10. "Siempre quieres estar un paso más allá"

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—¿Qué fue todo eso? —Le preguntó Wade a Dakota a través del celular. Se había resignado a que Justin no despertaría en una hora, el tiempo que Justin estipuló estaría dentro del sueño, así que prefirió dejarlo tranquilo hasta entonces. Por su parte, Mae se había quedado a su lado, esperando— A Justin le ha dado un ataque.

—¿Insinúas que es mi culpa? —Replicó Dakota. Wade no le respondió—. Vale, vale. Sé que es mi culpa, y lo siento, ¿sí? Todo esto tiene una explicación pero no me gustaría compartirla. Es algo personal y no fue a propósito. Sabes que me preocupo por el bienestar de Justin. No le haría algo así adrede.

—Bien... —Wade suspiró, pasando sus manos por su cabello color caramelo— Pero por favor, contrólate la próxima vez. Justin se puso histérico. Tuvo un ataque de ansiedad y se encerró en su habitación. Pudo haber pasado lo peor. Si no hubiese estado ese sueño ahí no sé qué hubiese hecho para calm...

—¿Qué? —Le cortó Dakota— ¿Qué hizo Justin?

—Él ha usado el sueño que robó de Sognare. Quizás... se sintió demasiado ahogado con la realidad y decidió escapar.

El pulso de Dakota se aceleró y tuvo que agarrarse de la puerta de su habitación para mantener el equilibrio. La conversación que mantuvo con Jasper Blake retumbó en su memoria.

Sabemos que el sueño que ha sido robado fue el tuyo.

Justin se había metido en un sueño en el cual ella era el objeto principal. Oh, Dios mío. Esto significaba peligro y del bueno. ¿Y qué si ella intentaba asesinarlo en el sueño, o viceversa? ¿Y qué si era mala con él ahí? O... ¿si por el contrario, significaba todo para él? Esto no haría más que alterar la concepción de la realidad en Justin...

—Por esto es que odio ese edificio del demonio —Farfulló Dakota—. ¿Me recordarías por qué sigues trabajando ahí? Lo que hacen es un trabajo inhumano.

—Mira lo que le sucedió a Justin apenas se echó para atrás con Sognare —Suspiró—. No me puedo arriesgar a eso. Y ahora menos. Justin está aquí, conmigo. Y ahora es mi responsabilidad.

—Justin solo se perjudicará a sí mismo con ese sueño —Dakota cambió de tema, sabiendo que no había más que discutir en el anterior—. Y perjudicará la percepción que tiene sobre mí.

—Lo sé. Pero, ¿Qué podemos hacer?

—Por el momento no lo sé. La prioridad ahora es mantenerlo en tu casa. Si llegasen a encontrarlo... —Dakota no concluyó la frase, pero no hizo falta—. Y prevenir estos ataques de ansiedad a toda costa. No quiero que siga haciéndose ideas incorrectas de mí...

—De acuerdo. Aunque ya sabes, lo mejor sería que le explicaras a él lo que sucedió... de lo contrario de un modo u otro se hará conjeturas incorrectas sobre ti.

—Lo haré en cuanto puedas, no te preocupes —Aseguró Dakota con un deje cortante en su voz. No le gustaba que le dijeran que hacer, nunca le gustó.

Tras despedirse de Wade colgó. Se dejó caer en su cómoda y gran cama, y los recuerdos afloraron de manera inevitable.

—Sé que siempre quieres estar un paso delante de los demás, Kota. Pero no siempre puede ser así.

Una Dakota de diez años enfundada en un vestido color crema se cruzó de brazos, enfurruñada. Era el día después de navidad y mientras daban una caminata por el parque casi desierto, su padre la regañaba tras haberse dado cuenta que ella ya había averiguado cuáles eran los regalos de navidad antes de que fuesen entregados a ella y su hermana menor.

Frank —así se llamaba su padre—, rió ante el gesto de la niña. Ella junto con su hermana Olivia eran la luz de los ojos del hombre.

—No tiene nada de malo. No me gustan las sorpresas.

—¿Ah no? —Dijo el hombre, enderezándose— Pues yo acabo de hacer una para ti. Pero si no te gustan... Supongo que mejor se la doy a Olivia.

—¡No! —Replicó la niña, haciendo el hombre reír nuevamente. Sabía el potencial que Dakota tenía. Siempre queriendo saber más que su interlocutor, siempre buscando sorprender... siempre lográndolo.

Él era consciente que quizás su trabajo le restaría unos cuantos años de vida y que eso quizás le impediría ver en qué se lograban convertir sus dos hermosas hijas. Pero no necesitaba verlo para saber que Dakota sería muy exitosa. Una líder innata.

—Bueno, bueno... —Alzó un brazo en señal de rendición. Entonces Dakota intuyó que escondía algo tras su espalda—. Si tanto insistes...

Y le dio una flor. Una flor azul eléctrico que le encantó a Dakota. Se abalanzó en un abrazo sobre su padre para agradecerle.

—Muchas gracias, papá.

—No las des, Kota.

Era mucho para Dakota. Desde que su padre murió, había cubierto sus sentimientos bajo una máscara. Se implantó la idea de que sin rudeza, no había liderazgo. Y a ella le importaba muy poco lo que tuviese que sacrificar para estar a la cabeza de todo, al fin y al cabo, ya había perdido lo más importante en su vida.

Cuando alguien le hacía una mención a su padre en el pasado no podía ver a la persona de la misma manera de nuevo. Un rencor —injusto, sí, pero inevitable— nacía en ella para con la persona, y permanecía ahí siempre.

Este no fue el caso con Justin.

Que le haya recordado a su padre mediante la flor significó algo más para ella. Viniendo de él, de un ser que las circunstancias volvieron a hacer inocente y libre de toda culpa, se veía como una señal. Una señal que quizás su mismo padre mandó, de donde quiera que estuviese.

Sigue luchando. La batalla apenas está por empezar.

Dakota se levantó de la cama y fue con paso decidido a su escritorio, dispuesta a seguir trabajando. Desde hace ya un año había redirigido sus prioridades a un proyecto que aunque aún no se revelaba a las masas, significaría un gran giro para los Estados Unidos.

Ya no se dedicaba solo a mezclar sustancias en un frasco o buscarle nuevos usos a las células madre. Sus fronteras se habían expandido, mucho más allá del campo médico-científico.

Pero había algo que se encontraba frenándola. Algo que ninguno de esos papeles, computadoras, maquinaria ni planes recién impresos le podían dar. Una pieza clave en sus planes que ella debería conseguir, adiestrar, pulir. Curar.

Y esa pieza, tenía nombre y apellido.

Sognare → j.bWhere stories live. Discover now