19. El nacimiento de toda una historia.

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Ese día parecía más gris que los demás. Todo me resultaba insípido. La lluvia caía todos los días. Las tardes eran oscuras, y los vientos más fuertes. Mis días eran iguales; me quedaba en casa, intentaba trabajar, pero siempre terminaba recogiendo el estropicio que causaba Richard.

Él ya no era el mismo. Se quedaba horas viendo la televisión y bebiendo, hasta que una sonrisa estúpida asomaba por sus labios. Luego, al otro día, me pedía disculpas una y otra vez. Pero yo simplemente no podía.

Algunos sábados salía por horas a la noche, luego volvía bebido por la mañana, y sin decir palabra, se hechaba a dormir hasta el otro día.

Yo también me había acostumbrado a dormir mucho. Sí, y a soñar también.
Recuerdo cuando, de puro temor, me obligué a desechar a Thomas de mis pensamientos. Pero ahora, soñaba los sueños más largos y profundos. Todo era bueno para escaparme de la realidad. Y a veces, al despertar, me tocaba la barriga y pensaba: "Éste es él." Lo hacía como una reafirmación. No sólo para mostrarle a mis hijos que él ers su verdadero progenitor, sino como un recoratorio de que él estaba allí, esperándome, con los brazos abiertos, con esa sonrisa, como en mis sueños. Sin embargo, luego miraba a mi lado y veía que Richard ya estaba en el trabajo. Su ausencia lo demostraba. Entonces me di cuenta de que mi vida simplemente no podía seguir así.

Y esa mañana esa mañana me encontré sentada frente a la ventana, en un sillón de la biblioteca. El teléfono fijo estaba a mi lado. No podía dejar de pensar en mis bebés. Ya era el noveno mes. Tarde o temprano, en el momento justo, estarían aquí. Pero este no era un hogar. Ya no.
De repente, el teléfono sonó. No tenía pensado responder si era una llamada. Pero por suerte, era sólo el contestador. La voz de Patty inundó la biblioteca vacía.
"Rose? Soy yo, Patty. He estado preocupada por ti. Apenas has hablado conmigo y ya sé que estás embarazada y que es un gran cambio para ti, y sé que te estás preparando para el gran día, pero simplemente sé que algo no va bien. Soy tu mejor amiga. Me lo puedes contar todo. Y sé que sueno infantil, ahora que tenemos casi 30 años. Pero... es verdad.

Espero que todo vaya bien. Te quiero, sí?"

El tono dió el final del mensaje.

Me quedé en silencio. No podía levantar el teléfono y marcar. Por que dudaba que quisiera saber sobre su mejor amiga engañando a su actual pareja con una pasada. Y tampoco le gustaría tener que escuchar a su amiga elegir entre uno u otro, porque no quería finjir que no podía.

Tampoco quería probar a llamar a Thomas, porque su voz me hubiera hecho llorar de pena. Porque quería tenerlo junto a mí, y besarlo, y mirarlo a los ojos y decir "estoy aquí contigo para siempre." Pero sin quererlo, por más que lo llamase no estaría aquí.

Me escuché otros mensajes, tratando de distraerme de mi apatía. Una de las artistas del teatro me decía en uno que debía "dar gas" al "asunto de la obra". Fue suficiente psra que me levantase como por un resorte y me dirijiese al estudio.

Intenté empezar con aquel trabajo que tenía proyectado para cuando tuviese a los bebés. Era un gran mural para un teatro; una tela inmensa que debía pintar yo junto con otras artistas. Yo debía hacer primero una base de color sobre aquella tela, por lo menos en ls zona de la base, porque
la tela en cuestión tenía más de ciencuenta metros cuadrados. Estaba en el suelo de mi estudio doblado en cuatro, para que sólo se pudiese ver una pequeña franja, que era lo que según la chica, debía pintar.

Cogí un lápiz y me puse en cuclillas, puesto que tenía que pintar un paisaje bastante complicado que se componía de montañas y lagos, y debía dibujarlo primero.

Acerqué el lápiz, pero me detuve. Era que me había llamado una musa. Me levanté lo más rápidoque pude, dada mi situación, y me acerqué a un lienzo. Lo puse frente al ventanal de mi estudio. Luego agarré témperas. Eran todas de las escalas de grises. Empecé a pintar, ignorando mi trabajo, ignorando la razón. Sólo me dejaba llevar, sin pensar en lo que estaba haciendo realmente.

Los Elegidos- respirandoWhere stories live. Discover now