20. En nuestro derecho.

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-Eres...- susurró Richard, cerrando la puerta con la misma fuerza con la que la abrió- acabas de dar a luz, no me llamaste, y encima...- observó a Thomas de arriba a abajo con una mirada llena de rabia- y encima con él. Con él- dijo señalándolo como a un pedazo de basura.

Quise hablar, pero simplemente no podía mover mis labios. Thomas tampoco. Richard empezó a pasearse por la habitación, intentando ocultar su enojo. Lyllith dejó de llorar, puesto que volvió a dormirse.

-Cómo has llegado aquí? -preguntó Thomas.

-Digamos que, cuando llegas a tu casa después de ser despedido del trabajo y te encuentras en el estudio un estropicio como lo del cuadro, por cierto, gracias por eso, Rose- me comentó cínicamente- puedes llegar a imaginarte lo peor, o sea, que alguien ha entrado. Pero luego vi tu móvil sobre el escritorio y vi que lo llamaste a él. Lo importante es que até cabos, pensé que ya llevabas nueve meses, y vine al hospital más cercano.

Tenía resaca. Y una buena. Quizás por eso lo habrían despedido. ¿Qué estaba sucediendo?

-Cómo que ataste cabos? Qué quieres decir con despedi-

-Vamos a ver- empezó a recitar Rick, dando círculos por todo el cuarto, ignorando la segunda pregunta- Primero, tienes con este tío un rollo de... Cuánto nuevamente?

Finjió no acordarse, sólo para molestarnos aún más. Thomas posó las manos sobre el borde de la ventana, apoyando su espalda contra el cristal. Suspiró. Richard rió con sorna.

- Venga! Decídmelo vosotros! Lo sabéis, verdad? Bueno, por lo menos tú, Rose- dijo señalándome a mí- puesto que no te has olvidado de él en todo este tiempo. A que no?

Seguía sin poder hablar. Miré hacia la cuna con temor. Él siguió la dirección y la vió también. Volvió a mirarme, alzando la ceja. Encogí en mi cama.

-Cuatro - dijo Thomas, para romper el silencio.

-Ahh, sí! Eso. Cuatro añitos, ni más ni menos. Y ahora, después de olvidarte de lo que pasó- se dirigió a mí- que, además, fue una muy buena excusa para meterte con otros, o sea, yo, en el tiempo "de luto", te lo digo desde ya-

No acababa de decir eso. No lo había hecho. Thomas había cerrado los ojos y la mano en un puño. Intentó mantener la calma frente a aquel borracho, porque yo... no reconocía a Richard.

-Qué!?- exclamé yo, interrumpiéndolo- Qué te pasa?

Lo observé. Estaba descuidado, con barba de tres días, y su pelo rubio rizado sucio.

-En qué te has convertido?-murmuré.

Calló para reflexionar. Luego pareció encontrar una respuesta adecuada.

-Dime, y tú? Estuvimos juntos un año, quizás sólo para pasar el rato, para olvidarte de tu pérdida. Luego, no sé cuándo, lo vuelves a ver, y desde la cena que no has vuelto a ser la misma. No sé como esperas que no sospeche.

Él no fue un reemplazo. Yo lo amé de verdad. Pero ahora ya no era el mismo.

-Y ahora... lo has llamado a él, antes que a mí. Para el nacimiento de mis hijas. Si es que lo son. Eres... eres tan egoísta - dijo negando con la cabeza, y mirándome con los ojos entrecerrados.

Yo también tenía algo que decir al respecto. Thomas sólo se frotaba la mano por la cara, sin poder creer lo que estaba oyendo.

-Tú me ocultaste lo de tu madre- repliqué en voz baja- TÚ me ocultaste la muerte de tu mayor ser querido, sólo porque tenías verguenza de ella, porque ella también había hecho lo mismo con lo de tu hermano, y tenías miedo. Siempre lo tuviste. Yo estaba dispuesta a enmendar mi error. Yo...

Los Elegidos- respirandoWhere stories live. Discover now