20. "Si algo sale mal..."

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—Vamos arriba —Dijo Mae.

Ella y Justin se encontraban en la sala de estar. El maratón de Coco la Perezosa había terminado hace cinco minutos y durante los créditos, Mae aprovechó para abrazarse a Justin, y besarse.

Aunque la moción de los besos de Justin era más bien torpe, como si no hubiese hecho algo similar en mucho tiempo —y vaya que era así—, a Mae Greene muy poco le importó eso. Quería a Justin. Quizás en el fondo de su reiniciado sistema se pudo hacer la idea de que, si despertó en un basurero, su dueño anterior no hizo muy buenas cosas con ella.

Apreciaba que Justin la hubiese sacado de aquel infierno y que le tuviera el cariño que ella pensaba que le tenía. Que la viera de esa forma, aunque no fuese completamente natural. De este mundo.

—¿A qué? —Justin frunció el ceño, abrazando a Luna en tanto la tuvo a su alcance— ¿Me tienes un regalo a mí? ¿O a Luna?

Mae se decepcionó un poco con esto. La hizo recordar que sí, Justin estaba muy dañado por dentro. Y no podía hacer demasiado por él pues ya que prácticamente era una computadora humanizada y podría ayudar en su recuperación, Wade —y mucho menos las hermanas Drysdale— jamás la dejarían intentar algo para la mejora de Justin. Podía hacerlo a hurtadillas, claro está, al fin y al cabo pasaba mucho tiempo con Justin a solas ya que era su acompañante y desde hace poco tiempo, algo más.

Pero la duda que Wade implantó sobre su sabiduría también se había instalado en ella y pensó que lo más probable era que, si intentaba algo, fallaría y eso significaría el repudio de todos en esa casa, ¡Incluso la podía echar! No podía permitirse eso.

No ahora, que tenía a Justin.

Mae negó con la cabeza ante la pregunta de Justin y murmuró que era una sorpresa. Tomó a Luna con delicadeza y fingió "ponerla a dormir" puesto que ya era tarde. Apagó el televisor y tomó a Justin de la mano, llevándolo escaleras arriba hasta su habitación.

Dakota, quien ya se había instalado hace una tres días en la casa para cuidar de Justin junto con Olivia, recién había abierto la puerta de su habitación para ir por un vaso de agua cuando los vio.

Dos cuerpos muy juntos. Manos sobre cuello y cintura. Labios unos sobre los otros... hasta que la puerta se cerró.

—¡Dakota, ven aquí! —Chilló Olivia desde la habitación de la que su hermana se disponía a salir.

—¡Si es la parte donde él descubre que está siendo engañado, la he visto mil...

—Wade se reportó.

Tres días habían pasado desde la partida de Wade y no había dado señales de donde se encontraba o si estaba bien. Olivia era un manojo de nervios desde entonces. No paraba de ver la tabla informativa. No paraba de revisar las noticias relacionadas con Sognare y su equipo. En seguida, Dakota se dio la vuelta para ver a su hermana, sentada en la cama con el teléfono a un lado, haciendo un gran esfuerzo por no abrir el correo de Wade, pues quería hacerlo junto a ella.

—¡Trae tu trasero aquí! Quiero saber lo que dice.

Cerrando la puerta de nuevo detrás de ella, Dakota se acercó y se sentó al lado de Olivia. Entonces abrieron el correo justo cuando Dakota sintió como su hermana tomaba una respiración profunda.

"Olivia y Dakota;

Bueno, primero que nada quiero pedir disculpas por no haberlas llamado ni haberme comunicado antes. No nos permiten hacer llamadas ya que tenemos prioridades. Y al parecer para ellos, tener corazón no aplica como prioridad. Me encuentro lejos, bastante. Nos están haciendo experimentar más allá de nuestros límites. Nos trajeron aquí ya que tienen un laboratorio subterráneo donde estas cosas se mantienen en mejores condiciones.

Sognare → j.bWhere stories live. Discover now