6. Un trabajo.

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Rachel apagó el fuego que había iniciado con algo de basura. Cuando las últimas ascuas se extinguieron, miró a su acompañante, que posaba su vista sobre los restos de su comida por mirar a un punto fijo, mientras revolvía con el tenedor de plástico blanco el jugo en el fondo de la caja de los fideos que compraron en el restaurante chino de la esquina. "Hey", la llamó. Ella salió de su trance agitando la cabeza. Miró al frente y vio la cara de su hermana, con una sonrisa burlona.

-Qué?

-Estás bien?

-Vas en serio?- Contestó ella, con apatía- Llevamos casi una semana entre la porquería de los suburbios, esperando que la policía no nos encuentre-

-En poco nos olvidarán, créeme-replico Rachel frotando las manos.

-Cómo lo sabes?- Preguntó la otra, con rabia, tirando la cajita a un lado- No me has explicado nada. Ni siquiera el porqué de haber olvidado hasta mi propio nombre. El porqué de esto-Dijo chasqueando los dientes. Sacó su libreta del bolsillo del pantalón, algo arrugada por la lluvia-Porqué no me dejaste en el hospital? Qué me dices de lo que hiciste cuando saltamos? Me dices que somos gemelas, pero no me has dicho ni siquiera de qué madre. Me ocultas información sobre mí misma. Que sepas que no vas a recibir ayuda de mi parte en lo que sea que necesites. Nunca. No hasta que me aclares todo. TODO! Me has entendido?

Rachel articuló una sonrisa nerviosa. Miró a Amber a los ojos. Tragó sonoramente.

Ella estaba sobre Rachel, con el tenedor apuntando a su garganta, agarrando el utensilio como un puñal. Lyllith parpadeó. Se apartó rápidamente de ella y se acomodó contra el muro del callejón. Empezó a juguetear con el tenedor frenéticamente. Masculló algunas palabras, totalmente inentendibles.
Rachel se concentró en las ascuas que hace poco había apagado. Estaban húmedas por el ambiente.

Hacía frío.

Lo único que las acompañaba eran las gotas de lluvia cayendo sobre los techos de las casas a su lado, lo único que parcialmente servía de protección, y el sonido del agua siendo recibida por las cañerías del techo para luego ser depositada en la calle como un pequeño río desembocando en un mar. Rachel observó el ambiente. Miró hacia arriba. La luna estaba oculta, pero se podía notar su luz a través de la capa de nubes. Miró hacia la derecha. Los cubos de basura, una pared con algunos carteles mojados de propaganda política, y detrás más callejones, supuso.

Luego dirigió su mirada hacia el frente.

Amber estaba sentada, luchando contra su psique para interpretar demasiada información en demasiado poco tiempo.

Aunque sabía que mentir no era lo mejor, mentir es a veces la única solución. Ella sabía que era el caso.
El truco no era: simplemente alterar la realidad? No cuenta moralmente como mentir, si está bien hecho.
Eso ya lo tenía que decidir la que lo hacía.

Ya se lo habían advertido. Esto era lo que iba a pasar. Pero, qué hubiera pasado si la hubiese dejado en el hospital? Lo más probable es que la hubiesen capturado nuevamente nada más haberle dado el alta. Eso le hubiese acarreado problemas a todos, y más a ella. Sería como empezar de cero. Sólo que encima tendrían a una Lyllith sin memoria eligiendo a ciegas su propio destino. No tiene derecho. No es la misma Lyllith. Además que ya ha sufrido bastante intentando encontrarla.

Otra posibilidad es que incluso alguien que no tuviese nada que ver con todo esto se sentiese beneficiado con la situación, lejos de entender la verdad.

De repente, recordó.
Ella había confundido su nombre con,...ni más ni menos, Amber.
Amber!

Rachel rió para sus adentros. Aunque la risa se tornó en una muesca seca de preocupación.

Los Elegidos- respirandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora