Nya...

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Sintió el filo de la espada atravesando su pecho, sin embargo todo dolor quedó en segundo plano. Lo único que Kuro percibió con claridad fue el jadeo de asombro que salió de los labios de Mahiru.

No podía hacer mucho. No recordaba cuantas décadas, quizá siglos, pasaron desde la última vez que bebió sangre. Hacia mucho que se había habituado a ser un gato normal.

¿Qué fue, exactamente, lo que lo hizo saltar?

No estaba seguro de querer averiguarlo.

Lo único que rondaba por su cabeza era Mahiru y lo complicado que estaba resultando ser.

No tenía fuerza, ninguno de los dos, para enfrentar al subclase demente que tenían frente a ellos. Su primer instinto fue correr. Porque era lo mejor, para ambos y para su propia salud mental. Pero Mahiru tenía otros planes.

Salvar. Proteger. Pelear.

Sleepy Ash no podía decidir. No quería decidir. Hacia ya tiempo que tomó una decisión y aún ahora, después de tantos años que ya no recuerda cuando dejo de contarlos, se preguntaba si fue la correcta.

Simplemente no quería pasar por todo eso de nuevo. Por el dolor y la confusión.

Era mejor no hacer nada. Sí se limitaba a esperar que alguien más decidiera, él no tendría que cargar con responsabilidades. Si alguien debía ayudar, definitivamente no quería ser él.

"—Entonces, huye tu sólo."

Las palabras de Shirota le quemaban los oídos, casi tatuándose en su cerebro. Eso era exactamente lo que mejor sabía hacer. Huir y estar sólo no eran experiencias desconocidas. Siendo así, no deberían haber sido tan incómodamente dolorosas.

Pensó en ese humano. El chico castaño que llevo un gato andrajoso a casa habiendo decidido adoptarlo. Sus ojos cafés angustiados por su vida y las de sus amigos, así como el brillo intenso al decidir salvarlos. Shirota Mahiru era, sin lugar a dudas una persona demasiado complicada.

E indudablemente, también, era única. ¿Cuando fue la última vez que él quiso ser salvado? ¿Si hubiera conocido a un humano como Mahiru cuando era mortal, él pudo ser salvado de su cruel destino como vampiro?

No quería pensar. No quería volver a ser odiado por culpa de una mala decisión. Sin embargo tenía claro que no se arrepentirá de ser apuñalado en lugar de Shirota esa tarde. Sí sobrevivía el tiempo suficiente para que escaparan.

Fue entonces que sintió el cálido y revitalizante sabor de la sangre en la lengua, junto con una esencia desconocida, pero fuerte, cálida y con un sabor tan único que solo podía pertenecer a Mahiru.

"—¡Hagamoslo  juntos, Kuro!"

Kuro no quería profundizar en lo que esas palabras le hacían sentir. Ya había pasado demasiado tiempo solo en la oscuridad, este humano no sabía lo que esa simple frase podía hacerle a alguien solitario e inseguro. Pero quería creerle. Confiar.

¿Hacer juntos qué? ¿Hasta cuando? Y lo más importante ¿Por qué?

No tomaría decisiones. No sería responsable de sus acciones. Nada sería culpa suya. Todo lo que tenía que hacer era obedecer y proteger a un humano simple y molesto.

Así  probablemente ya no estarías sólo. Creyó escuchar en el fondo de su mente.

Sonrió y pasó la lengua por sus labios húmedos, saboreando hasta la última gota del líquido rojo y vital.

Personas como Mahiru son las más molestas y problemáticas. Con muchos sentimientos. Leales y con deseos de proteger todo lo que les rodea.

Y era esto último lo que le decía a Kuro que era lo mejor. Proteger y ser protegido por un humano como el castaño no sonaba como una mala decisión.

"—Bueno, no se puede hacer nada. Eres mi Eve ahora."

Si ambos hacían las cosas bien, lo sería por un largo tiempo.

El vampiro-loco-mago-atacante sonrió con malicia. Kuro no sabía si tomarse la molestia de sentirse molesto o simplemente retomar su plan inicial y huir.

"—... Los verdaderos vampiro que hacen contratos con humanos tienen un nombre. ¡Servamp!"

Un sirviente. La representación del pecado de la pereza. Un monstruo que no debería existir. Un bebedor de sangre. Él, Kuro, bajo las órdenes de un maestro, Mahiru.

Qué molestia.

"-Nya..."

Kuro&MahiruWhere stories live. Discover now