La Voz de la Bestia

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A veces me siento yo, otras veces no.

A veces quiero llorar, otras sólo reír.

A veces te extraño, otras te olvido.

A veces quiero morir, otras sólo matar.

A veces simplemente soy yo... otras él me logra controlar.

Esos eran los pensamientos que ocupaban la mente de un joven castaño que aparentaba unos catorce años de edad, sentado en un árbol caído reflexionando sobre su ser ¿Quién era en realidad? ¿Héroe o villano? ¿Una cruel broma del destino? ¿Acaso valía la pena su inútil vida humana?

Mantenía los ojos cerrados, quería conservar el control sobre sí pero esa definitivamente no sería tarea fácil.

¿Confundido, muchacho? Acepta de una vez lo que eres; lo que somos: un siervo de la oscuridad.

¡No! ¡Yo no soy como tú!

No dijiste lo mismo cuando aquella chica murió ¿O si?

El chico se paralizó, aun le dolía hablar de aquel asunto y la bestia lo sabía muy bien; sabía aprovecharse de ello a la perfección.

¡Cállate! Y-yo no soy como tú.

Por supuesto que no. De haberte parecido a mí ¿No crees que la hubieras salvado?

¿La habría podido salvar? No lo sé, después de todo los accidentes son pura casualidad.

D-déjame en paz.

El castaño comenzaba a llorar, los recuerdos invadían su mente como la tinta invade un tazón de agua, intentaba no pensarlo pero todo esfuerzo era inservible. La nostalgia y tristeza volvieron a apoderarse de él.

Momentos sumamente especiales regresaron a su pensar.

La primera vez que la vio en el preescolar, con un bello vestido lila y una diadema del mismo color hablando y hablando sobre sus sueños de ser bailarina.

La primera vez que le escribió un poema y se lo entrego camino a su clase de ballet, ella traía un hermoso tutú rosa y el cabello recogido.

La primera presentación oficial donde interpretó un papel de la corte real, en cuarto año, llevaba un traje renacentista.

Su última presentación donde consiguió ser la primera bailarina, en quinto año, vestía un traje que la hacia ver como toda una princesa.

Las veces que festejaba junto a ella cuando el equipo de la escuela ganaba.

El Halloween en que le grabó una cinta con poesía y clarinete.

Las muy pocas ocasiones en las que se reunían a escuchar cintas antiguas.

La vez que ella escucho la cinta que él le había grabado.

La última vez que la vio, en el aeropuerto justo antes de abordar aquel avión a Europa.

Las noticias informando del accidente.

En Busca Del Héroe PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora