Capítulo 12.

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Una mierda, mi relación con Agnese se había vuelto mierda.
Ya habían pasado casi dos meses del accidente y ella se había vuelto fría como el maldito hielo, nuestra relación cada día iba de mal en peor y yo no sabia si salir corriendo o quedarme rogando para que hablara conmigo.

Después de que ella se durmio en mi pecho aquel día, todo cambio.
Cuando despertó, prácticamente me corrió de su lado, decía que queria estar sóla, yo la comprendí, ella necesitaba tiempo para enfriar su mente, pero dos malditos meses se me habían echo una eternidad.

Estábamos viviendo en casa de mi padre, en realidad todos estábamos ahí, las cosas con Dereck se estaban poniendo intensas, Sienna se estaba volviendo un río de sangre.
Agnese dormía en mi habitación, pero no había ningun contacto entre los dos, ni verbal ni físico, sólo por las noches, cuando ella tenía pesadillas y yo la atraía a mi pecho para calmarla, cuando ella despertaba se alejaba de mi y ni siquiera me miraba. Sólo me hablaba para lo necesario y eso si tenía ganas y no andaba con un humor de perros. Había días en los que yo decidía pasarlo fuera de casa y no verla por días, porque cada que lo hacía terminábamos enfrascados en una discusión.
Para ella las flores se habían vuelto sus mejores aliadas, ahora trabaja en una florería cerca de casa, con 5 guardaespaldas cuidandola de cerca, mientras que mi aliado se había vuelto el alcohol y los cigarrillos, y no olvidemos mi hermoso trabajo, porque hasta traficar droga me parecía más interesante que ver a mi chica zombie. Un millón de veces había intentado hablar con Agnese, hacerla entrar en razón que debía de hablarme, que debía decirme que iba mal, pero nunca nada funcionaba. Nunca nada era suficiente.

La universidad por otro lado la había dejado, no podía con toda la presión de esto. Cailin, Agnese y los chicos si que seguían, pero yo necesitaba respirar.

Inhale el humo del cigarrillo y me acomode en el cofre de mi auto, estaba fuera de la universidad para esperar a Agnese, me había pedido que pasara a por ella y después la dejará en la florería. Hoy había despertado de buen humor y hasta bromeó un poco conmigo, pero no lo suficiente.
Todos me miraban extraño, seguro que pensaban que había dejado la universidad por ser un cabeza hueca, o tal vez creían que por ser un matón no tenía metas en la vida, pero me importaba una mierda.

Una pequeña pelirroja llamo mi atención, en la entrada del colegio, estaba con un grupo de chicas, todas reían. Ella sobresalía entre todas, esa piel suave y su cabello era lo que llamaba la atención.
Sonreí como idiota al pensar que ella estaba a mi lado.

Estaba a punto de ir a por ella y comerla a besos cuando un tipo la tomo del brazo, ella lo miro y a pesar de la distancia pude notar como se tensaba. Un millón de ideas se pasaron por mi mente y mis pies comenzaron a moverse en su dirección.

Me acerque a Agnese y la tome de la cintura, me miro por el hombro y se relajo, el tipo aún tenía su asquerosa mano en su brazo. Tire de Agnese hacia mi y él la soltó.
Me tope con unos ojos de color azul que me robaron el aire. Él, era él.

Puse a Agnese tras de mi y sentí que la respiración se me aceleraba, era él, no cabía duda, esos ojos, ese rostro, nunca se me iban a olvidar, era Alaric, tenía vagos recuerdos de mi infancia, pero de él, nunca me había olvidado. Mi tío Stefano siempre me mostraba fotos de él, y aunque la última vez que los dos nos vimos eramos muy pequeños, yo lo recordaba, porque tenía la esperanza de volver a verlo.

-¿Y tú eres?.-me dijo con voz ronca.
Sentí como si todo el aire escapara de mis pulmones, él no me recordaba y era normal, era más pequeño que yo.

-¿Quien eres tú?.-mi voz sonó autoritaria.

-Preguntaselo a Agnese.-guiño un ojo, se dio media vuelta y se fue. Mierda.

Duncan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora