18. Todo el mundo...

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Desperté algo sobresaltada cuando noté a un aliud entrar a mi mismo vagón. Sus ondas eran leves, casi no había señal. Me relajé. Otro semialiud. Probablemente posea un sexto sentido muy agudo y un coeficiente intelectual bastante alto, pero nunca descubriría sus poderes. No era una amenaza ni una ayuda. Era otro más. Aunque molestaba estar recibiendo constantemente su señal. Era en sentido figurado, como un ruido estático de fondo, que no podías sintonizar. Traté de no interceptarlo, pero sólo alguien muy experimentado en telepatía podría hacerlo. Y yo no era alguien así.

Cómo lo habrá aprendido aquel hombre de la calle?

Sacudo la cabeza. Tendría que vivir con ello.

Me acomodé en mi asiento, porque estaba totalmente estirada. Volví a fijarme en el diseño. Era de color lila, tapizado con cuerina, y en la cabecera estaba el logo de la compañía ferroviaria con la que viajaba, un tal "VeloTerra". En la cabina dominaba ese lila algo rosado, algo oscuro, que en realidad relajaba bastante. Supongo que será el color principal de la compañía. Por encima de mi cabeza estaba la típica estantería para las maletas, que en realidad nunca suelo usar, porque había puesto mi mochila en el asiento en frente mío, del lado de la ventana. Yo disfrutaba de una vista típica llena de campos de cultivo.

El resto de la cabina consistía en otras dos sillas enfrente y al lado mío, y un pequeño contenedor de basura de metal a mi izquierda, bajo la ventana, del tamaño de una caja de habanos. La cabina era agradable.

"Nada barato", pensé, de todas maneras. En realidad, estaba apelando a mis últimos ahorros. Y no eran muchos. Pero esta vez sentí la necesidad de rodearme con algo cercano al lujo, mimar un poco mi sentido de la estética después de haber vivido toda mi vida entre escombros. Además, mis parámetros del "lujo" no eran nuy altos. Podía permitirme algo más caro esta vez. Me concentré en este momento.

La verdad, estaba disfrutando el viaje. Como no había nadie en mi compartimento, me había quitado los zapatos, y antes de despertar, estaba durmiento en posición fetal, acostada sobre los dos asientos. Y es que no quedaba mucho hasta Londres, y ahora no me podía pasar nada. Me había cuidado de viajar en un tren sin paradas, en el caso de que alguien me esté siguiendo.

Me habí quedado quizás algo paranoica desde el suicidio de Fee. Pero supongo que más que paranoia, era simple precaución: estaba claro que alguien me buscaba, y ese alguien no era bueno, sea de la "Corporación" o de su competencia o enemiga, la "Alianza". Hasta entonces, pensó que esa gente de la que habló su hermana no biológica eran simples tipos que habría arruinado tiempo atrás, con ánimos de venganza, aunque algo sádicos. Pero ahora, tras hablarlo con el padre Clapton, había cosas que dejaban de encajar, y demandaban ser investigadas. Por ejemplo ¿Qué había de esos extraños poderes mixtos? Por otra parte, se había decidido actuar, a llegar al fondo de todo de una vez por todas.

Se acabó el luto a Fee. Volvería a ser quien era cuando ella estaba viva.
Una aliud poderosa y temida, siempre con la cabeza alta.

Y es que todo el mundo tiene sus secretos.

« -Me voy a trabajar, Fee. No abras a na...
-Ya me lo has dicho mil veces! Ya vete!- dijo molesta, tumbada sobre la cama, mientras ponía otro casette en su walkman sacado de un mercadillo.
Era su mixtape preferido, con canciones de los setenta. Últimamente le había dado por lo viejo, o lo que ella llamaría, vintage.

Rodé los ojos. Típico de adolescentes.

-Vale- suspiré, y cogí mi mochila, y la chaqueta de cuero. La saludé con la mano, a lo que ella respondió con un bufido leve, y cerré la puerta suavemente.

"Te quiero!", exclamé antes de salir. Fee respondió con un "y yo a ti" algo leve, pero sincero.

Vi por enésima vez el letrero de metal dorado de la puerta, con el número 424. Como siempre, me apoyé contra ella y suspiré pesadamente. Apreté mis nudillos contra mi mochila.

Los Elegidos- respirandoWhere stories live. Discover now