observó a Mi Joo entrar.
     —Me dijeron que estabas aquí —mencionó la chica, sonriendo con amplitud.
     —Parece que sí eres tonta, porque no has entendido lo que te dije.
     La joven mujer sonrió ante las palabras de Woo Hyun y éste le dio la espalda. Siguió revisando los papeles que traía en las manos sin prestarle más atención a la muchacha, y ella se le acercó. Woo Hyun no levantó la vista, pero a la muchacha no le importó y se aproximó más, colocándose frente a él.
     —Hace mucho tiempo que no salimos, Hyunnie. ¿Ya no te parezco atractiva? —le preguntó, poniendo una mano sobre el hombro del empresario.
     Woo Hyun se cruzó de brazos y la miró por un momento con demasiada indiferencia. La chica le acarició el cabello y le sonrió, pero él no tenía el más mínimo interés en ella.
     —¿Ya encontraste a alguien más para divertirte?
     Nam sonrió de lado y con el brazo retiró la mano de la chica. Ella entrecerró los ojos y de inmediato imitó su gesto.
     —Y si así fuera, ¿qué harás al respecto? —inquirió, con un semblante serio, haciéndola frunció el ceño.
     —Lo que hago siempre —contestó antes de tomar del cuello a Woo Hyun para besarlo.
     Pero él ni siquiera se inmutó. En ningún momento hizo algún gesto y mucho menos cerró los ojos. Su boca se mantuvo inmóvil, y su corazón tan estoico como siempre. Los labios de Mi Joo permanecieron sobre los suyos por unos cuantos segundos, como si se tratasen de una simple cosa; un objeto sin importancia.
     La linda mujer bufó en cuanto se separó de él, y después comenzó a reír con burla. Woo Hyun la miró y le pareció insignificante su reacción.
     —Ya regresarás conmigo cuando te canses de esa persona, Woo Hyun. Te lo aseguro. Lo has hecho muchas veces en el pasado, esta vez no será diferente —comentó ella, antes de caminar a la salida.
     Woo Hyun permaneció quieto por un momento más y, cuando Mi Joo salió de la bodega, una satisfactoria sonrisa apareció en sus labios. Suspiró hondamente y luego levantó la vista, enfocándola en el alto techo de ese oscuro cuarto.
     —Claro que no, Mi Joo; esta vez todo es diferente; esta vez, sé que jamás me cansaré de él.

El Contrato | WooGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora