17. La palabra prohibida

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Capitulo 17: La palabra prohibida

Todo el equipo de Eric estaba desilusionado. En cambio, todo el equipo de Cuatro estaba alegre, contento y victorioso.

Ya estábamos en el tren, camino de vuelta al complejo de Osadía. En un principio me había sentado junto a Uriah y Lynn. Uriah estaba la mar de feliz y no paraba de restregarle a Lynn su victoria. Lynn, posiblemente la más anima del equipo de Eric, se aferraba a sus únicos argumentos: haberle disparado a Uriah y haber estado a punto de alcanzar la victoria. Aunque al principio de la discusión había estado apoyando a Lynn, con forme iba avanzando mi participación se iba reduciendo hasta quedarse en nada y convertirme en una mera espectadora.

Cansada de escuchar a Uriah alardear de su victoria y del magnífico plan de Tris y a Lynn, intentando quitarle merito al equipo de Cuatro, me levanté y los deje a los enzarzados en esa discusión. Estaban tan enfrascados en ella que ni siquiera me dijeron nada cuando me levanté y me fui a una esquina del tren para estar sola.

Me sentí totalmente desanimada. Sentía rabia por haber sido incapaz de alcanzar la bandera antes de que Tris cogiera la nuestra. La rabia me lleva a la impotencia, y yo odio la impotencia. No hay sentimiento que lleve peor que la impotencia. ¿Y cuando no puedes hacer nada que haces? Pues yo me pongo muy triste. Ya no solo por no haber ganado, sino también por la repercusiones que eso podía tener. Si haber perdido afectaba en algo a la clasificación, estaba perdida. Si esto me hacia bajar puestos me quedaría fuera y pasaría a ser parte de los abandonados, estaba segura.

Tras unos minutos inmersa en mis pensamientos y completamente depresiva, pasé a arrepentirme de haberme venido a esta esquina. Estaba justo al lado de la puerta y el frío viento se colaba a través de ella con fuerza. ¿Por qué no me habría traído una chaqueta? Atraje mis rodillas hacia mi cuerpo y las rodeé con mis brazos para intentar que mis dientes dejaran de rechinar, aunque no era muy eficaz. Cerré los ojos y llevé mi cabeza hacia atrás, apoyándola en la pared del tren. Un carraspeo interrumpió mi concentración.

Abro los ojos y me encuentro con la mirada seria de Eric que me tendía una chaqueta. Su chaqueta. Él ahora solo lleva una camiseta negra de manga corta que se ajustaba a todo su cuerpo, marcando cada musculo de él. No le quedaba nada mal. Le miro indecisa sin saber si cogerla o no.

—Cógela. —ordenó Eric—No quiero a ninguna iniciada resfriada.

La cogí, aunque aún un poco indecisa. Me la puse. Era muy ancha y me venía grande por todas partes. En cambio, se estaba mucho mejor con ella puesta y rápidamente entré en calor.

—Gracias…—susurré con la cabeza gacha.

—No me des las gracias. Solo lo hago porque no me quiero pasar un fin de semana ocupándome de una iniciada enferma— dijo frío.

Esperaba que se fuera después de esto, pero se quedó ahí. Parado, serio y con sus manos entrelazadas al frente. Su mirada no se paraba en ningún punto, daba vueltas por todas partes como si esta situación le incomodara. Eric soltó un pequeño suspiro y puso fin al silencio que se había instaurado entre nosotros:

— Eeh…Esta noche lo has hecho bien—dijo por fin.

—No lo creo…—repliqué yo— Hemos perdido.

—No siempre que se pierde significa que se haya hecho mal—contestó él.

—Ya…Solo que lo han hecho mejor que tú.

—Puede. —afirmó mientras se sentaba a mi lado. Cuando se sentó a mi lado derecho, justo entre yo y la puerta, me tensé y mi espalda se puso rígida en apenas un segundo—O puede que solo hayan tenido suerte— añadió mirándome. Sus ojos azules se cruzaron con los míos. ¡Otra vez esa maldita sensación! Aparte mi mirada rápidamente y lo fije en la pared de enfrente. Aún así, seguía sintiendo su mirada en mí.

Se hizo un silencio. Solo se escuchaban los gritos del final del vagón, donde se encontraba el resto del mundo, y el fuerte viento atravesando la puerta. El tren se movió, provocando algunas caídas y que el hombro de Eric chocase con el mío.

—Oye…—dijo dejando de mirarme, indeciso e inseguro. Empezó a mover sus manos rápidamente. Tal vez alguna manía suya que hacía cuando se ponía nervioso— ¿Qué pasa entre tú y Uriah?

— ¿A qué te refieres?— ahora era yo la que le miraba y él el que miraba a la pared de enfrente.

—Antes has dicho que le queri…

—Solo somos amigos— le interrumpí— Si es a eso la que te refieres.

—No creo que sea buena idea ser amiga de otros iniciados— me advirtió, cambiando su mirada de la pared a mis ojos. Fruncí el ceño y después solté un fuerte suspiro.

—Mira, Eric, no voy a discutir contigo. No me apetece. Estoy cansada y demasiado preocupada y triste como para discutir contigo. Otra vez más. Tengo mis propios problemas como para preocuparme de lo que tú piensas a cada momento. Posiblemente no pase de fase…

—M—intentó cortar mi discurso, pero yo continué hablando.

—Y por si fuera poco, ni siquiera soy capaz de coger una bandera cuando la tengo delante de mis narices— lo estaba soltando todo sin más. Ni siquiera me había dado cuenta de cuando había empezado a hacer gestos con las manos—Así que ahora no me vengas con…
—M— lo intentó de nuevo alzando un poco más la voz.

— ¿Qué?— contesté bruscamente con el ceño fruncido.

—Gracias—dijo simple y llanamente.

— ¿Qué?—repetí, esta vez más bajo y de manera involuntaria. Lo había oído con total claridad, pero no todavía no me creía lo que acaba de escuchar. ¿Había dicho la palabra que tan prohibida parecía tener?

—Lo que has oído. Tenías razón, tenía que haberte dado las gracias.

—Espera—hice un gesto con la mano —¿Gracias por qué?

— ¡Todo el mundo preparado!—Gritó Cuatro desde la otra punta del vagón— ¡Saltamos en 30 segundos!

Eric se puso en pie y se espolsó los pantalones. ¡Qué estúpida manía tenía Cuatro de interrumpirnos siempre!

—Gracias por salvarme el culo, M— dijo girándose y tendiéndome una mano para ayudarme a levantarme.

La cogí y Eric tiro de mí con demasiada fuerza. Nuestras caras se quedaron a penas a unos centímetros; nuestras bocas estaban a apenas unos centímetros. Me tenía bien cogida de la mano así que no podía escapar. Sentí el calor subir por mis mejillas. Nos quedamos así durante unos segundos que parecieron minutos. Quise decirle mil cosas pero en mi garganta parecía haberse formado un nudo y se negó a cooperar. Nos mirábamos a los ojos fijamente, que ocultaban todo lo que hubiésemos querido decir y nunca dijimos. Daba la sensación de que el tiempo se había parado a nuestro alrededor.

—Puedes quedarte la chaqueta— sentí su aliento golpeando mi boca a cada sílaba— A ti te queda mejor— añadió mientras se separaba.

La gente empezó a saltar del tren. Parecía mentira que todo eso hubiera transcurrido en tan solo 30 segundos. A mí me había parecido una eternidad. Una eternidad en la que me hubiese gustado quedarme.

Es curioso como Eric consigue con apenas unos gestos o unas palabras, hacer que el tiempo pase mucho más lento, como si todo ocurriese a cámara lenta para que puedas disfrutarlo durante ese corto periodo de tiempo. Y es curioso cómo consigue hacer arder mis mejillas siempre que se acerca a menos de 3 centímetros. ¡Maldito y provocador pervertido!

—Las damas primero— me ofreció saltar haciendo un gesto con la mano para que pasara delante. —Por cierto, no sé si te lo había dicho, pero el rojo en tus mejillas te queda muy bien.

—Que te den, Eric— dije justo antes de coger carrerilla y saltar, preparada para caer haciendo una voltereta perfecta.
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Lo prometido es deuda, aquí está el siguiente capítulo.
Como siempre, espero que lo hayáis disfrutado.
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Nos leemos en el próximo capitulo🔜~

Besosos para todos, __Smiling__ 😘💚

SOMETHING BETTER~DIVERGENTE (Eric Fanfic)// TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora