Tomo sus mejillas entre mis manos, Gale parece haber perdido la parte mas inocente de si mismo. Pongo mi nariz tan junto a la suya como puedo.

—Debemos asesinar a Cato, a la morena restante y a Dylan. El del distrito ocho. —Repone, sonando tan serio que siento que me hiela. —No seré el ganador aquí Peeta, tu lo seras. No quiero discutir del tema.

Y se voltea hacia la ventana, viendo hacia la calle.

Me quedo detallando a Gale y veo que sus manos están algo coloradas, llenas de color vinotinto. Le doy una mejor mirada y lo atraigo hacia mi.
—¿Que es esto? ¿Estas herido?—Le preguntó preocupado. Gale no ha tocado mi sangre. Y el color vinotinto no proviene de él —¡Gale —le chillo.
Gale pone la cara dura, como una piedra. Introduzco la manos en sus bolsillos como una sorpresa. El intenta retroceder pero ya es muy tarde, ya tengo las bayas venosas en mis manos.

Algo dentro mi se salpica con la desconfianza. Gale ha recogido estas bayas en el bosque por la mañana, por esta razón ha tardado en volver. Gale ha decidido quitarse la vida a si mismo para que yo quede vencedor. Mis ojos empiezan a tornarse vidriosos e inclusive pesan por las lagrimas que se forman. En clase
—Gale... No es tu decisión. —le digo, una y otra vez. —No es tu decisión dejarme sin ti. ¡No ahora que estas conmigo!

Gale me abraza con fuerza, enrollandome con su aroma y dejandome respirar su mismo aire.

—No me gusta la decisión de que mueras por mi. —masculla.
—No lo haré. —le digo. Tratando de convencerlo.
Porque en lo mas profundo de mi, se que no es cierto.
—Quiero que hagas algo por mi... ¿Esta bien? —me pregunta y asiento como un tonto. —Vive.
Mi corazón se detiene, la boca se me seca. No podría cumplir la promesa, no sin él. Asiento como un crío para cubrir los rastros de mis mentiras.
—Te deseo... —me dice, poniendo su cabeza contra la mía.
El rubor sube a mis mejillas. Presiono un beso a los labios de Gale que tienen un sabor agradable. Ha estado en el bosque y sus labios saben a menta. Ha masticado menta, trato de dejar su sabor intacto. Memorizo su sabor, memorizo su cara, su pecho, memorizo todo de él. Por si no vuelvo a verle.
—Tenemos cámaras sobre nosotros, una nación nos esta viendo. —repongo, sonriendo.

Gale me da una sonrisa y me ofrece su mano derecha la cual tomo con rapidez, haciendo caso omiso al dolor punzante en mi sien... Ambos bajamos de nuevo hacia las calles, notando que todo esta diferente debido a la gran ola que nos ha enviado Snow para matarnos. Los autos están sobre los autos, aún los vidrios de los autos y los edificios están por el piso mientras el agua termina de meterse por el desagüe. Gale me da la mano e intenta sonreír, pero no logra hacerlo. Cada pasos que damos en conjunto significa un paso más para separarnos.
—Lo mejor para ambos es separarnos... —Dice, dejando mis ojos abiertos como platos. —Pero tranquilo, no te dejare solo para que alguno de ellos pueda encontrarte.
Le doy una sonrisa.
—Lo mejor que podríamos hacer es ir al edificio mas grande,  buscar una forma de tener una vista de trecientos sesenta grados, de esa forma podríamos ver si alguien se mueve.
A Gale quizá le parece una buena idea, pero lo duda.
—Si, hagamos eso.

Ambos corremos hacia la avenida principal, que tiene conexión directa con el edificio donde he asesinado a cinco tributos... Intento olvidar sus nombres pero pareciera que los llevase pegados a mi como la tinta de mis pinturas. Al llegar al edificio puedo ver que tan limpio esta. Pareciese que nunca hubiéramos estado aquí y tengo un mal presentimiento. Algo no terminara bien. Me repito una y otra vez mientras Gale y yo nos cubrimos el uno al otro mientras subimos al ascensor. Gale presiona el boton del ultimo piso, esperamos a que la puerta cierre con sutileza y bajamos con mucha calma nuestras almas que hasta llegar al piso 97 se mantienen pegadas de la pared de metal gris del elevador. Doy el primer paso para salir a la azotea, la cual esta al completo aire libre.

El viento me golpea en la cara. Fresco, como me gusta. Inclusive siento algo de frio por la altura que empieza a hacerse helada... Gale sale disparado hacia la borda del edificio y como el ascensor sobresale del edifico tenemos una terraza lo suficientemente alta para vigilar a los tres tributos restantes. Me muerdo el labio al acercarme a Gale que mira atónito hacia la ciudad que parece un hermoso dibujo bajo nuestros pies.

—Es hermoso. —le digo. Él asiente, dándole una sonrisa.

Suena el cañon una vez mas. Sobre el cielo sale la cara de la ultima mujer que quedaba en los juegos. Miro fijamente a Gale y le doy un abrazo, dejando que una lagrima caiga por mi mejilla. Cada vez estoy mas cerca.

Durante nuestro abrazo recuerdo que pensé que nunca nadie apostaría por mí y para mi completa desgracia tenia la completa razón. Por primera vez en Los Juegos Del Hambre un jugador que queda entre los ultimos tres no le han enviado algún regalo para ayudarle. Pero al subir la mirada hacia el cielo puedo ver dos paracaídas descender con cuidado, me separo de los brazos de Gale para dar unos pasos y atrapar nuestros regalos.  Él se pone a mi lado y ambos abrimos los maletines de plástico acolchado color negro que contienen dos armas. Para Gale es una ballesta color marrón que esta hecha de un metal resistente, inoxidable. En la parte de abajo hay tres carcaj, puedo ver como sus ojos grises como los nativos de la veta se iluminan como un pequeño muchacho abriendo su obsequio con emoción.

Y lo veo ocurrir, no veo a Gale. Veo un niño con el cabello negro disparado hacia todos los lados, con el rostro como el de Katniss y los ojos que ella y Gale comparten. Veo la felicidad de Gale hecha realidad y me parte el corazón que no sea conmigo. Siento los ojos vidriosos y doy un suave respiro viendole a la cara.
—¿Peeta? —me pregunta Gale, tocandome el brazo. —¿Todo esta bien con tu regalo?
Reacciono.
—Esta bien.
Veo el arma color gris chapada y mientras la cargo la siento mucho mas ligera que la anterior, inclusive esta no parece tener alguna bateria o cartucho recargable. Mientras Gale prueba su arma lanzando una flecha hacia el otro lado descubro que bajo mi arma hay una pequeña tarjeta dorada con el sello del Capitolio grabado de manera Prisma. En la tarjeta cita;
Hagan de estos juegos, uno inolvidable.
La voz del viejo Snow se filtra por mis oídos y me da escalofríos, recordarlo me hace también recordar la muerte de Possy y la de mi padre. Muertes a las cuales Gale y yo no hemos podido llorar correctamente. Mi corazon se estruja al recordar sus cuerpos sobre las baldosas blancas, tiñendolas de carmesí. Seco las lagrimas que terminan de cruzarme la cara y meto la tarjeta dentro de mi bolsillo antes de que Gale pueda verla.
Me pongo de pie y miro a nuestro alrededor, tratando de averiguar donde estará Cato. Es el único que ha sobrevivido. Luego de eso, voy a correr lo suficiente para dejar a Gale atrás y así poder acabar con mi vida para que el sea el ganador.

Saber que tengo que poner fin a mi propia vida me da un vuelco al estomago, pero lo que sucede a mi frente me deja sin aliento.

Veo manos subir por las paredes, manos color amarillas que al subir completamente me muestra unos cuerpos humanos que se encuentran en completa descomposición. Tengo arcadas gracias al nauseabundo olor que baña a mi nariz, y  de sus bocas salen sonidos gestuales parecidos a los de los mutos, esos sonidos amenazan con acabar con ellos por los fuerte que han sido y por sus ojos centrados puedo saber que los ha mandado el Capitolio.

Snow ha enviado a los tributos muertos para matarnos.

Los 74ºJuegos del Hambre (Peeta & Gale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora