1. Vacío

241 6 3
                                    

Todo parecía una ensoñación.
Todo era desconocido.

Sentía vacío como si hubieran cogido una pajita y hubiesen succionado sus pensamientos.

No pensaba. Incluso su primer pensamiento, su primera interpretación de la realidad dolió al pasar desde sus sentidos hasta su cansada mente. Lo único que podía denominar real era un temblor espástico en sus manos y brazos, acabando en una sensación en sus dedos que le recordaba a cuando dormía toda la noche con la mano bajo su abdomen.

Estiró el cuello y le dió una punzada que obligó a todo su cuerpo a estremecerse violentamente. Eso provocó que mirase alrededor, a pesar de que sus ojos todavía no respondían y veía imágenes borrosas.
El lugar donde estaba era un sitio pequeño, había una luz estable pero muy fuerte que entraba desde todo un lado de la habitación, si es que eso era lo que podía ser. Entraba una ligera corriente de aire fresco desde algún lugar. Y al frente había un cuadrado negro que levitaba, pero era tan lejos que apenas lo podía ver.

Cerca del lugar donde estaba vio cantidades inmensas de muchos tonos de azul. Lo que veía a su alrededor parecía un mar y su cabeza era un barco que estaba siendo iluminado por aquella luz que parecía celestial.
Estaba a la deriva. No pudo orientar su posición, pues no percibía las direcciones. Qué es arriba? ¿Qué era abajo?

El cerebro percibe las direcciones de la siguiente manera: "arriba es donde se encuentra la cabeza, abajo se encuentran los pies". Esos son los comandos principales de orientación de nuestro cerebro. Si estamos en un estado de confusión total, perdemos el sentido de la orientación. Por lo tanto,
Bien podría estar en posición horizontal, o podría estar levitando, como podría estar al revés. Todo era posible. Intentó imaginarse boca abajo con una cuerda en el techo, pero... Dónde estaba el techo?

Cerró los ojos. Sentía agradable en su abdomen cada vez que respiraba.
También notó que en la mano tenía un pedazo de tela, que estaba agarrando suavemente. Daba una sensación rasposa cuando pasaba la palma por esa tela extraña dan comfortable.

Se dió cuenta de que no sabía quién era. Millones de caras, cuerpos, identidades cruzaban su mente. No podía ser todos a la vez. Recostó la cabeza en un fuerte suspiro por la gran cantidad de pensamientos que empezaban a dar un fuerte dolor de cabeza. Cada ve se acumulaban más preguntas, más y más imágenes, más recuerdos, y su cerebro colapsaba lentamente al fallar en procesarlos a todos. Intentó controlarlos en vano, y cerró los ojos en un ataque de pánico.
De repente todo pasó. Todo se volvió negro. Así decidió dar paso a lo que consideraba más importante.

¿Quién era?

No recordaba parámetros ni conocía los límites. Intentó distinguir y diferenciar las imágenes que recordaba. Todo era igual. Dos piernas, dos brazos, una cabeza. Dos manos. Dos pies. Veinte dedos. Dos ojos. Una boca. Una nariz. Dos orejas.
De repente, lo encontró.

Ahí estaba. No sabía lo que era. No sabía cómo no lo había notado.

Tanteó con cuidado con los ojos cerrados, ya que su vista no había mejorado y la luz le molestaba. Bajó la mano hasta llegar hasta sus piernas. Una fina tela apenas tangible las cubría. La levantó y tras unos segundos, respiró suavemente con alivio.

Ella. Eso era lo que la definía. No tenía ni idea de porqué era ella, pero el mero hecho de serlo le daba una inmensa paz. Aquellos minutos en los que le faltó la identidad, ese momento en el que lo fue todo y a la vez nadie fue un infierno.

En aquella tranquilidad, en aquella paz mental, algo empezó a sonar como una campana en su cabeza. Una especie de palabra.

Una combinación sonora que daba placer pensar, por alguna razón. Lo procesó una y otra vez, saboreando cada sílaba, hasta que algo se movió en su garganta siendo impulsado suavemente desde su pecho. No lo retuvo y aquello pasó de forma fluida y suave hasta sus labios.

"Amber."

Lo dijo una y otra vez, como un mantra. Y a pesar de no oír nada de lo que decía, no lo hechó en falta. Cada vez le gustaba más.

Esa palabra era su palabra. Era suya y de nadie más. A partir de ahora lo sería todo en su vida.

Su única posesión. Su descripción. Su nombre.

En ese momento las memorias que había retenido en lo profundo de su mente subieron a la superficie como burbujas en una gaseosa.

Vio luces, sombras, objetos que no podía nombrar a pesar de haberlos visto todos los días.

También veía a personas de las que sólo recordaba afecto u odio. Simpatía o desagrado. Aliados o enemigos.

Sin embargo, no luchó más por aquellas memorias. Lo dejó estar. Se recostó y quedó con los brazos en cruz, mirando fijamente al alto.

De repente, un fuerte pitido la sacó de su ensoñación.

El pitido era cada véz más fuerte, y en el fondo se escuchaba un murmullo muy tenue, como un traqueteo. El traqueteo empezaba a aumentar de volumen, y cuando el ruido se hizo insoportable y tuvo que cerrar los ojos por el miedo, cesó.

De repente, en medio del silencio, escuchó golpes. Iban muy acompasados y parecía que en su tórax golpeasen un tambor. Aquello no era el traqueteo que escuchaba aún, muy lejos, pero que su oreja izquierda captaba perfectamente ahora. No, eso era otra cosa. Su brazo se contrajo con dolor para llegar hasta su pecho. Notó aquellos golpecitos.
"Corazón" dijo entre suspiros. No sabía lo que podía ser, pero eso era. Y era muy importante. Por eso estaba protegido por su duro tórax.

El murmullo se había vuelto en ese tiempo y gradualmente más fuerte, y su oído lo captó bastante más cerca, lo que significaba que la habitación donde se encontraba tenía una salida. Al percibir la izquierda, que era la dirección desde donde venía el ruido, se dió cuenta de que se encontraba en posición horizontal, y no boca abajo. Y estaba mirando hacia arriba, porque abajo estaba esa suave tela que le impediría ver la luz, que cada vez veía más nítida. Y el cuadrado negro no levitaba, estaba colgado hacia la pared blanca. Todo era muy blanco. Había unas telas que se movían del lado de donde venía la luz, y el aire fresco le dió en la cara. Sentía una gran paz.

Sus músculos faciales se contrajeron y sintió algo extraño en las mejillas.
Le dolió un poco, pero al poco de haberlo hecho, dio un gran placer y se sentía como un masaje facial. Su cara había adquirido un aspecto extraño, pero placentero. Había sonreído.
Sus ojos se cerraban por el cansancio y por la tranquilidad en la que se encontraba. Y no hizo nada por evitarlo. Estaba envuelta en una paz que la engullía lentamente.

Mientras perdía la consciencia, Notó un fuerte pitido, pero venía del exterior, desde algo que había por encima de su cabeza. Al poco vio una sombra de color verde agua manchada de otros colores en distintas zonas que se movía por la habitación. Al poco entraron más y más. Decían cosas y hablaban tan fuerte que ella no las pudo entender,
Pero tampoco le importaba. Incluso cuando le clavaron algo punzante en el antebrazo, en lo único que pensó fue en dormir para siempre.

Los Elegidos- respirandoWhere stories live. Discover now