Capítulo 14

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La miraba dormir. Siempre le había parecido la imagen más sublime y la que le brindaba más paz. Se había arrepentido del tonto error que cometió al no decirle cuanto la amaba y el no haber tenido una relación con ella... Quizá todo habría sido muy diferente, quizá estaría casado con ella y Leah sería hija de los dos, ¿qué más habría querido? Pero las circunstancias habían estado en su contra y sabía que aunque le explicara mil veces a Lucero lo que había sucedido, ella no le creería... Simplemente el recuerdo de Laia era demasiado fuerte para él competir con eso. Era difícil. Siempre le había dicho a Lucero que amaba a Laia y no era mentira, en un momento de su vida le tuvo un cariño muy grande, aunque luego se hubiese evaporado por sus propias acciones. Eran tan distintas... Laia era hermosa, era dulce, era delicada; Lucero era endemoniadamente sensual y hermosa a la vez, era justa, era tierna y adorable, pero a la vez tenía un carácter de los mil demonios. Podía ser dulce si quisiera, podía ser maldita. Cuando sentía, era apasionada y cuando no, también. Ella era todo un mundo y ahora que la tenía así, dormida y a su lado, entendió que tomó la decisión correcta en irse con Laia y aunque nadie le creyera, todo siempre lo hacía por protegerla a ella, a su pequeña Lucesita. Le dolía que ella lo odiara, pero a fin de cuentas, era lo mejor y prefería que siguiera siendo así. La abrazó fuerte, aprovechando que dormía como piedra, y se durmió también.

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Narra Lucero

El sonido del despertador me levantó de repente. Odiaba tener que levantarme temprano, siempre había sido amante del sueño. Peleé un rato con mi consciencia, ella me decía que me levantara, yo le respondía que Leah seguía en pre-primario y yo era dueña de mi empresa, a nadie mataría que no me levantase... Pero sabía que debía hacerlo si o si. Abrí los ojos para encontrarme en el pecho de Fernando. ¿Cuándo había sucedido eso? No lo sé, pero amodié la idea de estar así. Amodié, ¿qué clase de palabra es esa?

Con mucho cuidado me fui alejando de sus brazos, no quería levantarlo, pero tampoco quería seguir ahí.

-¿A dónde vas?-escuché su voz a mis espaldas y decidí no voltear.

-Algunos tenemos hijos y trabajo-le respondí sin mucha gana, yo quería seguir durmiendo.

-¿Y si mejor te quedas conmigo?-me preguntó más dormido que despierto.

-No lo creo-le respondí dirigiéndome al baño. En ese momento sentí que se bajó de la cama y me di vuelta para enfrentarlo-¿A dónde crees que vas?-le paré en seco.

-Contigo al baño-me respondió como niño chiquito a su mamá, era tan adorable cuando recién despertaba, su cabello todo desgreñado y las sabanas marcadas en su rostro, daban ganas de comerlo a besos... En la mejilla, claro está.

-No lo creo-volví a decirle-bastante tuviste con que te permitiera dormir en mi cama, Fernando y no, no se volverá a repetir-le quise dejar claro.

-Me gusta estar contigo-me dijo, dejándome sorprendida, no esperaba que me dijera algo así, más bien que usara su estúpido sarcasmo ególatra de siempre.

-Gracias, no eres el primero que me lo dice-dije escondiéndome detrás de la puerta del baño y colocándole el seguro para que él no pudiera entrar. Me recosté de la puerta y cerré los ojos. ¿Por qué querría yo a Fernando? Simple, muy a pesar de todo lo que había pasado entre nosotros, el tiene un alma muy noble. Sé que por mi y por mi hija perdería la vida y pocas personas me hacían sentir así. Pero de todas formas eso no significaba que me iba a doblegar a su voluntad, yo tengo dignidad y anoche ya la descuidé demasiado.

Jaque Mate [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora